Un cuento para un día triste.

 La alcaldesa llegó llorando a su casa.

-¿Qué te pasa? -preguntó el cartero.



Y la alcaldesa lloraba y lloraba.

Y lloraba más.

Y así llorando se pasó buena parte del crepúsculo y de la noche. Y el cartero no le dijo nada. Porque veía lo que le pasaba.

Y cuando dejó de llorar se le acercó.

-¿Sabes por qué sigues pensando cosas buenas de una persona que te hace tanto daño?

Ella se encogió de hombros.

-Porque cuando le miras a él y piensas todo lo bueno que tiene, en verdad te estas mirando a ti.

La alcaldesa dejó de llorar.

-¿Y sabes que todo lo que dice en realidad no es de él, sino lo que él ve cuando se mira en ti?

Y la alcaldesa volvió a llorar de nuevo.

-Nell, que es todo mentira.

Y más lágrimas.

Y tanto lloró que inundó la habitación. Y cuando se hubo calmado, el cartero se dio cuenta de lo que pensaba. 

-No estés tan triste -le dijo- piensa en todas las cosas hermosas que te dicen los que te quieren.

La alcaldesa dejó de llorar.

"¿Y ahora qué hago?" preguntaban sus ojos.

-Bueno, mira, en primer lugar, deja de buscar reflejo en él. Te hace daño y no nos ve a ninguno de los dos. En segundo lugar, los demás ponen sus intenciones en ti, sin conocer las tuyas. Y como tú no las conoces, a veces dudas. Pero en el fondo, sabes cómo son. No sé si alejarlos puede funcionar, pero tomar distancia es bueno. No intentes solucionar los problemas. Si ves llegar el conflicto, que lo resuelvan ellos. No intentes ayudar a esa persona. A lo mejor no lo estás haciendo. Y fíjate que esa energía mala te afecta a ti principalmente. Los "dimes" y "diretes" siempre han existido; tú no tienes porqué avisar ni salvar a nadie...

La alcaldesa respiró tranquila.

-Jo, menudo susto -dijo al cabo de un rato.

Era una gran ventaja contar con una Ciudad de los Cuentos, donde resolver todos los problemas. Un lugar donde sentirse tranquila y estar a salvo.

-¿Por qué se mete tanto conmigo y no me cree?

-No te cree porque piensa que así te ayuda en algo. Y es justo al revés, te hace más daño.

-¿No puedes hacer que todo desaparezca?

-¡Jajajajaj! jajajajajaj... NO funciona así.

-Pues ya podía.

-Vete a dormir, lee un buen libro. Pon algo de música, aleja lo que te hace daño... sabes que si alejas de ti...

-...lo que me hace daño -dijo Nelly-, sólo con su ausencia mi estado natural es la alegría.

El cartero sonrió.

Sí, era una gran lección.

Sólo había que apartarse un poco y de nuevo la alegría volvía a su corazón.... 

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