La Autenticidad

Durante años he trabajado en publicidad. Elegí la carrera porque... pensaba que era una forma de sacar partido a la creatividad que tanto me gustaba, pero resulta que cuando fuí a hacer mi primera entrevista de trabajo, me eligieron para el Departamento de Cuentas. 
El Departamento de Cuentas es el departamento "comercial", que se dedica a mediar entre el creativo y el cliente. Traduce al creativo lo que necesita el cliente y presenta al cliente lo que diseña el creativo.
Fue un palo.
Al salir de la entrevista un compañero de universidad me dijo que a él si le habían elegido.
¿Por qué? Yo llevaba ganados diez certámenes literarios, y dibujaba todos los story-boards de clase.
Mi amigo me miró y me dijo:
- Tu ropa.
- ¿Mi ropa? ¿Qué le pasa a mi ropa?
El se levantó un poco la pernera del pantalón. Llevaba una zapatilla de cada color.
- ¿Y qué?
- No basta que seas creativa, Nelly, tienes que disfrazarte de creativa.
Esa fue mi primera desilusión.
Había elegido como profesión el mundo de las apariencias. En cierto modo, encajaba a la perfección. 
Redacté comunicados de prensa durante años, y la parte más feliz de mi trabajo consistía en ponerme frente a la hoja en blanco y que me dijeran: "Déjale a ella el producto, que siempre encuentra algo estupendo de lo que escribir".
En esa parte, yo era feliz.
Pero no soportaba las reuniones. Hablar de un pinta-labios como si fuera... el culmen de la felicidad. Decir que beber tal o cuál marca significaba un estatus social dominante, etc.
No-podía-con-eso.
Si tienes un producto bueno, estupendo. Pero estamos rodeados de estupideces, de banalidades.
Tuve acceso a estudios interesantes durante la carrera. Desde marcas de perfume que al ponerlas a 50 € no vendían nada y de repente al poner, el mismo perfume, a 70 € vendían un montón.
Se llama el valor percibido.
Aprendí que hay revistas que al decir: "paga sólo los gastos de envío", resulta que en esos gastos de envío ya va inlcuido el precio del producto supuestamente regalo que se manufactura en China por menos de un euro.
Qué curioso.
Pero el mundo funciona de esa manera. A veces me enfado. Otras, me parece demasiado grande para cambiarlo. 
La venta tiene una parte bonita, y es la parte de "la seducción". Alguien quiere algo que tú puedes darle y que supuestamente le va a hacer feliz, y está dispuesto a valorarlo entregando otra cosa a cambio que valora menos. En cierto modo, cada vez que compramos algo estamos cambiando un metal frío (que en el fondo se traduce por nuestro esfuerzo), por un objeto útil o que pensamos que nos va a hacer feliz.
Comprendo que no se pueda decir que cierto coche vuelca en las curvas, o que el presidente de Nike dijo en una entrevista hace muchos años: "a mí me da la igual que la gente de la calle se mate por mis zapatillas. Yo fabrico para la élite deportista". 
jajajaja, ya.
La moraleja de hoy es intentad sed auténticos en algo que hagáis en vuestras vidas. Da igual si es hacer deporte, escribir a un amigo o trabajar pasando una fregona por un suelo de mármol.
^^ De este modo, contrarrestamos las cosas que no son auténticas. 
Saludos,
Nelly.

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