Tras acabar el de Chesterton, conviniendo que el buen hombre no tenía razón en muchas cosas, pero que leerlo es un deleite, he empezado "El infinito en un junco" de Irene Vallejo. Y cuando yo doy con algo que me gusta, me pongo super-pesada con mis amig@s. Tanto es así que he organizado un taller con ellos para el día 27 de febrero, y además hablé del libro en otro grupo de lectores a los cuales no conozco demasiado, si exceptuamos a los organizadores de los talleres de escritura, entre los cuáles me encuentro y que también están en dicho conjunto. 

Soy muy de iniciar debates y luego retirarme, cuando se polarizan posiciones. Es decir, básicamente, me cuesta llevarle la contraria a la gente, a no ser que tenga confianza. Entre mis amigos, tengo confianza, pero con el grupo de lectores del taller, no. Huelga decir que, lo que yo considero conflicto, para los demás no es ni una leve discusión. Siempre me acusan de ser demasiado diplomática. En los talleres de escritura creativa yo soy de las organizadoras que no quiere comentar los textos. ¿Por qué? Pues porque son muchos años trabajando con textos, y sé lo que pasa cuando la gente cree que tiene que opinar porque sí, y se nota que ni ellos mismos se creen lo que dicen y lo están improvisando, y también sé que a menudo se confunde opinión con hecho real. Es decir, yo recuerdo una movida muy grande porque alguien dijo a otro alguien que si no le gustaba Tolkien es porque era idiota. (Y os lo he suavizado). A ver, a ti puede gustarte o no gustarte Tolkien,... lo que no tiene nada que ver con el mérito literario. Yo no pude soportar Crimen y Castigo (algún día volveremos a hablar de él) y sé que su autor es un genio. Ahora, yo no quiero leerlo.

En uno de estos encuentros literarios, alguien me miró meneando la cabeza porque yo metía Middlesex en el mismo "conjunto de obras que me gustan", junto a Sangre Fría. El hecho de juzgar lo que a mí puede gustarme o no es absolutamente absurdo. Yo sabré lo que me gusta, y si quiero meter en el mismo saco las palomitas de maíz con el shushi pues lo hago. De hecho, para mí Middlesex es superior... pero como el otro lector tenía el libro (por cierto, premio Pulitzer) atravesado, pues no había manera de que me entendiera.

Tengo una amiga que siempre me dice que soporta miradas altivas cuando dice que lee "romántica". El género se está vendiendo como churros en España, por cierto. Igual que la histórica. Aquí vende mucho. Yo lo he intentado con la romántica y hay libros que no usaría ni de pisapapeles, de lo malos que me parecen, pero no puedo juzgar a un lector mejor o peor que yo por eso. Que Chestertón tiene más calidad que una novela cutre escrita con frases cortas y lenguaje asequible... Sí. Igual que Crimen y Castigo tiene más mérito que La Elegancia del Erizo. Sin embargo, yo prefiero el segundo libro. Eso no me hace ni mejor, ni peor, ni más culta, ni más lista... son gustos, nada más. 

Si bien, repito, yo diferencio entre "me gusta" y "mérito literario". Son dos cosas bien diferentes. Y la gente, suele mezclar. Lo que les gusta a ellos es "porque es buena literatura". Da igual que una obra tarde en escribirse 23 años y la otra la garabatees en el asiento del coche mientras esperas a tu pareja. Si les gusta ya te dicen que es mejor... Pues no. Y el siguiente y absurdo paso es juzgar al lector por ello. Pues veréis, yo tenía una compañera de Universidad que era un cerebrito,  y veía telebasura. Si alguien juzgara a mi amiga por lo que le gustaba ver en la tele, no iba a saber quién era ella ni de lejos, porque sacaba matrículas de honor. Un día le pregunté cómo podía soportar esos programas de gritos, a mí me estresaban, y la respuesta fue que le parecían tan estúpidos que le ayudaban a descansar.

Por el mismo motivo cada uno lee lo que quiere... y cuando quiere.

A mí me ha dicho, ¡jajaja!, que es muy raro porque lo que leo y lo que escribo no tiene nada que ver.

"El infinito en un junco" me está gustando mucho. Es la historia de los libros. Y del pergamino.

Me gusta el lenguaje. Después de Chesterton es mucho más asequible. Y me ha encantado el capítulo 2 que habla de los griegos, de Homero, de la Ilíada y de Ulises. Es genial porque me daba la sensación de estar viviendo en Grecia y entender perfectamente su cultura. Bueno, a mí la cultura clásica me gusta mucho (la mitología y las historias) pero soy una verdadera inculta.

No tenía muy claro ni quién era Homero. Y gracias al capítulo 2 del libro, sé quién era maestro de Alejandro Magno, y que la vida marital de Sócrates no era la mejor del mundo, ¡jajajaj!

Sobre todo, es que me daba la sensación de estar paseando por una polis griega. De entender a la gente, ¡ni siquiera me hacía falta entenderlo, me parecía estar allí! Creemos que hemos cambiado mucho y no hemos cambiado tanto. 

De  momento estoy con ese libro así que no puedo recomendaros más. Sí que puedo deciros que a los misterios del Padre Bronw no me enganché. "El candor del padre Bronw" no me gusta. Tampoco me gusta Sherlock Holmes. Sólo he leído un libro de él, y así como en audiovisual este personaje sí me gusta, en el libro no pude pasar de aquel: "Hasta para un hombre tan básico como usted, Doctor Watson..." ¡Pum! Libro cerrado de golpe. ¿Qué leen mis ojos? ¿Un hombre tan básico como usted? ¡Pero serás pedante e idiota! Claro, dejé de leer. De verdad, admiro mucho la humildad en las personas. Si eres un genio pero tratas así a tus amigos... en realidad eres un poco tonto. ¡Jajajaj! Luego me enteré de que al autor no le gustaba el personaje.

Si queréis una novela entretenida e interesante, de misterio, tengo una que leí dos veces, El hotel encantado, de Wilkie Collins. No sé qué pasa con ese libro que sólo lo recuerdo cuando lo leo. Es decir, me sé pasajes de libros de memoria, (se me quedan sin más) pero esa novela cada vez que la leo es como si la leyera por primera vez. ¡No sé por qué cada vez que la termino se me olvida! Y así me dan ganas de leerla nuevamente. Debe de ser buena. La he leído ya dos veces y me están dando ganas de empezarla otra vez...