Diseñando personajes...
Hay que ver... qué detallista es nuestro amigo Panta. El cuidado con el que trata a sus personajes, inspira.
Una de las partes más maravillosas de una novela es crear personajes. La gran mayoría son una mezcla de personas que conocemos. Otros están desdibujados. Algunos jugamos a pintarlos o esbozarlos en un trozo de papel.
Muchas veces, los sacamos del cine.
Jugamos con ellos aunque a menudo nos soprenden (haciendo lo que les da la gana).
Mi protagonista tiene el aspecto de la hermana de una amiga mía que conocí con 19 años. Y que por cierto, no he vuelto a ver. Por qué mi cabeza ha elegido la imagen de esta persona tan alejada para darle otro nombre y otras espectativas es algo que jamás sabremos. Pero así es.
Panta dice que su Argos es una especie de Sean Connery.
Yo pongo otro referente.... para uno de mis malos. Éste que sigue, desde el momento que nació, tenía este aspecto:
Una de las partes más maravillosas de una novela es crear personajes. La gran mayoría son una mezcla de personas que conocemos. Otros están desdibujados. Algunos jugamos a pintarlos o esbozarlos en un trozo de papel.
Muchas veces, los sacamos del cine.
Jugamos con ellos aunque a menudo nos soprenden (haciendo lo que les da la gana).
Mi protagonista tiene el aspecto de la hermana de una amiga mía que conocí con 19 años. Y que por cierto, no he vuelto a ver. Por qué mi cabeza ha elegido la imagen de esta persona tan alejada para darle otro nombre y otras espectativas es algo que jamás sabremos. Pero así es.
Panta dice que su Argos es una especie de Sean Connery.
Yo pongo otro referente.... para uno de mis malos. Éste que sigue, desde el momento que nació, tenía este aspecto:
Pero luego, cuando los lanzas al mundo, los personajes de las historias cambian. En cuanto se hacen de los demás. Me explico: una vez publiqué un cuento en la radio. Yo tenía la imagen muy clara de la protagonista. Y en ese programa además de narrar, ponían música al cuento. Pues bien, cuando escuché la canción me pareció que no encajaba nada con la historia.
¡Nada de nada!
Y resulta que fue de lo que más gustó a los radioyentes. Que qué buena historia, que la música genial, y que la protagonista era de este modo, o de aquel otro. ¿En serio la veían de esa forma? Porque en mi cabeza tenía otro aspecto distinto.
¡Encima que los creas tú, van y te salen "rana"!
¡Menos mal que existen los ilustradores...!
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