Un paseo en bicicleta.



Hace unos días el Muso me dijo una frase que me sorprendió un poco. Yo le dije lo que creía que era algo que había dicho él, y contestó:

-No. Es saber lo que es bueno para ti, más allá de que algo te guste o no. Amplia tu horizonte... ¿cómo te ves dentro de treinta años?

"Muerta". Pensé.
Y abrí un debate interior que tuve que cortar, porque si no, perdía el hilo.
"¿Dentro de treinta años? Uy, no podemos imaginar tanto... qué miedo. ¡Pero si tengo una maldición que imagine lo que imagine, sale del revés! Digo llueve... y hace sol. Digo esto.. y pasa aquello. Es casi como una especie de regla irónica dedicada a tocarme las narices..."

Quién se atreve a imaginar algo dentro de treinta años....


Hoy me levanté super-temprano porque había quedado con un amigo para ir en bicicleta.

Saqué la bici del garaje de otros amigos, monté y vi que no había perdido del todo la sensación (en mi recuerdo), así que en un par de pedaladas volvía a estar cómoda y en modo "no tener que pensar", pues sé de sobra cómo es esa bici, lo que pesa y por donde va. Aún así, me dije, "ve con cuidado". 

Mientras esperaba a mi amigo, me puse a pensar: "¿y cómo vamos a hacer en ese cruce? ¿y qué pasa con la gente? ¿y si... ay, cielos... ".

Que si con la mascarilla no me apaño (no sé, yo me ahogo muy fácilmente con la mascarilla. Y cuanta más gente hay alrededor, peor y más rápido me siento mal), y ese carril bici se pone hasta los topes.

Y había un sinfín de teorías mías (para que veáis que siempre salen las cosas del revés), basadas en pruebas científicas, lógicas e incuestionables, que establecían obstáculos en el camino.

Llega mi amigo.

-Caramba, ¿has hecho deporte? -pregunté.

-Mucho -contestó.

Y yo con tripita cuarenténica.

"Caray, qué buen aspecto tiene".

Ahora que todo es mascarilla por aquí, mascarilla por allá, parece que los ojos importan más. Y yo cuando miro a los ojos a alguien... me pierdo. No siempre, sólo pasa a a veces. Es como que se ve algo que no se puede definir pero que te aporta mucha información de la otra persona. O no información, sino intuición. 

-¡Jajaja! -mi amigo se ríe.
- ¿Qué?
-Vienes con mascarilla "moda primavera-verano".

¡JAJAJAJAJ!
Ya, porque es de tela.
La que lleva él a mí me da alergia.

-Mira -contesto-, me he hecho ya un par de moratones.

(Veréis mañana mis piernas)

Hemos quedado muy temprano para evitar a la gente. Y empezamos a pedalear.

Al poco, me dijo:

-Tú ve a tu ritmo, que yo me adapto. Y no te preocupes si mueves la rueda para un lado o para otro. 

Este amigo y yo nos conocimos hace 18 años, en la universidad. Parece otra vida, de verdad... y nos re-encontramos casualmente, porque mi mejor amigo músico me dijo una cosa en el metro una vez. Viajábamos los dos hablando y entonces me dijo: "Como un amigo mío, ingeniero de Teleco, que lo dejó todo y abrió una pastelería". A esto yo contesté: "No fastidies, ¡esta historia te la he contado yo!". (Vivo en una ciudad de tres millones de habitantes). Mi amigo me miró y me dijo: "¡Pero que dices Nelly!, es un amigo mío..."

Nos quedamos los dos callados (qué momento de silencio tan memorable)
Y entonces los dos dijimos a la vez:

-¡Menganito! ¡XXXX!

(XXX era el nombre por el que le conocía en la universidad. Todos teníamos apodos, nombres cariñosos y más cosas)

Claro, tras ese silencio, decir los dos el mismo nombre y saber que estábamos unidos por otro amigo común, ... nos dio un ataque de risa.

-¡Pues vamos a visitarle!

Y así fue como Menganito estaba dando clases de cocina y vio de repente abrirse la puerta de su comercio para dejar pasar a dos amigos que hacia 20 años que no veía. Que además eran de diferentes entornos y no tenían que conocerse. Sin embargo, entraban felizmente juntos, con sonrisa de "¡Hombre, ¿qué tal?!" pintada en el rostro.

-Cuando os vi entrar juntos por la puerta de mi tienda pensé... ¿pero qué???? 

Y eso dio lugar a organizar los domingos de juegos.
Pero esa ya, es otra historia...

Menganito me presentó a una amiga, que a su vez me presentó a otros amigos. Todos médicos y enfermeros. Y así es como pasan las cosas, como enormes redes de causas y efectos, interrelacionados.

Volvamos a las bicicletas.

-¿Seguro? -pregunté, viendo que mi manillar hacia lo que quería.

-Ni te preocupes -contestó-, yo tengo mucha práctica con la bicicleta. Aunque me des un golpe, no pasa nada.

Soy visual. Pienso en imágenes. De ahí que de repente me imaginara golpeando a Menganito la rueda, y la posterior caída en medio de una amalgama de brazos y piernas, rodando cual bola de nieve, avenida abajo.

No sé si él me oyó el pensamiento o lo dije en voz alta. El caso es que empezamos a reír como dos locos.

-¡JAJAJAJ!
-¡JAJJAJAJAJAJAJA!

El se ríe mucho y yo a la gente que se ríe y me da cancha, me hace ser más como soy. O como era. Así que de los primeros dos kilómetros  (de los cuáles yo llevaba una lista de obstáculos y estrechamientos de carril) ni me enteré. Sólo había risas. Luego le pregunté algo que me había dicho mi amigo músico. Y nos reímos más. 

Y de repente me dijo:

-Es como eso de lo que te gusta, pero no es bueno para ti.

(¡Atención!) ¿Os suena de algo? Os suena, ¿verdad? Miré a mi amigo. A esto yo lo llamo que el Muso hace magia. Fijaos en la conversación:

-¿Sabes, Nelly? Cuando yo era pequeño era así. Mis padres me decían: ¡¡Eso no puedes hacerlo!! y yo contestaba: "¿Por qué? Si-me-gusta"

jajajaj!
jajajaja!

-Pero bueno, luego creces... y vas sorteando obstáculos y las cosas cambian.

Ya. Crecer.

Seguimos pedaleando. Ni me enteré de nada. En un momento dado, dice:

-Ah, no giras... 
-¿Girar?
-Claro, creí que tomabas ese otro camino.

Sabéis que yo no salgo de mis rutas habituales. Miré el parque que señalaba él, confundida.

-¿Hay otro camino?
-Sí. Si me dejas, te guió.

(Cómo me acordé del actor en ese momento...)

-Ah... Vale -contesté.

Se le veía bastante seguro con la bicicleta.

Doce kilómetros de paseo. Algo más. Y me contó que también a él le habían "increpado" (me pareció fatal), por no ir como un loco por el "anillo verde".

-¿¿Esto es el anillo verde??
-Sí.

Caramba, voy por el anillo verde y ni me entero.

-Un tramo. A mí no me gusta ir por aquí ya que se llena de gente y van como locos. No todos, la gran mayoría están de paseo, como tú y yo. Pero es que no hay velocidad mínima. A mí una vez uno me gritó "¡Cambia de marcha!".

Será posible.

-Sí, sí -le contesté- yo vi un golpe ahí abajo. Entre dos ciclistas, en la curva. Iban como locos.

-Uff, pues un accidente entre bicis es bastante chungo.

-Ya...

A los pocos kilómetros:

-Lo que no puedes es ir haciendo tu performance...


¡JAJAJAJAJAJ!

Otro ataque de risa. "Tu performance" jajajajaj!. Qué vocabulario tan exótico. Le entendí aunque el término no estaba bien usado (me estoy riendo ahora, yo sola). 

Llegamos al Wanda. Nunca había estado en el Wanda. Siempre me quedo arriba, agarrada a la verja de metal del puente cortado. Mirando para todas partes como un gorrión en una jaula.

Claro, ni en mil años se me habría ocurrido algo tan simple como salir del carril y bajar la cuesta. 

Y volvimos por otro camino.
Uno super-chulo.

El caso es que subí a casa y pensé que el paseo en bicicleta ha sido la mejor idea de la semana.
^_^

Ah! y también aprendí otra cosa. Veréis, hay una zona de cuestas que yo tenía como posible obstáculo, porque pensé que si frenaba, seguro que no le alcanzaba luego. Bueno, pues hemos hecho la zona de cuestas hablando. Ni me he enterado, ni me faltó el aire. Y en un momento dado, uno que iba rápido (normal) se puso a adelantarme. De frente, venía un peatón haciendo deporte. El peatón abrió los brazos y dijo: "¡Eh!" al ciclista. Y el ciclista le esquivó pero por los pelos. El origen de todo este problema era yo: iba en paralelo (por mi carril) a mi amigo. Claro, ocurre una cosa, la gente en esa cuesta se lanza (es normal), y yo no incumplía la regla. Sigue siendo mi carril. El problema es que hago que los adelantamientos sean más peligrosos. Nos pidieron echarnos más a la derecha y lo hice (no veas que risa con unas ramas, también...). Pero lo que me llamó la atención es que el peatón pidió paso sin enfadarse. 
Yo veo venir una bici a toda velocidad por un carril incorrecto (adelantando) haciendo el idiota y el cabreo me dura ocho kilómetros. ¿Entendéis? Y posiblemente, tres días. Sin embargo, sólo dijo "eh!" y abrió los brazos.
Y eso bastó. 
No sé, me ha dado qué pensar.

Otro día, y esto es anecdótico, hace muchos años, yo volvía de dar mi paseo en bicicleta y de frente venía una familia. Padre, madre y un niño pequeño. La mamá y el niño iba normales. La madre miraba para él, y él con su pequeña bici, pedaleando. Lo que ocurre es que de repente, el padre se estiró mucho en la bicicleta y cruzo los brazos. De tal manera que la parte inferior de su cuerpo iba pedaleando, pero la superior iba completamente inmóvil, como si fuera montado en una alfombra mágica. Entonces cruzó los brazos sobre el pecho, alzó el mentó y puso cara... como de rey francés  paseando entre la plebe....¡jajajaj! Así como... no sé, haciendo el payaso. Como si fuera... jajajaj! alguien que no necesitara bicicleta porque vuela sobre el Universo con majestuosidad. 

A mí me dio la risa (un ataque de risa), a los que iban detrás de mí también, y la madre se echó a reír mientras movía la cabeza como diciendo "ya está mi esposo haciendo el gamba...". Fue lo más bonito que he visto en ese carril en años, porque de verdad, tendríais que verle al cruzar por nuestro lado ¡jajajaj! con la vista puesta en las nubes como Napoleon, los brazos cruzados e inmóvil de cintura para arriba, mientras las piernas iban por libre, pedaleando a toda velocidad.

Fue súper-gracioso. 

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

 

 

Creative Commons License
contador de visitas para blogger por paises