Primeros recuerdos.
Os voy a contar mis primeros recuerdos.
En aquella época, el mundo eran rodillas y zapatos. Es verdad. Era así. Suelos, rodillas y zapatos. No hace mucho, le dije a mi madre:
-¿El señor que venía a la ciudad y me daba los cubiertos del avión... era mi tío?
Veréis, yo -claro-, conocí a mi tío. Quizás hablamos más a partir de la adolescencia (cielos, estrellé su ciclomotor en la finca, cuando tenía once años, porque estaba jugando con una amiga. Tiene gracia, que tiempo después me di cuenta al empezar a trabajar, que yo era parte de la estadística. Resulta que casi todos estrellamos el ciclomotor de nuestro tío cuando cumplimos los doce... o los once...)
Bien. Ese tío, claro, era mi tío. Otra cosa es lo del aeropuerto.
Cada cierto tiempo, me ponían unos zapatos de charol negro y mi madre un vestido rosa extraño, porque era un rosa oscuro con unas líneas negras y curvas. Y entonces aparecía el suelo encerado. Solo que yo no sabía nada entonces ni de lo que era la cera, ni nada. Yo solo sabía que aquel suelo era diferente. No era el del parque, no era el de la calle, no era el de casa. Era un suelo raro. Y el espacio era enorme.
Y al final de aquel enorme paseo de suelo raro, llegaban los cubiertos. De plástico, blanco.
Cuando mi madre oyó mi pregunta, se quedó perpleja.
-No puedes acordarte de eso -me dijo-, ¡es imposible!
Yo, tranquilamente, contesté:
-Un señor venía a visitarnos cada cierto tiempo, e íbamos a buscarlo y tú llevabas tu vestido rosa y yo me ponía esos zapatitos negros con medias y caminábamos por un largo pasillo... que yo creo que era el aeropuerto. ¿Es correcto? Porque ese suelo cuando empecé a viajar de mayor... no sé, el ambiente, yo creo que era ese lugar.
-¡Sí!
-¿Ese señor era el tío?
Todavía muy sorprendida, mi madre repitió:
-¡No puedes acordarte de eso! ¡No tenías ni tres años!
-Pues me acuerdo.
Me acuerdo de recibir los cubiertos blancos.
-Me daba cubiertos, ¿a que sí?
Es en este punto en el que mi madre se ríe. No le cabe duda.
-¡Te encantaban! -responde-, no sabemos por qué te gustaban, pero te daba los cubiertos del avión porque a ti te hacían mucha gracia. ¡Sí! ¡Era tu tío! ¿Cómo puedes recordarlo?
-¿Vino muchas veces?
-¡Pues dos o tres veces! ¡Claro! Entonces, viajaba por todo el mundo.
-Entiendo.
Veréis, yo no sé la cara que tendría a esa edad, pero recuerdo el pasillo y recuerdo la mano de ese gigante y recuerdo el filo del cuchillo y el tenedor. Qué extrañas herramientas. Recuerdo que sí, claro, gracia o curiosidad. No sabría decirlo.
Ahí tenéis uno de mis primeros recuerdos.
-¿De verdad me gustaban los cubiertos?
-Te llamaban mucho la atención -dijo mi madre-, no querías juguetes o golosinas, te llamaban la atención los cubiertos. Así que tu tío te los guardaba. Cubiertos de plástico, ¡ya ves! ¡No valían nada!
El segundo tiene que ver con una siesta.
Yo era muy neurótica de niña. Y sin querer, pues me quedé dormida. De manera que, cuando hubo que ir a echar comida a los animales (conejitos) yo estaba dormida. Resulta que me despertaron y dije: "¿vamos a dar de comer a los animales?" y le respuesta fue: "Ay, estabas dormida y ya le hemos dado".
Bien, me pillé un cabreo tan grande conmigo misma que yo creo que desde entonces sé despertarme en el minuto que quiero, sin despertador. Y cuando digo "conmigo misma", digo que le dije a Coso: ¡Te has perdido algo por no controlar cuándo te despiertas! ¡Ves??! Te has perdido algo!!!
Aquí, doña control, era ya un monstruo con cuatro años.
Y, más o menos, por esas fechas (un poco más adelante), monté un pollo monumental porque igualmente me perdí el ir a echar la carta a los Reyes Magos.
Esto tarde años en pillarlo.
-¿¿Cómo que ya la has echado?? -le dije a mi madre, echa una furia en miniatura-, ¡¡pero, por qué???
(otra vez como en aquella siesta)
-Bueno, es que pasaba cerca del buzón de los Reyes -contestó mi madre.
En serio, en ese punto habría sido mejor decir la verdad: Nelly, los Reyes no existen. Trata de no intentar controlarlo todo.
Recuerdo no saber leer. Gritaba como una loca porque la programación infantil en aquella época de solo dos cadenas de televisión, la ponían por escrito. Así que gritaba para que me la leyeran. Pensaba: "jolín, a ver si aprendo yo".
Recuerdo el día que aprendí a leer. Mi profe se puso mala y vino la de al lado (parvulitos) y allí estábamos con RA y NA y LA y todo eso y el lenguaje de signos. (¡ey, ahora que caigo, yo conozco el alfabeto de signos, qué bueno!!!!). Total, que llegué a casa y con un trozo de papel, me puse a jugar en una mesa que hoy no me llega ni por la rodilla y entonces era una montaña. Cada vez que juntaba aquellos RA y NA le pedía un adulto que me leyera. NA-RA. LA-LA. NA-NA. Hasta que: Rana.
RA-NA
Rana.
Una rana verde. En mi mente.
¡Espera! ¿Rana? ¡Una rana!
Ahí lo entendí. De pronto garabatos eran cosas.Y bueno, qué momento. Qué momento. Le dije a mi yo interior: "Puedes tenerlo TODO"
Todo!!!
Rana
Zapato
Arco-Iris
Lucha
Frío
Ballena.
Todo. Todo el cosmos, todo el mundo. TODO.
Buah, locura total.
En fin, pues eso.
Saludos!!!
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