El chico que camina justo detrás, me mira, yo ando apresurada, él finge que lee el periódico pero en verdad está intrigado. ¿A dónde irá esa chica con tanta prisa?

Al llegar a un cruce me paro bruscamente, indago a un lado y a otro, buscando entre mis recuerdos algo que indique el camino correcto...

Callejeo y callejeo por ese Madrid oculto, por esas avenidas empedradas que parecen alejarme del mundo... y del ruido. Hasta dar con el apellido que busco, tan familiar, en el cartel azul sobre una esquina.

Sonrío. Ya estoy cerca. Aprieto el libro entre mis manos, con apuntes ideas y proyectos. Antes de entrar en la cafetería veo a mis compañeros a través del cristal y la prisa se vuelve entusiasmo.

Es como entrar en casa.

Comienza la Tertulia literaria de las Siete y Siete.

Es como si cada uno fuera una nota musical. Por separado nada parece tener sentido pero cuando estamos juntos, suena la música. A veces leo en los libros de historia que los autores famosos de otras generaciones solían juntarse en cafeterías emblemáticas. Y me pregunto si ellos se lo pasaban tan bien como nosotros, si se sentían arropados, motivados, incentivados y alentados. Es cmo una segunda familia.

Además, me encanta el ambiente. Allá donde poses los ojos hay "bohemios". Dibujantes, escritores, pero sin "sobreactuar", sin salidas de tono... es como mezclar la cafetería de la Universidad con la biblioteca. O es como convertir una biblioteca en cafetería.

Somos tan dispares los autores que allí nos juntamos, que la variedad vuelve todavía más rico el grupo. Y lo que es común a todos es: la humildad. Algo que no se encuentra en este mundillo, sobre todo con la calidad de algunos de los integrantes (y su cifra de ventas)

La ubicación de esta cafetería es el secreto mejor guardado de Cuentos de Nelly (bueno, uno de los secretos...).

La identidad de los Tertulianos, un misterio desconocido.

Besos,

Nelly.