Perry Mason
Una vez, cuando tenía trece años y había devorado todos los libros infantiles y juveniles que había en casa, robé de la biblioteca de "los mayores" un libro al azar. Era de color negro, llamativamente poderoso, en formato grande, de los que mis compañeros de clase llamarían "coñazo inleíble".
- ¿De qué trata? -Pregunté.
- Novela negra -fue la respuesta-, ¿te gusta la novela negra, Nelly?
Me encogí de hombros.
- Pues no lo sé.
Pues bien, resultó que no sólo me gustaba, me enganché. La obra de Erle Stanley Gardner narraba las aventuras de un abogado criminalista de los años 20, llamado Perry Mason, que tenía cara de granito, astucia de zorro y magnetismo sin igual. Sobre eso de que es machista (el personaje y el escritor) ¡qué duda cabe! Aunque nuestro héroe ronda los cuarenta tiene a su secretaria de veintisiete años, Della Street, locamente enamorada de él. Pero nada de esto se dice de un modo explícito.
El primer caso que leí es mi favorito: "El caso de las garras de terciopelo". Una adinerada Eva Belter visita al procurador porque la noche antes había estado en un local con un político, tuvo lugar un asesinato y como ella está casada y él espera ser reelegido en las elecciones, pide a Perry Mason que "compre" un espacio en el periódico sensacionalista que intenta aprovecharse del asunto. Es decir, que pague él el chantaje.
Tendríais que ver a Mason negociando con el chantajista, ja,ja,ja.
Me enganché.
- Quiero más -dije al terminar el libro.
- No tenemos más.
Fuí a la biblioteca del instituto.
- ¿Erle Stanley qué...?
- Nada, déjelo.
Fuí a la biblioteca del barrio.
- ¿Quién lee a Mason hoy en día?
Fuí a las librerías.
- Lo siento, eso lleva décadas descatalogado.
- Gracias de todos modos.
Al final probé en la Cuesta Moyano, paraíso de la compraventa del libro usado y en desuso, un lugar que bien podía tener de slogan: "Si no está aquí y es viejo, es que no existe"
- ¿Mason? ¡Claro que tengo a Mason! -me dijo el librero- Te vendo dos por cien pesetas (no llegaba ni a un euro) ¡Mira en ese montón de ahí!
¡Pobre Perry Mason, nadie le quería!
Llegué a juntar 20 obras suyas, todas sucias, viejas y en papel reciclado. Alguna incluso con manchas de café. ¡Era la Lucas Corso de la literatura de Gardner!
Años más tarde las malvendí.
Pero en aquella época (y ahora que, ¡ejem! he reencontrado "El caso de la simpática impostora" y "El caso del gatito imprudente") era una fiel seguidora de las aventuras del abogado. (¡¡Nada que ver con la serie de televisión!!)
¿Por qué me gustaba tanto? Porque podía con todo y su lema era: "jamás traicionar a un cliente". Esperaba que ellos fueran desleales pero Perry no podía serlo.
Solía defender a muchos jóvenes amantes, separados por su clase social. Una vez, un rico le contrató para demostrar que el novio de su hija tenía "tendencias asesinas", porque su padre había muerto en la cárcel.
Perry descubre que el padre pudo ser inocente, y cuando al hijo lo acusan de asesinato decide defenderlo.
Mantiene un interrogatorio genial con un testigo de la acusación (el caso se llama "El caso del patito que se ahogaba" porque el acusado es científico y hacía experimentos con un pato), y cuando ya parece que ha ganado el "malo", Perry le hace una pregunta absurda sobre su pasatiempo favorito (la caza) y a partir de ahí va entrelazando preguntas y preguntas en apariencia triviales (dejando que el otro, encima, se las dé de superior), hasta que cae en la trampa que le ha tendido y le deja en evidencia ante los jurados.
La conversación es genial, el abogado viene a decir: "Puede que el patito pensara que, después de todo y aunque su amo fuera un asesino, merecía la pena vivir y decidió no suicidarse..." ja,ja,ja,ja. ¡Lo deja todo planchado! (Por cierto, que él había falseado las pruebas).
Es genial. Adoro a ese hombre.
¿Por qué no publicarán todas sus obras juntas en un formato decente?
- Novela negra -fue la respuesta-, ¿te gusta la novela negra, Nelly?
Me encogí de hombros.
- Pues no lo sé.
Pues bien, resultó que no sólo me gustaba, me enganché. La obra de Erle Stanley Gardner narraba las aventuras de un abogado criminalista de los años 20, llamado Perry Mason, que tenía cara de granito, astucia de zorro y magnetismo sin igual. Sobre eso de que es machista (el personaje y el escritor) ¡qué duda cabe! Aunque nuestro héroe ronda los cuarenta tiene a su secretaria de veintisiete años, Della Street, locamente enamorada de él. Pero nada de esto se dice de un modo explícito.
El primer caso que leí es mi favorito: "El caso de las garras de terciopelo". Una adinerada Eva Belter visita al procurador porque la noche antes había estado en un local con un político, tuvo lugar un asesinato y como ella está casada y él espera ser reelegido en las elecciones, pide a Perry Mason que "compre" un espacio en el periódico sensacionalista que intenta aprovecharse del asunto. Es decir, que pague él el chantaje.
Tendríais que ver a Mason negociando con el chantajista, ja,ja,ja.
Me enganché.
- Quiero más -dije al terminar el libro.
- No tenemos más.
Fuí a la biblioteca del instituto.
- ¿Erle Stanley qué...?
- Nada, déjelo.
Fuí a la biblioteca del barrio.
- ¿Quién lee a Mason hoy en día?
Fuí a las librerías.
- Lo siento, eso lleva décadas descatalogado.
- Gracias de todos modos.
Al final probé en la Cuesta Moyano, paraíso de la compraventa del libro usado y en desuso, un lugar que bien podía tener de slogan: "Si no está aquí y es viejo, es que no existe"
- ¿Mason? ¡Claro que tengo a Mason! -me dijo el librero- Te vendo dos por cien pesetas (no llegaba ni a un euro) ¡Mira en ese montón de ahí!
¡Pobre Perry Mason, nadie le quería!
Llegué a juntar 20 obras suyas, todas sucias, viejas y en papel reciclado. Alguna incluso con manchas de café. ¡Era la Lucas Corso de la literatura de Gardner!
Años más tarde las malvendí.
Pero en aquella época (y ahora que, ¡ejem! he reencontrado "El caso de la simpática impostora" y "El caso del gatito imprudente") era una fiel seguidora de las aventuras del abogado. (¡¡Nada que ver con la serie de televisión!!)
¿Por qué me gustaba tanto? Porque podía con todo y su lema era: "jamás traicionar a un cliente". Esperaba que ellos fueran desleales pero Perry no podía serlo.
Solía defender a muchos jóvenes amantes, separados por su clase social. Una vez, un rico le contrató para demostrar que el novio de su hija tenía "tendencias asesinas", porque su padre había muerto en la cárcel.
Perry descubre que el padre pudo ser inocente, y cuando al hijo lo acusan de asesinato decide defenderlo.
Mantiene un interrogatorio genial con un testigo de la acusación (el caso se llama "El caso del patito que se ahogaba" porque el acusado es científico y hacía experimentos con un pato), y cuando ya parece que ha ganado el "malo", Perry le hace una pregunta absurda sobre su pasatiempo favorito (la caza) y a partir de ahí va entrelazando preguntas y preguntas en apariencia triviales (dejando que el otro, encima, se las dé de superior), hasta que cae en la trampa que le ha tendido y le deja en evidencia ante los jurados.
La conversación es genial, el abogado viene a decir: "Puede que el patito pensara que, después de todo y aunque su amo fuera un asesino, merecía la pena vivir y decidió no suicidarse..." ja,ja,ja,ja. ¡Lo deja todo planchado! (Por cierto, que él había falseado las pruebas).
Es genial. Adoro a ese hombre.
¿Por qué no publicarán todas sus obras juntas en un formato decente?
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5 comentarios:
Me ha encantado lo de "si no está aquí y es viejo, es que no existe" !!! Muy bien definido ; )
Se te echa de menos :_(
Besitos!!!!!!! Grandes !!!!!
Me alegro de que te guste, Marta, tengo varios artículos preparados para el Blog. Los iré colgando poco a poco... ¡y faltan las entrevistas! La de la detective va a ser muy especial... y la de tu amigo Edgar, que me ha pedido que la retrase a noviembre que es cuando sale su libro, también.
Besos,
Nell.
No es Perry Mason, pero hoy me he topado con esto y creo que puede añadirlo a su WishList...
http://www.valdemar.com/product_info.php?products_id=639&osCsid=39e36927cc73c9e7b9584ea32681f664
Y, por cierto, entre Perry Mason y Patrick Jane empiezo a pensar que deberías probar con la novela negra... :P
^^ Ahí me has "daó".... XD
Ah! cómo mola el libro, Panta. Voy a comprarme ese y La mecánica del Corazón, que me recomendó una amiga hoy.
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