El mapa Kender (Diario de una escritora)


Me he venido a trabajar a una cafetería. Porque, cuando te distraen hasta las mariposas tienes que buscar una solución. Y la solución pasa por el entorno. Algunas personas trabajan en "multitarea". Me refiero al escribir. Para mí la multitarea suele ser sinónimo de que me aburro. Cuando estoy concentrada, voy de una cosa en una cosa, y al terminarla, paso a la siguiente. Y en esos tiempos de trabajo intenso desaparece todo, menos lo que hago. De tal manera, que si alguien se acerca me llevo un susto (especialmente escribiendo) y el tiempo me pasa volando.

Con la escritura, en casa, si estoy corrigiendo, cada 20 minutos o cada "capítulo" cerrado mi mente activa un interruptor. Y dice: "Descanso". Y yo respondo: "Sí, vale, descanso"... pero... si corriges 15 minutos y descansas otros 15... algo no va bien.

Así que hoy... ¡cafetería! Porque aquí hay mucha gente (algunos trabajando, como yo) y si ellos trabajan, yo trabajo, y aunque habrá descansos, no es lo mismo un descanso de 5 minutos que un descanso de 15. 

Y además hay café, que está muy rico.

Todo esto, en la labor de "corrección". La labor de escritura es diferente y esa no requiere descansos... esa pueden ser horas y horas sin pausa porque se me va el día y ni me entero.

Corregir es distinto, es pulir. Es lo que hace que el libro pase de potencial a brillar. Pero cuesta. Y os hablo en términos muy humildes. Ya me gustaría a mí conocer a los grandes... y les preguntaría: "¿pero cómo lo haces?"

En cuanto a la segunda parte de esta entrada, tiene más relación con el funcionamiento (multitarea o no) del cerebro.

Ya os he dicho que a mí me gusta trabajar centrada en una sola cosa. La multitarea me estresa o significa que me aburro. Sin embargo, mirad esto:

Estaba dando un paseo con unos amigos, gran lector uno de ellos, cuando, emprendiendo el camino de regreso, nos despistamos y uno de ellos sacó una brújula. De esas del móvil. Yo había pasado el camino de ida riendo, hablando, perdiendo mi pañuelo favorito, lo que tuvo su gracia porque justo iba pensando que quién diantres pondría una iglesia en lo más alto de una cuesta, porque ¡pobres los que iban ahí de penitencia! (y justo me doy cuenta de que había perdido el pañuelo así que bajé corriendo toda la cuesta y luego la subí corriendo de nuevo y al llegar me dije: "no querías cuesta, ¡toma dos tazas! jajajaja) No podía ni respirar.

De regreso, el que llevaba la brújula -que todo el camino se metía conmigo porque dice que soy una urbanita intelectual (y sí, lo dice como insulto)- me dijo que mi destino estaba a nuestra izquierda, mientras que el camino iba hacia el oeste. Yo le dije que íbamos bien. Él que no. Yo que sí. Él que qué iba a saber yo si mi entorno natural son las salas de teatro y las cafeterías...

Así que ya me plante, brazos en jarra, y le dije:

- Yo hago "Mapas de Kender".

- ¿QUÉEE?

Me miraron indecisos. ¿Un huevo kinder? ¿Un Mapa qué? Risas.

- Ay, gente de poca fé... -les digo.

Miro a mi alrededor. Y señalo: "Es por allí".

Al girarme, el que lleva la brújula, duda.

- Un kender es un personaje de la Dragonlance. Una mezcla entre duende y elfo, con una vara muy característica y un carácter que a mí, personalmente, me encantaba. (Eran un tanto ingénuos, pero unos pillos...)

- Sé lo que es un kender...

- Bien, vale -contesto-, ¿y te acuerdas de cómo eran sus mapas?

Los mapas de los kenders, eran mapas basados en experiencias. Ellos no ponen: "Calle Arbusto, gira a la derecha" No. Ellos ponen: "Donde está el señor que vende fruta y lleva un pin en la solapa del chaleco verde, gira a la derecha". De manera que nadie entiende un mapa kender, salvo el propio kender.

Mi audiencia seguía indecisa.

- Vale, mirad: sé que es por allí porque esa es la calle donde tú dijiste "cuidado!" y yo contesté "No hay peligro ya que los coches vienen del otro sentido" y tenemos que continuar por ese lado porque esa es la casa verde de "revestimiento tipo corcho" y al volver por allá, encontraremos un perro negro saltarín.

Los ojos de la audiencia se abrieron como platos.

-¡Sí, mira! ¡Recuerdo el perro!

Me doy cuenta de que a mi madre le sorprendía mucho cuando era niña, que me aprendí mi piso muy rápidamente (no llegaba ni a subir las escaleras, las subía a gatas) y dijo a una vecina: "No sé cómo lo hace". Y pensé: "Fácil, cuando llegas al escalón con una mancha roja, sabes que tienes que subir un piso más".

Eso es un mapa kender. ¡JAJAJAJ!

Mi duda es la siguiente:

Cuando estoy nerviosa, no soy capaz de recordar lo que acabo de hacer. Entonces, ¿cómo es posible que dando un paseo de 8 kilómetros, hablando de cine, de perros y gatos y de otras veinte cosas, luego pueda recurrir así a mi mente y me da todos los detalles del viaje pero a la inversa? Sin necesidad de que yo le haya dicho: "recuerda esto", y toda la información de detalles está a mi alcance.

¿No es genial?

No entiendo mucho del cerebro pero relajado funciona mejor.

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