De como me pasé a la dieta sana...

Bueno, esta es una entrada en clave de humor... (acaba de sonar algo extraño en otra habitación).
Veréis, hace un par de semanas empecé a trabajar en mi nuevo departamento y pensé que estaría incómoda comiendo en la oficina, así que me dije: "bueno, tú llévate cosas para picar y así si no comes luego... pues no pasa nada. Lo importante es que no pases hambre, para evitar que estés incómoda".

Resultó que me pasaba todo el tiempo comiendo. Y los tres primeros días comí fuera, además, (no tenía organizado lo que llevarme) y creo recordar que fue en el día número tres en el que dije: "Basta". "Te buscas algo fácil de comer en la ofi, y te lo llevas". Así que un día comí una tortilla francesa, sin pan, ni nada... por no llevar, no llevaba ni sal (siempre me olvido de echarla).

Hay una cafetería estupenda pero... no sé porqué cuando me acerco a cotillear los platos, tengo la sensación de que nada va a gustarme. Puede que sea el envoltorio de plástico. Ni idea.

Yo necesito comer. Cuando hacemos rutas de senderismo, la gente come y se para. Yo no. Yo voy cada vez más baja y más baja y más estresada incluso, hasta que como y entonces me activo. Debe de ser por la tensión. Es probable que la tenga un poco baja. 

Ante este panorama, pensé: "bueno, pues ya que vas a estar zampando todo el día, llévate cosas sanas". Así que me he pasado los últimos 8 días comiendo todo el tiempo pero, ¿qué cosas? Pues mandarinas, nueces, arándanos,... sí, claro, café, y fruta a manos llenas. Es como hace tres semanas que me dio por tomar zumo de naranja, y estuve tomando zumo de naranja con limón (natural) cada día durante 3 kilos y medio de dichas frutas, jajajaja.

Y ahora estoy cenando a las siete o a las ocho de la tarde.

Como llego con hambre y no quiero acostarme con el estómago pesado, hoy por ejemplo, abrí la nevera y vi que estaba a punto de caducar una bolsa de verduras para hacer hervidas en el microóndas. Las había comprado para hacerlas en la oficina, pero dichosa vergüenza, ... no me atreví. Y me ha sobrado la mitad de la bolsa así que las llevaré mañana.

"Allá va mi plan de hacerme algo grasiento para cenar" pensé observando las tres baldas vacías de la nevera "porque esta bolsa está que caduca".

Total, que meto la bolsa de verduras (después de haber comido fuera una ensalada, sobre la que me abalancé con mucha hambre), y una vez hechas, viendo que me daba pereza descongelar la carne, saqué algo más sencillo de hacer del congelador. Y cuando iba a prepararlo, me dije: "Ains, qué peñazo, sólo de pensar en aceite y freír... y limpiar... bah, venga, lo hago cocido".

La bolsa de verduras explota en el micro. Ya empezamos. La saco. "Pues espero que estén buenas porque no voy a esforzarme más". Las pruebo pero antes me da por echarles limón (ya frías). Se supone que no era para hacer con limón. Yo no sé en qué estoy pensando. Ahora me va a dar por echarle limón a todo. Lo pruebo y me doy cuenta de que es el preparado (casero, de la abuela) que llevan los mariscos en las ferias de mi pueblo. "Pero si esto es perfecto para unos mejillones...". Miro lo que lleva: pimiento, puerro, pepino... cebolla, calabacín.

Me zampo el pollo con las verduras y de acompañamiento le echo guisantes.

-¡¡No puedo más!! ¡Estoy llena!

Es que esto ha sido un exceso, pienso. Estoy llenísima. Me siento hasta culpable porque he comido.... Me fijo entonces en la cocina. "¿Qué he comido?". ¿Un atracón de verduritas con carne hervida?

¡JAJAJAJAJ!

Ay señor.

Ni para darme atracones decentes valgo. 



(*=echarle limón a todo, porque el Muso me dijo que empezara las mañanas con un vaso de agua templada con zumo de limón... y sienta de maravilla!)


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