En el que analizo mi uso de las redes sociales.

 



Un médico le ha recomendado a un amigo mío que dejé de usar Redes sociales durante cierto tiempo. Y a mí, la medida, me intrigó.

Cuando yo era pequeña quedábamos así:

-¡¡Mañana a las 6,30 donde siempre!!

o:

-¡¡El viernes a las 5,00 en la esquina de la casa de Gema!!

O donde la tienda. O en la plaza.

Y ese día, a esa hora, todas estábamos allí. Todas. No tenías que mirar el móvil cada cuatro segundos por si el lugar del encuentro había cambiado. Y si alguien no estaba, o bien íbamos a su casa, o se llamaba desde una cabina. Para los jóvenes: en las cabinas se cambiaba Superman, jajajaja.

Mi primer móvil fue un One Touch Easy y me lo regaló un amigo. Yo tenía quince o dieciséis años, debía ser el año 1997, o 1998. 

De hecho, fue el creador de este blog el que me lo regaló.

De eso han pasado ya, quizá, varias generaciones y empezaron a oírse cosas sobre las adicciones al móvil, etc. 

Mi relación con Internet fue más bien intermitente; pasar de los chats aquellos tipo Camelot, que eran lo más en los años 90, a olvidarme de todo el asunto hasta que, un día, en una agencia de publicidad (donde yo trabajaba), aburrida como una ostra en una hora muerta, me puse a buscar: Libros, foros de libros, literatura... Yo tenía 23 años.

Y de pronto llegué a un avatar: una joven leyendo a la luz de una vela, llamada Madison.

Y debajo de la foto de Madison ponía: "No tengo vida social".

"¡Jajajaja! ¡Jajajajaj!" me reí internamente, "¿¿¿Y lo dice así, como si tal cosa???"

Miré el avatar durante diez minutos, sin atreverme o no a registrarme.

Así llegué a Ábrete-Libro.

Y me registré. Y así nació Nelly. Porque tuve que elegir un nombre. En realidad yo me llamo Eva, pero me chifla que me llamen Eve. Cosa que sólo hacía una persona. 

Bien, Nelly entró en el foro, vio el Certamen Literario y dijo: "lo voy a ganar" Y escribió una historia de un Fabricante de Muñecas que vivía en un pueblo francés y las hacía con material sacado de un lago, material perfecto para muñecos perfectos, hasta que un día le sale una muñeca con un ojo verde y el otro azul. Muñeca de la que se ríen todos, por cierto. Hasta que, ya casi al final del cuento, un misterioso viajero (que es Lon Escalón, en realidad, es el Historiador del libro de Asworth, pero años antes de escribir dicha historia), entra en la tienda y le compra la muñeca. El artesano ya no se la quiere vender, porque está harto de que todos se rían de él y de su muñeca, y el misterioso viajero con chistera le muestra un muñeco idéntico, con los ojos dispares.

Decídme que no veis amor ahí.

Y al conocer al fabricante de muñecas, le regala el otro muñeco y desde entonces ambos están en el escaparate, más felices.

Bien. Queridos internautas, el cuento era cómo me sentía yo y una esperanza que creí... en fin, creí que la muñeca moriría sola, la verdad, hasta que encontré al actor. Es tan raro, tan especial y tan... pero bueno, no importa. Todas las historias son complicadas. 

El relato ganó por unanimidad.

"¿Y quién es Nelly?"

Pues "Nelly" era una "locuela" de 23 años que cotilleaba todos los foros (entonces sólo había dos) poniendo cosas como ¿de qué color es tu cepillo de dientes? ¿hacemos un bar virtual con escritores muertos? o Palabras Encadenadas.

Y en ese tiempo el Foro empezó a expandirse y a ocurrir una cosa curiosa: las quedadas.

Antes de Meetic, Toopic, Tupic, Meet Up y todo eso, los de los foros literarios (y otros) empezamos a quedar. Y yo iba, sí, yo iba. Lucía, la dueña del foro, me avisaba siempre. Hasta que un día, en una presentación literaria, alguien dijo esto:

-¡Hombre, Nelly! La forera fantasma.

Y ahí yo me giré y dije: ¿Qué?

-Claro, es difícil verte... yo sé que vienes pero siempre tienes otra cosa por hacer y apenas te quedas un rato...

Abrí la boca para protestar... y hasta levanté el dedo índice, y habría dicho algo de no ser porque entonces me di cuenta de una cosa:

"Es que tengo inglés, es que tengo examen, es que tengo trabajo, es que he quedado luego, es que...."

Era verdad.

Hacía lo que una vez dijo el Muso que hago, estando yo delante de su mesa (y habiendo ido yo a cotillear, una vez pasados ciertos minutos, me di cuenta de que quería irme), cuando me miró y dijo algo como: "Ha venido a ver qué pasa y ahora desaparece".

jajajajaj!

Bueno. Quizá tenían razón.

El foro creció, creció, creció más... y empezaron los problemas. Las broncas, las movidas, los malos rollos. Y yo quedé con la dueña y protesté. La dueña me dijo una frase (sin alterarse): "Nelly, lo que hay fuera en la sociedad humana, lo tienes en un foro cuando se hace grande, porque a fin de cuentas, está todo formado por seres humanos". Ya. Luchas de poder, enfados, rivalidades, cotilleos.

Adivináis quién abandonó el foro, ¿verdad?

No del todo, sigo estando, sigo volviendo. Ahí me conoció un editor. Seguí ganando concursos de relatos... Pero tras dos o tres jornadas literarias a nivel nacional, maravillosas, empecé a desvanecerme:

-Es que no aguanto a Menganita, ¡Cómo le publica Espasa a Menganita!

Yo sí conocía a Menganita y es un ser afable y maravilloso. Allí sentada, oyendo a aquella mujer "ponerla verde", se me estaba atragantando la comida.

-¿Por qué no te gusta?

(Yo había publicado ya con Espasa)

-¡¡Porque la publicaron a ella y no a mí!!

¿Veis? Yo no puedo con estas cosas. ¿Qué tendrá que ver la literatura de una persona con la persona en sí? ¿No podría haber dicho, "No conozco a Menganita pero estoy super enojada porque Planeta me ha rechazado y la publicó a ella"? Además, el "no" es lo normal cuando publicas. ¿Qué esperas que te digan? ¡Grandes autores presentaron sus novelas docenas de veces, les dijeron no, y luego fueron un éxito! No pasa nada, así es como funciona. 

O esa vez que alguien puso en un subforo: "Si no te gusta Tolkien es porque eres imbécil". Estupendo. Sí señor, qué buena argumentación, que ejemplo de diálogo razonado, que nivel. Por ahí no paso. Si no sabemos distinguir entre opinión personal y mérito literario mejor nos dedicamos a hablar de otra cosa. Yo no soporto el libro Crimen y Castigo. Pero supongo que mérito tiene, al igual que otras mucha sobras, que gente más sabia que yo admira y disfruta. Por cierto, a mi Tolkien sí me gusta pero jamás le diría a alguien que es "idiota" por que prefiere leer la biografía de un famoso. Cada cual que lea lo que quiera, mientras lea. Y no dicha lectura no transmita ideas peligrosas, claro. 

El otro día leí en Twitter una autora super-enfadada porque ha publicado con una editorial pequeña, ha organizado una presentación y fueron 4 personas. Y se hunde. "Me habéis roto el corazón, voy a dejar la profesión". A ver si lo entiendo, ¿escribes porque quieres fama y gloria y una presentación llena de gente? A mí Planeta me organizó una con bloggueros y yo estaba en pánico. ¿Para qué quieres gente en una sala mirándote fijamente? No te hablo desde el desconocimiento: yo lo hago, lo he hecho, y sí, una vez que te calmas y hablas del libro está bien. Lo mejor son los ojos de los lectores jóvenes cuando verte es como una gran noticia, un gran acontecimiento. Hasta he firmado autógrafos. Pero, ¿para qué exponerse? ¿Y dejar de escribir porque no va gente entre diario a una presentación? ¡Por favor, yo hasta me alegraría! ¡Dejádme todos en paz, jajajaja!

Bien. Igual soy un poco rara.

Mientras todo esto ocurría, surgía Whasap y otras redes sociales. Para cuando me puse Whasap mi hermano mayor me dijo: Bienvenida a la era Digital. Casi te la pierdes. Y yo me eché a reír.

He leído que algunas personas "entran en whasap" para que otras vean que están dentro y se pregunten: "¿a quién escribe?". Bien, yo cuando veo que alguien está dentro de whasap pienso: no tiene otra cosa mejor que hacer. 

No le prestaba demasiada atención, nunca recibía cosas importantes, nunca entendí a amigas que interrumpían una conversación para mirarlo (de hecho, era tan ajeno para mí lo que sentían que hasta pensaba que lo hacían a posta para molestar), y así pasaron años hasta que un día, dando clase en el trabajo, sonó el teléfono...

Y era el actor.

Y de repente, como en una película, vi que yo desviaba la atención de los alumnos -cosa que jamás había ocurrido-, y levantaba el teléfono de la mesa y leía el mensaje.

Tras ocurrirme varias veces, le mandé un mail: "Oye, no puedo seguir escribiéndome contigo. Porque me gustas". A lo que siguió  todo un extenso manual de "La Guía de la Catástrofe", aderezado con muchas y notables explicaciones sobre porqué la situación eran mala, y podía ponerse peor. La respuesta fue:

"¿Quieres ir al cine?"

((imaginad un emoticono con cara de circunstancias))

Quieres ir al cine... Pues claro, qué pregunta, ¿quién no quiere ir al cine?

Vale, entonces comprendí a la gente enganchada a las Redes.

Me hice un Twitter (más bien, me lo hizo Espasa) y durante un tiempo lo llevo una chica que ahora es escritora (y buena, según creo, lleva ya varios libros, es seria, encantadora y además conoce el sector). Y yo tuve que manejar mi Twitter y al principio fue un desastre porque sólo leía a gente chillando. Si casi no pongo las noticias, imaginaos eso. Casi me rindo. Pero perseveré y conseguí un twitter amable. Astronautas, físicos, escritores, mamás que cuentan anécdotas, chicos que hablan de videojuegos... de vez en cuando alguna noticia, alguna crítica, vale. No hay problema. Muchos escritores de diferentes niveles, y... ahora me resulta una red entretenida.

Mi nuevo editor quiere que mueva Instagram.

Ni idea de cómo hacer eso.

¿Y qué publico?

¿Qué es Instagram? ¿Una red de fotos? De fotos de qué, ¿¿¿de mi vida privada???

Una amiga me dijo: "Nelly, ¡no te sigo en Instagram pero te sigo en Whasap!" ¡jajajaj! Y mi hermano mayor dijo: "¿Te importa dejar de cambiar de foto de perfil cada treinta segundos? ¡me vuelvo loco intentando encontrarte!". Bien, no sé nada de Instagram pero me gustan las fotos que cuentan historias, y las pongo en mi perfil de whasap. Un día soy yo, otro día (casi todos) lo que veo. Si veo una ilustración bonita, un gato perdido, una mano que acaricia a otra (ah, cotillas, todo lo queréis saber), una sonrisa... en realidad es la vida en imágenes. Pero para mis contactos. No creo que a nadie le interese la foto de una taza o de un escarabajo o de una planta. Mis contactos sí, porque me conocen y hasta pueden imaginarse lo que hay detrás. Pero si yo viera una margarita en Instagram tardaría tres segundos en pasarla y dos en olvidarla. 

No sé cómo se hace un Instagram de escritora. Lo tengo que pensar.

Si me agobian las Redes (Blog-Whasap y para de contar), yo quito los datos durante unas horas. En el instante en que siento algo muy lejano a lo que sentí aquel día en la clase cuando mis manos se movieron solas... en el instante en que tengo el más leve malestar... quito las redes. Y a mí me calma.

Pero claro, yo no nací en la era digital. Yo soy de los 80. No tuve móvil hasta los 16.

Para mí eso es una ventaja. Es como yo lo veo. Pero no digo que las redes sean malas, en absoluto. Sólo digo que no deben agobiarnos. Lo importante es el presente, lo que tienes delante. La amiga, la familia... cuando eso no te es suficiente, miras en la Red. Así que, con esa idea de base, comprenderéis que para mí alguien que está en redes no es alguien... super guay. Al revés. Si yo me hago veinte selfies a lo largo del día y los subo, es que ni me fijo en esa persona, a mí me llama la atención el que no cambia, y yo sé que hace cosas, el que es un misterio. O vale, el que dice que quiere ser Astronauta (le respondí a Santaolalla desde el fondo de mi corazón y 400 internautas se han reído mucho. A ver es que... ¿en serio? ¿el espacio????). Esas cosas, sí, aprender, conocer a gente diferente, pero poco más.

Y vosotros, ¿qué uso hacéis de las Redes y lo digital?  


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