El examen de matemáticas.

Hace muchos años un profesor de matemáticas mandó una carta a mis padres a raíz de un examen de evaluación. Cuando fueron a hablar con él, el profesor presentó el ejercicio y mirándome, les dijo:
- No se imagina la que ha liado su hija para llegar a la solución.
Yo en ese instante pensé "tierra trágame", porque al leer el enunciado me di cuenta de que ¡¡me había olvidado por completo de la fórmula que teníamos que aplicar!! Era un suspenso seguro.
- Su hija -dijo el profesor, meneando la cabeza-, ha llegado a la conclusión correcta. La solución esta bien...
Dejó sobre la mesa tres hojas enteras llenas de cuentas. Y parecía realmente preocupado.
- ¿Entonces? -preguntó mi madre- ¿nos hace llamar porque ha aprobado?
- Verá, es que... lo que es inexplicable es el galimatías que ha armado para dar con la respuesta.
Entonces me miró y me dijo:
- ¿No sabías la fórmula, verdad?
Negué con la cabeza.
- ¿Y cómo se te ocurrió... semejante lío?
Me encogí de hombros.
Lógica, pensé.
Qué le vamos a hacer... cuando una no tiene la solución... hace lo que puede por encontrarla. Traté de ser lógica. Aquel profesor vino a decir que había logrado la respuesta acertada, sin saber la fórmula, lo cuál era loable, pero a la vez me señaló que las ideas que tenía yo, o más bien la forma de razonar, eran... cuanto menos curiosas.
Escribo esto porque me sigue pasando.
- No tenías que hacer todo esto para dar con la solución -continuó el profesor-, lo increíble es que tomaste el camino más complicado, el más largo y excéntrico que podías elegir. Y quiero que me lo expliques. ¿Qué pasos has dado para llegar a la solución?
Y eso fue lo que pasó. Le expliqué a mi profesor porqué restando cierto número, sumando luego otro, multiplicando por no se qué y elevándolo a no se cuánto, me dio la sensación de que iba a averiguar el precio de las naranjas, o el punto en el que se chocaban los trenes.
Teníais que ver la cara que puso.
Supongo que soy un poco rara, siempre lo he sido. Qué le vamos a hacer. Pero bueno, tarde o temprano... doy con las respuestas ;) Sé que la gente a veces no me entiende, y que a mí me cuesta entender los razonamientos de otras personas. Lo terrible del asunto es que yo sí me entiendo a mi misma. Aunque a veces me siento como una pieza de puzzle que no tiene donde encajar. Mi teoría para resolver el problema era buena, a pesar de su expresión de "Cielos santo, tengo una alumna muy rara en clase". Y de su mirada preocupada el resto del trimestre.
Por si os lo estáis preguntando: sí, aprobé las matemáticas.
Nell.

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