Historia de una Agenda...
Por fin he recogido los armarios, he preparado una bolsa de ropa que no me pongo para reciclar y he seguido el consejo de mi madre respecto a dejar de usar esas camisetas que me ocultan.
No sé... la gente va a al gimnasio con un atuendo muy audaz. Yo estoy más cómoda con ropa ancha... Pero, quizá no hace falta que sea tan ancha...
Me reí mucho el primer día que fue mi padre a dicho gimnasio y al volver me dijo: "Nelly, no lo entiendo, la gente va, levanta una pesa, luego se sube la camiseta, se hace una foto mirándose al espejo, luego levanta otra pesa, y vuelve a hacer lo mismo,...".
A mí me dio un ataque de risa cuando imitó a todos esos chicos presumidos. ¡Jajaja! jajajajja!
Todavía ahora me río. El gimnasio es por salud, (yo empecé a ir por un tema de salud hace años, pues al parecer la circulación es algo que debo cuidar). Nunca he conocido a nadie en el gimnasio, cosa que nadie entiende. Llevo diez años ahí y mi madre hizo más amigas en un día que yo... en una década.
Así que acabé hablando con las amigas de mi madre...
Las socias habituales más "guays" se ponen siempre en primera fila. Tienen los abdominales marcados con cuadraditos, se saben todos los pasos de baile y llevan largas coletas recogidas en lo alto de la cabeza y un sujetador como camiseta.
No parecen simpáticas.
Y luego estamos las de la fila de atrás. Esas a las que la profe mira con sorpresa cuando son capaces de tocarse la nariz con el dedo gordo del pie o elevan la pierna por detrás de la cabeza en equilibrio. A menudo, sobre todo en las clases de lucha, solía elevar la pierna sólo para que los demás no me comieran el espacio. La gente tiende a apiñarse, pero cuando levantas una pierna y ven que alcanzas un metro y medio de distancia, se alejan un poco.
Decidí ordenar todos mis papeles (el lunes tengo que ir a hablar con el banco, y temo que no sea una conversación bonita....) así que opté por pasar todas mis anotaciones mentales a la agenda del año 2020. Pero cuando levanté el cuaderno cutre que cada año me compro en los mismos "chinos" (adoro esas tiendas, un día os contaré el porqué) me di cuenta de algo que me había pasado por alto: la agenda era del año 19.
¿¿?? Me la compré hace un mes...
"Con razón estaba de oferta..." pensé, sin dar crédito. ¡Le había decorado la portada! Con unas pegatinas que una amiga considera bastante feas...
Salí a la calle en busca de una agenda. Mientras caminaba hacia el lugar, una mala conversación me llevó a bloquear y eliminar a una persona de mi lista de contactos. Ayer, también bloqueé al actor. Tengo días así. Reciclo, regalo, borro, elimino... doy un poco de miedo. Pero yo creo que es beneficioso, de verdad. Lo de ayer fue por autoestima. Da la casualidad de que mi hermano mayor trajo el otro día una película de dos magos. A mí la pelí me pareció absurda pero para él era genial. Sólo hubo un momento que despertó mi atención y fue cuando uno de los magos, que se liga a una chica, le dice: "Tengo muchas opciones..." y luego le regala un calendario en el que ponía que habían pasado juntos toda la noche. La frase "tengo muchas opciones" me la dijo el actor a mí. Dijo: "un hombre con opciones..." y luego añadió un montón de razones maravillosas para explicar por qué es mejor estar con varias chicas a la vez sin compartir ni comprometerte que estar solo con una y conocerla de verdad.
Ese momento de esa película me recordó tanto a él que me quedé calladita sin decir nada en mi sillón, porque son de esas cosas que traen a mi mente al Muso. Son de esas cosas que es mejor callarse porque no se puede dar semejante casualidad. Como lo del tren. Alguien va a tener que explicarme un día porqué entre seis millones de habitantes tuvimos que subir al mismo tren. Si yo voy en coche a trabajar. Si él tenía que subirse en otro. No se puede gastar tanta energía cósmica sino es con un propósito. Es como si la evolución decidiera crear un caballo con alas, o un elefante con capacidad para respirar bajo el agua.
Sea cual sea la razón, "tengo muchas opciones" no es algo romántico que decirle a una chica. Y para estar con alguien que te demuestra claramente que no está dispuesto a que seas su prioridad, mejor me busco otra compañía. O disfruto de la mía, que es menos egoísta.
Por eso le borré. Una amiga sabia me dijo: "¿Y el mail?" "Oh, bueno, el mail es inofensivo" contesté. Es cierto que le he borrado (y eliminado) de mi lista telefónica,... pero dudo mucho que un correo electrónico derive en un encuentro. Pasó una vez. No pasará más.
Eliminados ambos contactos (del otro mejor no os hablo, pero esta mañana perdí un poco los nervios, y me parece increíble que le conociera por el Budismo), me sentí triste. De todo lo aprendido sé una cosa. No es el mundo, casualmente, sino que una parte de lo que tenemos lo atraemos nosotros de alguna manera. O sea que si sólo topo con cretinos... algo estoy haciendo mal. Y aquí el termino "cretino" significa "cretino para mí". Ojo a esto que es importante.
Valoraba estas cosas cuando el sol me dio en la cara y un sinfín de papelitos blancos salieron volando desde mi bolsillo. Se me olvidó el enfado y me di cuenta de que podía poner esos dos incidentes dentro de una caja, darle una patada a dicha caja y olvidarme de ella.
Una vez lo hice me sorprendí de mi propio poder.
Y así entré en la tienda de regalos. Allí estaban las agendas. Rosa, verde... Una decía "Lo quiero, lo deseo...", otra decía "Quiero y me lo merezco...". Ufff. Y entonces la vi:
Pero no podía comprar una agenda sin abrirla. Soy escritora, los cuadernos me chiflan. Y comprar una agenda sin abrirla es... poco menos que inaceptable. Porque en temas de páginas y letras, tengo mis manías. Así que abrí la que estaba al lado (y ya otro consumidor había hecho lo mismo, dejando el plástico a la mitad) para ver si me gustaba de verdad o no. Necesito que mi agenda tenga días grandes porque yo me pongo muchas notas.
Y los tenía. Medianamente grandes.
Lo siguiente que hacía falta era una página con todos los días del año para anotar el cumpleaños.
Eso no estaba.
A cambio tenía una especie de planificación mensual (con cajas) donde ponía: "Lo más importante de la semana es..."
Hum.
Pasé como 8 minutos examinando la agenda. Todas, de hecho. Y la volví a dejar en su sitio, como siempre. Pero mi "yo interior" impulsivo ya había hecho su elección. Regresé, la saqué del montón y me encaminé a la caja. En la caja había bronca. Como yo iba con mis cascos me dio igual. En realidad, había quejas.
Yo compré mi agenda y al salir a la calle me fijé en la letra cursiva.
"Te esperan cosas bonitas"
En una tapa dura que curiosamente tiene dibujado un jersey a rayas negro como el que tengo un cáctus, un pórtatil y un café...
Me empezó a dejar de parecer "casual" la elección. Y al llegar a casa y abrirla me quedé un poco sorprendida.
Las dos primeras páginas del diario me preguntaban qué habito voy/ quiero lograr en 30 días.
Alcé las cejas. Hombre, pues tengo uno muy claro pero...
Fui a por un bolígrafo.
Si lo logro debería darme un buen premio.
Y al comenzar a anotar cumpleaños en los días...caí en la cuenta de algo. La agenda está llena de cosas. "Qué tengo que hacer antes de que acabe este mes..." "¿Dónde me voy de viaje?" Lista de qué llevar... y lo mejor: en cada semana hay un recuadro que pone: "Mi premio de la semana".
¿¿?? ¿Premio semanal?
Volví a la primera página de la agenda. Resulta que no es una agenda... es una especie de cuaderno de alegría y superación personal. Sí, sé que suena raro, pero lo es.
Barata no ha sido.
Yo gasto 3 euros en una agenda. Esta vale un poquito más... Pero de momento he podido liberar el corcho de mi estudio y anotar todas mis cosas importantes en dicho cuaderno. Llevo con ella 3 horas y ya es mi agenda favorita... ¡jajaj!
Os paso el vídeo del vaso que os prometí ayer:¡M Á G I A!
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