Cambiando de opinión...

He decidido que quiero ver la película de Mr. R.
Bueno, veréis, ayer estaba leyéndome la segunda parte, casi el final ya, del libro. Sigo pensando que el muy idiota ha matado a una persona para nada, y desde luego me parecía tan toooorpe con lo de los cheques, que pensé, "espérate que todavía le pillan, por memo".
Bueno, lo de memo no lo pensé, pero me cae fatal.
Entonces decide cambiar de nuevo a ser Ripley.
Y ahí me empezó a llamar la atención. Que si el lenguaje corporal, que si odiaba su vida anodina, que si otra vez vuelta a la expresión atemorizada, gafas, mirada huidiza, no ser nada asertivo...
Pensé... "vaya, el pobrecito odia ser el mismo, por eso se adueña de la vida de otros. Como si fuera tan fácil escapar de lo que eres, o de quién eres".
Esto no significa que me cayera bien, ni que le cogiera simpatía. Durante la primera parte del libro es... enervante. Pero ahora que decidía volver a ser Ripley... no sé, lo expone de una manera que sientes... ¿pena?
- Eres idiota -pensé (a veces desearía poder hablar con autores y personajes de libros)-, has cometido un asesinato para nada. 
Entonces le llega la carta de "preséntese de inmediato a la policía"
Y va y la rompe. A decir verdad, en ese instante tuve que reconocer una cosa que me llamó mucho la atención: el tío vive al día. Es como: me persigue la poli, soy un asesino, todo va a ir mal, pero en vez de tirarme por un puente, "algo surgirá". ¿Y si no surge? Son las típicas personas que yo pienso: ¿cómo lo hacen? Y en verdad, viven como si tal cosa.
Él sigue a lo suyo.
Al final, en Venecia (mi bella Venecia), se presenta la policía. Pensé: te vas a enterar.
La policía no le reconoce (acude un oficial que ya lo vio en Roma bajo la identidad de su amigo). Entonces pensé que la autora estaba loca. A ver, Patricia, querida, ¿pero tú crees que el lenguaje corporal y el corte de pelo, evita que se reconozca a alguien? Me imaginé al mejor actor del mundo. 
Bueno, los actores a veces cambian mucho pero Ripley... es un tío normal. La esencia de una persona está en la mirada, y es imposible que un policía, repito -un policía que se dedica a investigar-, no sea capaz de identificar a un sospechoso. ¡El argumento falla!
Entonces pensé que tenía que ver la película. 
Luego, estaba lo de los cheques falsos. Pensé que de eso, la autora no salía. Vaya metedura de pata, me la imaginé escribiendo y diciendo ¿y ahora cómo salgo yo de este embrollo? Y entonces va Ripley y dice:
- ¿Quién falsifica cheques contra sí mismo?
Eso, idiota!!!
Y añade una buena explicación. (Por cierto, que este es un truco para los escritores, eliminas las objeciones del lector explicando la situación a través del personaje principal).
Es buena, en serio. A mí me ha llegado alguna carta del banco así, y ... en fin, la explicación es buena.
Vale, punto para Patricia. Pero aún así, bah! me dije, bah! bah! la historia es mala, el personaje es malo...
Cierto que un par de frases me llamaron la atención pero... (una la tuve que contrastar con una fuente que admiro mucho).
Total, que en medio del interrogatorio... que hay que ser ciego para no pillarle, los policías llegan absurdamente a la conclusión de que Dickie es un asesino, cuando está más claro que el agua que hay suplantación, y va Tom y les dice:
- ¿Y no pueden haberlo asesinado?


Ya está.
La líamos.
Vaya pedazo de cacho de trozo de tío retorcido y malo. ¿Eso es ser débil? ¿esa frialdad? Vaya..., eso no se me hace.  
No puedo odiar a Tom Ripley después de semejante escena. Con remo y todo de por medio. Es decir, odiarle le odio, pero en esa escena no. El libro debería haber empezado al revés. Primero me dices porqué se siente tan mal y luego me dejas ver como arruina la vida de los que le rodean. Desde luego talento tiene. 
Ahora la pregunta es, ¿me curaré algún día de mi interés por los chicos malos?
De todos modos, espero que lo cojan, termine en la cárcel y el libro tenga un HAPPY END. 

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