Sueños que son historias (La cerradura)

 

Hoy he entrenado con mi bicicleta. 22 kilómetros. También he caminado 11.000 pasos, y he bailado durante una hora y media. Sin embargo, no va de eso esta entrada. 

Al regresar del entrenamiento, puse una película llamada La gran apuesta, que trata de economía. Es parecida a Margin Call, que me parece un peliculón, pero esta tiene un afán (creo), más didáctico. Explica la crisis económica. Me la recomendaron porque hace dos días yo dije que en este sistema, lo importante es que el dinero circule.

-Keynnesiana -me dijeron-, estás equivocada. Tienes que crear riqueza. 

De ahí me contaron la anécdota de un pueblo donde un señor va a un hotel y tiene que pagar cien euros, los paga, sube a la habitación, la habitación no le gusta, baja de nuevo al hall y pide que le devuelvan su dinero. Pero el dueño del hotel lo ha usado ya para pagar la deuda del panadero, a su vez, el panadero ha usado los cien euros para pagar al zapatero, el zapatero ha pagado al que le alquila el piso y este a su fontanero, quien a su vez ha tenido que desplazarse desde otra ciudad y ha pagado cien euros al hotel. El del hotel... devuelve esos mismos cien euros al cliente que no se queda con la habitación. Es dinero circular. 

A grandes rasgos, lo que me explicaron fue que en ese sistema... hay crisis periódicas inevitables. Tan preocupada me quedé de lo volátil que me pareció, que al levantar el vaso de café de la mesa observé el dibujo que había dejado y me pareció una cara preocupada:
(luego os pongo la foto en blanco y negro, y ya me decís sino veis un "muñeco preocupado" )




Me recomendaron esa película y la vi pero me estaba quedando dormida. Me entró un sueño terrible. Así que anulé una cita de la tarde y me quedé dormida.

Soñé que iba a comprar a un supermercado bastante conocido. Al llegar, guardaba la compra en una taquilla, pero la taquilla era pequeña o inadecuada. Así que le decía a un chico del supermercado:
-¿Dónde está la llave? 
El chico del supermercado me entregaba un mando complicadísimo. Tenía llaves por arriba y por un lado, y un sinfín de opciones, casi como una navaja suiza.
"¿Pero esto qué es?"
Miré la cerradura y miré todas mis llaves. "¿Qué?". Y me enfadé. Me enfadé muchísimo. No creo recordar ningún sueño reciente en el que me haya enfadado tanto. Probé una llave, no iba. Probé otra, no funcionaba. Probé una tercera, con el mismo resultado.
Me giré hacia el chico:
-¿¡¿Os parece lógico esto?!?
Sí... yo estaba soñando pero no lo sabía. Usar la palabra "lógico" en un sueño... es un poco irónico. La taquilla era una caja transparente. Pero ninguna llave encajaba en la cerradura. Probé una, dos, tres... llaves finas, llaves que era como un simple alambre, llaves complicadas. Era un acertijo imposible.
-¡¿Cómo se abre?!
-Con la llave.
-¡¿Con cuál?! -uff, ahí me enfadé todavía más-, ¿pero os parece normal esto..? ¡¿Sabes qué?! ¡No pienso volver a comprar en este supermercado!
El joven se encogió de hombros.
-Es lo que tenemos.
-¡¿No ves que esto no tiene sentido?! ¿No ves que esta cerradura no tiene lógica? -y ahí me puse como un sargento-, ¡Mira, ¿sabes una cosa? Te vienes ahora mismo aquí y me devuelves mis cosas! 
Yo era el cliente, a fin de cuentas.
-¡No pienso volver a comprar en este establecimiento! ¡Estáis locos! ¿Qué tipo de empresa diseña esta cerradura?
El chico dijo: "Está bien"
Y entonces apareció otro trabajador. Llevaba unas gafas de relojero, de esas que tienen aumentos en un sólo ojo, y casi era cómico pues parecía un catalejo. Y con eso y unas herramientas finísimas, se puso a hurgar en la cerradura.
-¡¿PERO OS PARECE NORMAL ESTO?! -repetí indignada.
Una taquilla de un supermercado tiene que ser fácil de abrir. Y aquello era como una caja fuerte.

En ese instante sonó el teléfono móvil con tanta fuerza que me despertó.
Medio dormida, alargué la mano para ver el mensaje de una amiga: "Tengo el coche en el taller, ¿quedamos un rato?"

Cerré de nuevo los ojos, aún con la imagen del chico del super intentando abrir la cerradura, con aquellas gafas tan cómicas. Pero me obligué a despertarme del todo. Y a no enfadarme. Mis sueños me enfadan mucho, a veces.

"Si" contesté, medio dormida y con el pelo revuelto, "¿dónde estás?"

Despeinada, me puse las zapatillas y bajé a la cafetería.
Pedí un café con leche, claro. 

Se nos hizo tarde y el plan no previsto se unió al siguiente plan de la tarde, que se prolongó hasta la noche.
Pero eso ya, es otra historia...

Sigo intrigada porque no sé qué puede significar soñar con una caja tan complicada de abrir. Y encima, transparente. Es una locura. 

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