La Ratonera.

Fíjate tú que puedes descubrir "verdades de la vida" en los sitios más inesperados. Por ejemplo: en el teatro.
Hemos ido a ver esta obra de Ágatha Christie y debo decir que me ha gustado mucho. Especialmente, la primera parte. La segunda se hacía un poquito más densa, pero la primera... estaba pegada al asiento. Muy buen final, también.
Y me encantó especialmente la última escena de la señora Boyle (Arantxa de Juan).
Algunos actores trabajaban muy bien con la voz. Mis personajes favoritos eran el extraño Paravicini, el comandante Metcalf (me gustaba mucho cómo actuaba y la forma de entonar... como se expresaba, también. Realmente parecía militar, era contundente). Así como los movimientos de Paravicini. Ese personaje era divertidísimo. Casi... casi el mejor.
La señora Boyle lo hacía tan bien que ... jajajja, ¡¡era insoportable!! ¡¡Madre mía, clavába el personaje!! ¡Cosa más repelente!Y, de Guillmermo Muñoz... bueno, Christopher Wren... de ese... de ese me enamoré.
Vale que es platónico dado que el personaje está más interesado en el policía que en otra cosa, ¡pero es que si viérais cómo se movía por el escenario! Además, vestía traje, pero de un modo un tanto informal. Y no paraba de mover los dedos de una mano. Jugaba también con la voz. Y tenía cierto toque irreverente, a la par que... chulesco, a la par que... tierno. Y loco.
La escenografía sencilla pero chulísima. El marido de la prota, por así decir, me hacía desconfiar (siempre con las manos en los bolsillos, como si escondiera algo...)
Me gustaba ver nevar en el teatro. Esos trucos me encantan.


Bueno, ¿y la verdad de la vida que he descubierto?
Pues lo que me pasó antes. Veréis, estaba tan entusiasmada por ir al teatro, que salí de casa 4 horas antes para conseguir las mejores entradas. Al llegar, yo entregué el papel con la reserva (marcaba entradas, hora e importe) y le dije a la taquillera:
- Oiga, ¿le importa darme las mejores que tenga, por favor?
La taquillera me dijo:
- Última fila del patio de butacas.
- La última fila... -pensé- qué raro, si es muy temprano.- Y le dije:- No conozco el teatro, ¿seguro que esas son buenas?
- Oh, sí, las mejores que tengo, se ve de maravilla.
Cogí las entradas y me fuí a casa pensando que a lo mejor el patio de butacas era lo que hay más cerca del escenario.
Bien pues, cuando volvimos, por la noche y entramos, mi gozo en un pozo. ¡Estábamos en la fila de atrás! Pensé, enfadada, "¿por qué, si me he plantado en la taquilla nada más abrirla, aquella mujer me había dado las peores localidades?" Me sentí fatal. Y entonces el acomodador dijo:
- Ah, pero estas entradas son de la sesión de tarde.
Acabáramos.
Ahí estaba el error.
Bien, os explico el problema: yo fuí antes que nadie a la taquilla, una hora antes de la sesión previa, es decir, la de tarde. Le di a la taquillera un papel con la reserva cuyo código pertenecía a la sesión de noche. Además, especificaba la hora bien clarito. La taquillera se confundió y me dio las localidades que le quedaban de la sesión de tarde. Yo no revisé las entradas (me confié) y me fuí a casa sin expresar mi resquemor a que la palabra "última" fuera asociada a "mejor localidad".
Conclusión: tanto madrugar para nada.
Vimos la obra desde la última fila.
Y aquí viene la moraleja, o la nueva idea. Hasta la semana pasada, y esto es por mis compañeros de trabajo, si alguien pregunta, ¿de quién es la culpa de esto? Yo digo: mía. Incuestionablemente mía. Dolorosa, punible y machacantemente mía. Y, encima, perjudico a los demás. Por no revisar las entradas, por madrugar tanto para conseguir las mejores (qué ironía, si hubiera ido más tarde la taquillera no habría tenido opción a confundirse), etc. etc. Pero recordé lo que me han repetido varias veces esta semana: las cosas no son tan sencillas como para depender siempre de ti, algunas pasan y punto.
Y me acordé de lo que me dijo un compañero de trabajo: ¿y si ante la misma acción hubieras tenido un resultado diferente? Si la taquillera no se hubiera confundido, aunque yo no las hubiera revisado, estaría dándome palmaditas por tener las mejores localidades. Misma acción, resultados totalmente distintos.
Luego... sospecho que quizá puede que esté ligeramente equivocada, una minucia, en verdad, en mi forma de entender...la idea de culpa. Somos responsables de las decisiones que tomamos, pero las consecuencias que traen no son siempre las mismas y, por tanto, no puede decirse que sean "culpa" nuestra. Yo no puedo controlar que la taquillera se despiste.
Lo cuál hace que el mundo hoy sea un poco más incordio y menos controlable que ayer, jajajajajaja...
La semana que viene mejor vamos al cine.
:-) Nelly.

2 comentarios:

Aelo dijo...

¿Por qué será que la gente suele decir "por culpa de..." cuando debería decir "por causa de..."? jamás lo he entendido.

Saludos

Nelly dijo...

Muy buena observación, Aelo....

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