Sueños que son historias: el actor.
¡Menudo subconsciente tengo!
Vamos, es que es para escanearme el cerebro de noche.
A ver, yo os iba a hablar del fantasma de la ópera. Y también de Los Miserables. Que la vi ayer y es preciosa (eso sí, pasé algunas partes un poco rápido porque.. mi tolerancia al sufrimiento tiene un límite). De el fantasma, me quedo con una frase: "Tu odiada faz no es tu gran deformidad, en tu alma está y esa es toda la verdad". Esa frase, me resume la historia. Sin embargo, de Los Miserables, me quedo con Javert: "this man has killed me even so". Javert es un hombre muy rígido, y necesita aprender budismo con urgencia. No es capaz de ver o saber que las personas no somos estancas. Por otro lado, ambas historias van de compasión y de saber perdonarse a un mismo. Al fantasma le salva Cristine, y a Val Jean, le salva el cura piadoso. En realidad, ellos cambian porque dejan de verse como se veían antes.
Todo esto os quería contar yo más tranquilamente, pero con este sueño....
He soñado que iba por Madrid con mi amiga parisina. Mi amiga parisina a la que vamos a llamar XX. Yo ayer no hablé con el actor. Y tras esta doble sesión de ópera, me acosté absolutamente convencida de que le importo tanto como el mango de un paraguas. ¡jajaja! Y no pasa nada. Esas cosas... o son, o no son.
Atentos al sueño:
Mi amiga y yo bajábamos por una estación de metro cuando de repente me lo encuentro. Y me agarra de la mano.
-¡Tú!
-¡Hola!
-¿Qué haces aquí?
-Nada, ¿quieres ir al zoo?
¿Qué? ¿Al zoo?
Bien, internatuas, despierta ya os aseguro yo que nunca querría ir al Zoo. He ido y los animales me dan mucha pena. Especialmente la Beluga que tienen en un tanque ... (no sigo, que me cabreo)... en un famoso acuario. Qué crueldad.
Pero en el sueño, seguramente por ser un sueño, me encogí de hombros.
-¡Vale! ¡Espera, XX!
Mi amiga parisina bajó las escaleras del suburbano muy deprisa. "¡Venga, que llegamos al tren!" y se metió en el primer vagón. Yo bajé corriendo detrás pero la gente me estorbaba. Y el actor aún iba más retrasado que yo.
-¡Venga que se va a ir! ¡Se va a ir!
¿O no? El tren seguía parado. Puertas abiertas. Gente apoyada en las paredes.
-Ah, a lo mejor no se va.
De repente suena el silbato.
-¡Jobar! -refunfuñé.
Venga a correr, las puertas se cierran. ¡Oh,no!
-¡¡XX!! -llamo-, ¡XX!
Miro por las ventanillas. De pronto alguien se acerca al tirador de la puerta. El metro se para. Eso ocurre a veces, no le dejan marchar. Pero ocurre antes de que se cierren las puertas.
Se abre un vagón y yo miro a ver si veo a mi amiga. Nada. Los que están a mi lado, hablan unos con otros. El metro se cierra, se van. Ocurre lo mismo al poco tiempo, en el siguiente vagón. El actor me coge de la mano.
-¡Jobar, se va a enfadar el conductor! -le dije.
-A lo mejor es que mucha gente tiene que hablar con mucha gente -me dijo.
Le miré. No se parecía al actor en la vida real, ahora que lo pienso, pero era el actor.
-¿Y XX? -miré por todas las ventanas-, ¿dónde está?
Quería decirle "¡bájate en la siguiente!". Ese gesto lo hacíamos de más jóvenes cuando corríamos y algunas se quedaban fuera. Me sorprende porque con mover el índice en modo circular y luego señalar dos veces hacia abajo, mis amigas entendían. ¿Tiene gracia, no? Y si eran ellas, (por ejemplo, con otras amigas) y yo la que estaba dentro, el gesto era instintivamente el mismo. Dos círculos en el aire seguidos de señalar el suelo con el índice: "en la siguiente. Bájate".
Sabéis que me encanta la comunicación. Pero lo que me encanta de esto es que nadie había establecido el gesto previamente.
-¡He perdido a XX! -exclamé.
Y, conociéndola, se irá a su casa. El actor me atrajo hacia él.
-Bueno, no pasa nada.
-Hum. Pues tienes razón.
-Estas un poco distante, ¿no?
-¿Yo? No.... ¿Por qué? Yo no estoy distante. Es sólo que sé que hay cosas que funcionan y cosas que no.
-¿Y no quieres estar conmigo? Tengo que decirte algo.
-¿Qué? ¿Qué me vas a decir? No es que no quiera estar contigo, es que no funciona.
-¿Y si yo te doy el compromiso que quieres?
-¿Es que lo vas a hacer?
No contestó.
-Pues ya está. Sigue tu camino...
Entramos en el siguiente tren. Y al principio hubo un poco de jaleo porque había gente que tenía prisa por ocupar un asiento, pero había tantos asientos libres, que al final sobraba sitió. El actor y yo nos sentamos juntos.
-¿Y si te doy lo que tú quieres? ¿Por qué es tan importante?
-Porque si le pides a alguien... compromiso.
-Pero yo no te lo estoy pidiendo.
-¡Vamos a ver! -me separé de él-, mira, la gente... o ama o no ama. ¿Vale? Y para amar tienes que confiar, y por eso está el compromiso. Si tú no das compromiso, no hay confianza. Y si no hay confianza... -me encogí de hombros-, lo siento.
-¿Y entonces qué quieres que haga si me gusta otra chica?
-Pues vete con ella y déjame en paz...
-¿Quieres que la conozca y que se me quede aquí, enquistado? -se señaló el corazón.
Me reí.
Me levanté.
-¡Haz lo que quieras! ¡Pero a mí no me mezcles! ¿Vale? Si quieres a alguien no quieres estar con veinte mil personas. Y si ese es tu modo de vida, pues genial. Pero es que no... no va a funcionar.
Y aquí viene por lo que escribo el sueño. Me parece un nivel de realismo demasiado fiel a estar despierta. El personaje que hacía de actor en este sueño me dijo:
-¿O sea que lo que te parece bien en tus amigos gays te parece mal en mí?
- ¡¿QUÉ?!
Me acerqué de nuevo y me senté a su lado. Me cogió de la mano.
-Lo que te parece bien en tus amigos gays, y es válido para ellos, no lo es para mí. Tienes un amigo que sale y queda, y no se compromete...
Qué golpe bajo. Es el golpe más bajo que me ha dado mi subconsciente en semanas.
-Si a mí me parece genial que hagas eso, pero no es amor. ¡Te vuelvo a repetir lo mismo!
-¿Y si me comprometo contigo?
-Pero, ¿lo vas a hacer?
-No lo sé.
Ya te digo yo que no lo va hacer.
-Sigue tu camino y ya esta... -me levanté-, yo no sé amar así.
Sonó un mensaje del teléfono, hiper alto.
-¡Para mí el amor es otra cosa! ¡Sin confianza, no hay amor! Y ...
Sonó de nuevo, MÁS ALTO AÚN.
¿¿¿Qué puñetas????
Interrumpió mi discurso (y mi cabreo). El sueño se vino abajo. Noté el colchón, la luz entrando por las ventanas. Abrí los ojos. Y pensé: tiene gracia, PORQUE YO SÉ QUE HE QUITADO LOS DATOS.
Ayer dejé el móvil sobre la mesita de Buda. (¿seguro que quieres hacer eso? -me preguntó mi pensamiento) A veces dejo tazas con agua, otras veces, flores o monedas. Ayer dejé el móvil y respondí a la pregunta interna con un: (Sí, seguro. Le dejo un móvil como ofrenda, jajajja. a lo mejor lo quiere para comunicarse...)
Me acerco al móvil, y contemplo con stupor que el movil NO TIENE DATOS.
Esta sí que es buena, internautas. Resulta que eran mensajes de texto (que jamás he recibido uno de la compañía en cuestión pues no es la mía, y jamás he recibido uno de estos en años, pero ahí estaba). "Bievenido al 5G... si quieres". Pues no, mira, no quiero. Me has sacado de un sueño en el que estaba a punto de romper con un chico que no me quiere nadita.
Entonces activé los datos. Y el teléfono se volvió loco. 12 whasaps. Y no se cuántos avisos de no se cuántas cosas...
De todos modos da igual. Él no me quiere.
Voy a desayunar.
De verdad, ¿qué pasa en el siglo XXI con el compromiso?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario