El día de Navidad (regalos)
Hace unos cuantos días, varios compañeros de trabajo me dijeron que estaban acatarrados, constipados, con gripe, con fiebre, con... Recuerdo que pensé, y lo cuento para que os fijéis en cómo suceden las cosas: "Pues algo estarán haciendo mal". Y me pregunté a mi misma: "¿cuánto llevas sin ponerte mala?". Rápidamente, me contesté dos cosas. La primera es "no juzgues" y la segunda "un constipado normal al año, o dos, quizá te libra de cosas más graves". En realidad, ver a gente enferma y tratar de buscar la causa es miedo. Cuando tú ves algo, a veces, y le echas la culpa a la persona a la que le pasa, en realidad es miedo porque no quieres que pase, y porque temes que te podría pasar a ti. Así que rápidamente descarté ese pensamiento de mi cerebro, y todos aquellos que seguían diciendo que a lo mejor la felicidad cura, a lo mejor el gimnasio cura, o a lo mejor levantarse con el pie izquierdo de la cama...
Una mente obsesiva es una mente con la que tener cuidado. Lo siguiente es que ayer, durante la cena de Nochebuena, bebí mucha, mucha agua, y tomé una infusión caliente, y me empezó a doler la garganta. La cosa tenía gracia. Así que "los demás se ponían malos pero yo no...". Si una cosa he aprendido en tres décadas y tres cuartos en esta tierra, con este cuerpo, es que hay dos tipos de constipados. Está ese en el que te pasas estornudando y moqueando quince días, que no hay quien se quite de encima y es muy molesto. Y luego está ése otro, en el que te acuestas bien y te levantas con dos bolas en la garganta y dolor muscular. Como sea de esos... hay un riesgo alto de que se trate de una gripe. La gripe da fiebre. Y yo con fiebre (supongo que todos) me pongo colorada, no debo conducir (lo hice una vez y me dije a mi misma que no debería repetirlo, aunque siendo como es mi destino irónico, acabaré conduciendo un autocar con gripe) y debo dejarlo todo para estar en la cama. Más que nada, porque ir muy acatarrada a trabajar es una falta de respeto. Antes iba a currar incluso después de un accidente de tráfico (y eso, bueno, sólo estás mal tú...), pero a base de que te tosan encima, o ver a una embarazada a doce metros de una chica con varicela que no se quería pedir la baja, a raíz de eso, me cambió el concepto. Sí, claro, tú debes de ir a trabajar, siempre que puedas. Pero lo que no puedes es poner en riesgo la salud de los demás, si realmente te encuentras fatal. No es el caso, ya lo adelanto.
Enfadada, busqué a tientas el termómetro. Como no recuerdo mi temperatura en estado no griposo, el dato que arrojó el artefacto no me decía nada. Podía tener cinco décimas o no. Tuve que prestarme atención. Y mi cuerpo me dijo esto: "No estás mal, estás a tiempo de frenarlo.... pero todo depende de lo que hagas en las próximas horas". Y yo me repliqué: "¡oh, venga ya! ¡¿Puedo ir al cine?!". Le daba vueltas y vueltas a la idea de ir o no ir al cine, sopesando pros y contras, valorando cada detalle del plan, cuando recordé mis regalos de papa noel. Este año, a diferencia de otros, pedimos 3 regalos. Que bastante es. Tres deseos. Yo elegí: "unos cascos, de color bonito, pero por favor sencillos, para poder escuchar conferencias por toda la casa". Encontré unos cascos de color bonito, de hecho, eran de una marca más famosa que Desigual. ¿¿?? Pero tenían un cordón. Sonreí. "Ah, pues... vaya... bueno, ¡qué más da! Te llevas el móvil por toda la casa y punto". Y un poco más tarde, abrí unos cascos blancos sin cordón. Ji,ji,ji.
Mi siguiente regalo era una licuadora. Porque tengo una amiga con la que siempre tomo Smoothies. Y una vez nos hicieron un zumo de apio con limón, manzana y espinacas y a mí me encantó. Mientras yo defendía mi elección de cesta vegana en el trabajo y mi hermano y mi familia se reían diciendo: "sólo tú podías cambiar el jamón por un frasco con cardos", argüí que no había que darle el valor a las cosas "por el valor externo" sino por el uso que tú haces de dicha cosa. Admitámoslo, yo no bebo vino pero sí bebo zumos. No como embutido pero me chiflan los pates y cremas extrañas. Por no hablar de que la cesta normal llevaba paté de algún animal y tras ver casualmente cómo se fabrica el paté de pato (le meten al bicho una manguera de forma inhumana por la garganta y la abren) me dije que nunca más. Sin embargo, el paté de la cesta vegana era de aceitunas. Era una forma de comer paté, sin hacer daño a nadie.
Salté de la cama para (ah, mi tercer deseo era un teléfono, porque el que tengo de 10 € se ha roto, y quería otra cosa similar, sencilla, pero que marque el número 9 jajajajaj! es muy complicado que el prefijo de tu ciudad empiece por 9 y no puedas marcarlo jajajjaja), elegí mis cascos decorados, me metí de nuevo en la cama y puse una mini-sesión de meditación con doble surrauuund que me hizo mejorar mi estado de salud. Inexplicablemente. A ver si la meditación va a curar la gripe. Mejor dicho, a ver si estar relajada va a mejorar la gripe.
Tras esto, puse la calefacción y opté por los cascos blancos inalámbricos. Y ahí sí... convertí el salón en una pista de baile. Tras cinco años sin aprender una sola coreografía de las clases de Rodri, ahora que se va, resulta que me las sé todas. Me di cuenta hace pocas clases, donde aprendí, curiosamente, que los demás no estaban pensando en lo mal que bailo yo, porque cuando te sabes los pasos, no piensas en nada. Lo que fue todo un descubrimiento. Igual que cuando la profesora de step (que viene siendo aerobic) nos dijo: "Como lo penséis, no sois capaces de hacer la coreografía. No podéis pensar, lo tenéis que hacer, no pensar". Y por raro que parezca, .. resulta que es cierto.
Tras tres canciones me sorprendí aún más... porque me gusta el regguetón. O la salsa. Y más con las coreografías de Rodri Tiene un paso en el que "apartas cámaras" y luego levantas los brazos al cielo como diciendo: "¿Y qué más?" Sólo hacer ese gesto ya te sube la auto-estima como doce puntos. En serio. Es igual que si fueras una estrella de cine. De hecho en la última clase nos dijo: "¿tenéis claro que los estáis apartando a todos para que hablen con vuestra mano, pues vosotros sois demasiado buenos como para pararos?" Oh, sí, yo lo tenía claro... qué bien me lo pasé.
Y tras esto... probé mi licuadora nueva. Lo de la licuadora tiene su historia. Yo pedí hace dos años "algo para hacer esos batidos tan ricos de las cafeterías". Y tras una semana de dar la paliza a todo el mundo, guiándome por el origen etimológico de la palabra, pedi de reyes "una batidora". Se supone que la batidora hace batidos. Y en enero de hace un año, más o menos, metí una manzana en mi batidora. Eché el resultado en un vaso. Me lo llevé a la boca y lo escupí, porque aquello había que tomarlo con cuchara. Tras argumentar y debatir con todo mi entorno, me dijeron: "Claro, Nelly, es que si metes algo en la batidora hace papilla". Menos mal que también hago salsas y bizcochos porque si no (la primera vez que hice un bizcocho entendí porqué no debes batir la mezcla a doscientas revoluciones en un puchero ancho... jajajaj!). Bueno, si la batidora hace purés, entonces, ¿cómo se hacen esos batidos ricos que tomo en las cafeterías?. "Ah, sencillo" me contestaron, "abres la nevera, tomas una bolsa de batido preparado de manera industrial, la hechas en una batidora americana y se la sirves al cliente". No, no, no, contesté. Eso está mal. Yo he tomado un batido con apio. Y la camarera me lo hizo en el momento.
Tras ocho meses de complicados debates intelectuales, yo llegué a la conclusión de que necesitaba una licuadora, y mis seres queridos a la conclusión de que me iba a cansar muy pronto de limpiarla.
No creo. Es verdad que todavía la tengo que limpiar (de mi primer experimento) pero me he hecho un batido de mango con kiwi. Sabía fatal, por cierto. Pero lo importante no es eso. Y no es que supiera tan mal... en realidad. Igual el mango está poco dulce... Quizá necesitaba más kiwi.
Lo importante es lo que esos regalos te permiten. Voy a tomar fruta a mansalva. Voy a hacer mezclas a mansalva de manzanas con mandarinas, con kiwis, con plátanos (¡¡anda, batido de plátano!!). Y todo ello mientras bailo a Shakira en el salón sin estar atada por cables.
Eso es el regalo.
Eso y las coreografías de Rodri.
En fin, será mejor que me ponga a limpiar...
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