Sueños que son historias: pesadilla
Esto de los sueños me va a compañar toda la vida, por lo que veo.
Quién me enseña budismo me dice (o me dijo, más bien) que meditara antes de acostarme. ¡Menudo sueño! Sigo temblando...
Empieza así:
"Yo estaba en una ciudad. Tenía calles empedradas (pero sin adoquines), tenía tiendas pequeñas, y yo tenía amigos. Paseaba por las calles y miraba tiendas. Hasta que de repente vienen unas personas que por algún motivo incomprensible, parecían tener como misión declarar la guerra a los demás.
Iban de uniforme.
Iban de uniforme.
Procedían de un edificio situado un poco más lejos. Un edificio que era como un rectángulo gris de hormigón y cristal. Una fábrica.
Yo paseaba con mis amigos (a los que no conozco en la vida real) y nada más ver llegar a los otros, los hice apartarse. Parecía tener un poder inigualable. Podía volar, podía lanzar a la gente de un lado a otro de la calle si tal era mi intención. Podría destruir edificios. Podía hacer lo que quisiera.
Algo así como Superman, pero sin venir de Kripton.
Algo así como Superman, pero sin venir de Kripton.
-¡Fuera! -grité-, dejadnos en paz de una vez u os vais a enterar.
Se fueron. Y al poco volvieron.
Y entonces me acerqué yo a la fábrica. De un salto que no sería natural en un ser humano, volé hasta lo alto del muro, y con un poder que tampoco sería natural en un ser humano, destrocé un par de ventanas. Y con destrozar me refiero a que casi echo abajo el edificio.
-¡Como alguno se acerque a mí o a mis amigos destruyo todo esto! ¿Entendido?
Este estado de ánimo ya es para ponerte de los nervios. En fin, una no va por ahí amenazando gente. Salieron varios trabajadores, eran seres humanos (como yo), y salió otra persona que desde luego parecía humana pero igual no lo es. Era su jefe.
Los que parecían seres humanos se acercaron y yo sin tocarlos los empujé en todas direcciones. El jefe no. Pero tampoco se acerco. El jefe vestía un traje gris y no parecía nada preocupado.
-¡Ya basta! ¡Dejadnos en paz! ¡No hay ninguna guerra!
Los de la fábrica me plantaron cara pero no se acercaron a mí. Y yo les miré, tras bajar del muro, muy seria y muy decidida. El jefe no habló.
Luego volví con las personas que supuestamente conocía en este sueño. Y seguimos caminando plácidamente por calles repletas de tiendas. Una de mis amigas llevaba una niña de la mano. Y de repente vuelven a aparecer los de la fábrica. Y en la trifulca perdemos a dicha niña. Se extravía y no conseguimos encontrarla.
Si mi cabreo hasta entonces era algo más o menos llevadero, lo de la pequeñaja me puso ya absolutamente fuera de mi estado de ánimo natural de alegría y "buenrrollismo".
Se acabó.
Regresé al edificio. Y ahí sí, empecé a destruirlo todo.
Cristales rotos, muros que se agrietaban como si les hubiera alcanzado un meteorito. Pero no era el meteorito, era yo. Podía destruir pilares como si fueran terrones de azúcar que aplastaba con la mano. La primera planta acabó hecha pedazos.
Destruir algo que de algún modo está en tu mente, usando el propio poder de la mente, es bastante asombroso. En aquellos momentos habría destruido hasta los cimientos de la dichosa fábrica. Ni os imagináis.
Destruir algo que de algún modo está en tu mente, usando el propio poder de la mente, es bastante asombroso. En aquellos momentos habría destruido hasta los cimientos de la dichosa fábrica. Ni os imagináis.
Vi un globo ascender entre los trozos de edificio que caían, iba volando hacia el cielo, como en la pelí de It.
Eso debería haberme detenido pero estaba tan enfadada, que ni me di cuenta de lo surrealista que era. Sólo quería borrar aquel lugar del mapa. ¡Adiós a la fábrica!
Entonces salieron varios de los trabajadores a defenderla
-¿Sois idiotas o qué? -pregunté-, ¿es que no me veis? Os podría aniquilar a todos.
-Nuestro jefe ha dicho que vengamos a detenerte.
-¿Vuestro jefe es tonto?
En serio, yo estaba muy enfadada.
-¿Pero os dais cuenta de que aquí nada puede destruirme? -les pregunté. Daba igual con qué me atacaran- ¿Os dais cuenta de que puedo volar, puedo echar abajo la estúpida fábrica, os puedo matar si quiero? ¿De que ninguna de vuestras armas funciona?
-Nuestro jefe pregunta si eres inmune a todo.
-Pues sí -contesté.
-¿Incluso a la química?
¿¿??
Algo me dio en una pierna pero no eran como las armas que habían usado antes. Era otra cosa.
"Ay, no..." pensé.
Me mareé.
"No, no..." me enfadé más.
Entre tres trabajadores me sostuvieron y me llevaron al interior de la fábrica.
Por dentro era de metal. Y muy grande.
Había unos paneles extraños, que no sé si eran ordenadores u otra cosa. Y había muchos trabajadores, todos preparándose como para una guerra.
Cuando me recuperé un poco del mareo y malestar, uno de los personajes -que había salido ya a defender la fábrica-, se plantó ante mí con una especie de uniforme o traje extraño. Era una chica.
-Nuestro jefe dice que enfrentarnos a ti, nos servirá de entrenamiento.
¿¿Quéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee???
Me puse en pie como pude.
¿Entrenamiento para qué?
-¡Y dale! ¡Vuestro jefe es tonto! -grité enfadada, y apoyándome contra una pared.
Madre mía, qué mareo tenía. Y qué cabreo.
-Es lo que tenemos que hacer...
Y que no lo entienden. Pensé: "¿pero es que son idiotas?"
La mujer se acercó.
La lancé contra la pared de enfrente, con fuerza. La lancé como si fuera una pelota, sin tocarla, y con mucha fuerza. Se estrelló y cayó al suelo, dos trabajadores más fueron a ayudarla.
Pero entonces la que se derrumbó fui yo.
Parecían seres humanos.
Seres humanos, ayudándose entre ellos.
No entendía nada. Me apoyé en el suelo. Mareada.
"Son seres humanos ayudándose entre ellos... " entonces, ¿quién soy yo?
No lograba recordar nada. Ya antes, en la ciudad, tampoco sabía quién era. Pero me daba igual, iba de compras con amigos.
Ahora, dentro de ese edificio extraño, no sabía quién era, no recordaba qué era antes, no sabía ni siquiera mi nombre. Y acababa de lanzar a una mujer con un uniforme extraño contra la pared de un edificio. Y yo era su enemigo. Tal como parecía... ¿y si estaba confundida? A fin de cuentas era la tía que intentó destruir un edificio hasta los cimientos.
¿Era buena o era mala en este sueño?
"Tengo que salir de aquí".
Los trabajadores ya estaban en pie otra vez. En serio, no podía quedarme.
-Sois unos pesados insoportables... -retrocedí.
Tiene gracia. Estaba retrocediendo yo ante ellos.
Encontré una puerta. Ponía: S-A-L-I-D-A.
La abrí y eché a correr. Encontré de nuevo a los seres de la ciudad, los que no luchaban. Los que no eran de la dichosa fabrica.
-¿Estás bien?
Prácticamente abracé a uno de ellos, y entonces, sin aliento, dije:
-¡Es el tiempo! ¡El verdadero enemigo es el tiempo!
-¿Pero te encuentras bien?
-¡NO! -grité.
No, no estaba bien. Estaba mareada, estaba confusa, no sabía quién era, no sabía mi nombre.
-Anda, vamos...
Caminé con ese personaje un rato más. Hasta que de repente dije:
-¡Ya sé, vamos a comprar unos pendientes!
Totalmente surrealista. Buscar pendientes como solución a todo.
-Vale, pero la tienda está cerrada.
La tienda había cambiado. No obstante, la dueña estaba junto a la puerta, arreglando algo del escaparate. Y nos abrió rápidamente.
Primero me enfadé porque la tienda había cambiado (del inicio del sueño a ese instante) y luego rebusqué por toda la tienda sin que me gustara un sólo par de pendientes. Mis amigos del sueño también estaban allí.
-¿Encuentras lo que buscas? -me preguntó uno.
-¡NO!
Puede que me preguntara por qué era tan importante comprar unos pendientes. Sea como fuere, me desperté.
Me obligué a recordar y ordenar el sueño (luchaba por olvidarlo) ya que la sensación de malestar seguía conmigo. No es que te duela algo, es que... me sentía igual de confusa que en el suelo de la fábrica.
Y se acabó!
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2 comentarios:
J-O-D-E-R Nelly!! Eras Goku, Gozilla y Superman a la vez!! Que pasote jajaja. Aunque descubrir que quizás el malo eras tú...ufff
Bien analizado ese sueño, seguro que dice cosas muy interesantes sobre tí. Ya sabes como es nuestra mente para decirnos las cosas en los sueños jajajaja
Feliz sábado (voy de camino a Vigo)
Anda, vas a Vigooooo
Ayyyy que morriñaaaa!!!
Ay, saluda a las Cíes de mi parte
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