Cosas que aprendí en la cuarentena...



Esta soy yo en unas jornadas literarias de un foro, donde encontré mucho apoyo y muchas experiencias que a la postre me ayudarían a escribir y publicar libros. 

Hoy ha sido un día un poco raro, porque después de una semana, empiezas a normalizar el Estado de Alarma. Y te das cuenta de que lo de  "no salir" va para largo... Ocurren de forma inmediata dos cosas:

El tiempo deja de importar.
Ya no hay que "hacer esto" para ir a otro lado. Dejas de mirar tanto el reloj. Y de forma curiosa, tu biorritmo cambia. Tu propio cuerpo te lo va marcando. En lugar de mirar la hora, lo notas. Cuándo estás más activa, cuando más nerviosa. Y cuando absolutamente calmada.
En función de esos estados, puedes aprovechar a hacer cosas totalmente distintas. Por ejemplo, en mi franja más activa, yo aprovecho para hacer deporte en casa. Y más tarde, para leer.

La comunicación se vuelve importante.
Ya lo dicen los expertos: no te aísles. Y cuida tanto tu aspecto como lo que comes. Mantén el contacto con otros. Y eso he hecho. Lo que no me esperaba para nada ha sido la reacción de una persona cuando la he llamado.
Me ha dicho: Te quiero muchísimo, Nelly.
Y..., me ha llegado al corazón.
Me ha dicho eso porque sin mirar el reloj, he llamado a esa persona -dejando a un lado mi lectura-, y me puse a hablar con ella con toda la calma del mundo. A fin de cuentas, mi compañía telefónica me cobra el establecimiento de llamada muy caro pero luego no me cobra lo demás. La tarifa, que hace reír a mis amigos, me va muy bien porque llamo muy poco. De hecho, soy anti-llamadas telefónicas. Me pongo nerviosa y no sé qué hacer con el teléfono (¿no es raro? si pasé cinco años atendiendo llamadas y en el trabajo sí me gusta). Ya sea porque el nivel de energía era parecido o ya sea por mi forma de llamar hoy, la conexión ha sido total. Y esa frase, de verdad, me ha impactado muchísimo. Porque yo también quiero muchísimo a esa persona.
Enseñanza fundamental de la cuarentena: estar en contacto.

Lo mismo con mis amigos, he encontrado apoyo y conexión, y alguna que otra reflexión interesante. Les he conocido más. Admiro mucho los valores de uno de ellos. 

También me doy cuenta de a quién le importo y a quién no. Pero sin que haya drama por ello. Me explico, la gente tiene prioridades. (y aquí vendría un emoticono que se encoge de hombros). 

También estoy aprendiendo a no enfadarme con mis sentimientos. Son míos, y son otra forma de lenguaje. 

Te planteas si se puede vivir así "fuera" de la cuarentena.
Llevamos un ritmo frenético en el día a día. Pero frenético. Hablo de levantarte a las cinco y media de la madrugada para ir corriendo a trabajar, para volver corriendo a casa, para ir corriendo al gimnasio, para contestar corriendo al editor, para volver corriendo a acostarte, para dormir deprisa para volver a correr al día siguiente... como en el día de la marmota pero en plan "loco".

Me parece que tantos estímulos nos despistan. 
Creo que es necesario dedicar tiempo a lo importante.
Y, por extraño que parezca, lo importante son cosas cotidianas que hacemos a las que no damos importancia. Como por ejemplo tomar un café con tu mejor amigo. 

Seguiré con esta entrada ... quizá mañana. Ahora voy a aprovechar mi lucidez mental para seguir la relectura del manuscrito cuya idea inicial me dio mi profe budista. Ojalá salga esta novela, es buena. Y además, la prota se me parece bastante. (Os caería fatal, seguro)  
^_^ Es una cuarentena reflexiva!!! 
Saludos !!! 

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