Sueños que son historias: el Sicario.
Son las ocho cero siete de la mañana y tengo 37,4 de fiebre. La Supervisora que tengo a pocas mesas, tiene bronquitis, y la otra, ya tosiendo un poco más, también está enferma.
Esto supone dos cosas: la primera es que hoy se trabaja con cero estrés. No porque no quiera yo estresarme y hacerlo todo, es más bien que no puedo. Y en segundo lugar, cada hora es un triunfo así que... despacito y con calma. Todo el día.
La noche ha sido peor. Quizá porque me eché una siesta, quizá porque el trasiego de horarios no sienta bien a nadie, el caso es que tenía sueño pero no me dormía. Incluso poniendo mis audios estupendos para dormir. Tras aprender en dichos audios el origen pagano de la fiesta de Navidad, información sobre las fiestas Saturnales romanas, los dioses babilónicos y egipcios... yo seguía sin dormirme.
Probé a repasar todos los cuentos clásicos que conocía. Nada. Pasadas la una de la madrugada me di cuenta de un hecho innegable. Me quedaban menos de cinco horas para ir al trabajo y, por las trazas que llevaba la noche, no me iba a dar tiempo a más que un ciclo o dos de sueño, como mucho. Pero en vez de estresarme, pensé: "relájate lo máximo posible y ya está, seguro que el cuerpo así también descansa".
Repasé de nuevo todos los cuentos clásicos que conocía. Nada. Imposible dormir. Hasta que de repente caí en una especie de duermevela del que salí para tomar una medicina, dándome cuenta de qué era lo que estaba soñando. Un tal, señor Madox.
¿¿??
¿Quién puñetas era el señor Madox y por qué estaba soñando con él? Ni idea. Pero al volver a acostarme pensé, ¿Madox… Madox…? y me dormí de nuevo. Debía de ser empresario pues a las cuatro de la madrugada me desperté y sabía que estaba soñando con enviar e-mails. En una gran empresa.
Qué raro.
Y lo siguiente que ocurrió es que en el sueño me encuentro con alguien, de aspecto siniestro y profesional, en un portal.
Parecerse, se parecía (era, de hecho) a Zachary Quinto. En traje y con cara de ser más frío que el hielo.
Me dijo, literalmente, que había venido a "encargarse de alguien". Lo que a mí me sonó a "mandarlo al otro barrio". Y sí, debería ser un sueño de terror, pero es que ese personaje tenía una presencia que te dejaba clavada en el suelo. Y no era terror, sino más bien... como cuando miras algo que no entiendes y tampoco sirve mucho correr para alejarte de ello.
Así que pensé en La Muerte. ¿Qué otra cosa podría ser?
Al día siguiente, en este sueño, el mismo personaje llegaba a mi empresa. Y yo, al verlo, me puse muy pero que muy nerviosa.
- He venido a encargarme de Milo -dijo.
"¿Milo? ¡Ah, Milo!" (bueno, yo en la vida real no conozco a ningún Milo pero resulta que en el sueño era uno de los ejecutivos de la empresa). Claro, obviamente, me enfadé. Pero, ¿qué hacer? Tras dar muchas vueltas y ponerme hiper-nerviosa, llamé a seguridad.
-¡Oiga! ¡Oiga! ¡Hay un hombre malvadísimo en el despacho de Milo! ¿¿¿Me oye??? ¡Oigan, tiene que ir YA!
¿Creéis que me hicieron caso? Yo me escondí a ver qué pasaba pero allí no acudió nadie.
Así que pasé el resto del día mirando para la pecera que era el despacho de Milo (ya sabéis, esos despachos grandes que están hechos de cristal) y vi a este hombre haciéndose pasar por ejecutivo. Al que no vi fue al tal Milo. Hasta que descubrí su cadáver encajonado debajo de la mesa. Y yo miré al supuesto sicario y él me miró como diciendo: "Sí, tú sabes mi verdadera naturaleza pero los demás no. Y no puedes hacer nada porque ni tan siquiera eres capaz de explicar lo que estás viendo".
De vez en cuando mi subconsciente me obsequia sueños como este.
Me puse de los nervios. Y cuando tocaba la hora de irme, busqué a una compañera de la vida real y le dije:
- ¿Conoces a Milo?
- Sí, ¿qué le pasa?
- ¿Has visto a Milo hoy? -pregunté.
-No
Traté de abrir la boca para decir algo más pero... no pude.
-¡Hay un señor en el despacho de Milo que....!
No acabé de pronunciar estas palabras cuando Zachary Quinto apareció detrás mío. ¡Jobar qué susto! Y no dije nada.
Cada vez que intentaba echar tierra sobre su nombre, aparecía. Aparecía como solo puede aparecer en un sueño (bueno, el Muso también aparece así a veces), de manera que llegué a pensar, ¿¿cómo es posible que no detecte nunca su presencia??
Finalmente, busqué al creador de este blog.
Que en el sueño era mi mejor amigo. Y hace años desde luego lo era, aunque la vida nos ha separado. Pero en mi subconsciente, pues lo sigue siendo. Y además, de verdad. Me refiero a que eran sentimientos de amistad muy profundos, muy auténticos.
Para encontrarle tuve que investigar en varias salas. En una de ellas unos señores mayores estaban tomando cursos de ofimática.
-¿Qué pasa, Nelly?
- Hay... hay un... es un tipo que... yo....
De nuevo Zachary Quinto pasó por detrás de mí. Jo. Así no se puede. De repente, exploté:
-¡Digamos que JAMÁS volverás a ver a Milo!
Mi amigo me miró con sorpresa. Luego la noticia le sentó como un jarro de agua fría y se puso a llorar. "¡Oh, Milo!" lloraba. Caramba, no sabía que le iba a afectar tanto.
-¿Es por lo que me ha contado Patricia?
Entonces me puse blanca yo.
-¿Patricia? (es mi compañera) ¿qué.. qué te ha contado?
(rumores, rumores)
Entonces recordé lo que el Muso me dice siempre sobre los rumores. Y me entró pánico porque, ¿y si Patricia había contado que yo sabía quién era el tipo que estaba en el despacho de Milo?
Y me desperté.
Creo que pasó algo más antes de hacerlo pero no lo recuerdo. Me duele más la garganta y tengo fiebre.
Al menos he podido descansar.
=)
jajaja, ahora me parece super-guapísimo...
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