El noble arte de la Venta.

 Qué cosa más fascinante esto de la venta.
Hace años, cuando me independicé, fui a comprar a una pescadería cercana a mi casa. Al llegar, pedí lo que quería:

- Un filete de salmón...

Y el pescadero, de pronto, sin venir a cuento, dijo:

- ¡¡ Hombre !! ¡¡Una recién casada!!

Eehhh....

A veces me pongo muy nerviosa y no contesto, pero eso no significa que diga la verdad.

- Dime, bonita, ¿cómo le gusta a tu marido? ¿vuelta y vuelta? ¿Bien hecho? ¿Poco hecho? ¡Manolo, sal a ver a la niña! Qué ojos tan bonitos tiene...

Roja cual tomate... no dije nada, sobreentendiendo ellos mi silencio como silencio administrativo (es decir, que da la razón al emisor, generalmente) y prosiguieron durante un buen rato de bromas, en las que me sorprendí diciendo que sí, sí, estaba casada, LO QUE NO ES CIERTO!

Volví a mi casa. El salmón me había costado 5 € y una docena de minutos de bochorno.

Se lo conté a mi madre. Dije que no pensaba volver nunca más. Se echó a reír.

Me dijo que en la sociedad humana, nada era tan pícaro y jocoso, como un vendedor de mercado. "Porque vende a mujeres". Aaaah! ¿Y que pasa con las mujeres? "Pues que las mujeres siguen el juego, cariño", respondió ella.

Entiendo.

Pasé tres meses comprando en el Super. Las bandejas no me hablan cuando las saco del frigorífico. Nadie me pregunta si estoy casada o no. Pero, por aquello de la salud y comprar mejor fresco, una vez, me atreví a acercarme al que vendía pollos en el Mercadona.

- Disculpe... tiene esas alitas así, ¿pero adobadas?

- ¡Niña, si es por ti las adobo...!

Maldita mala suerte.

- Déjelo -sonrisa congelada. 


¿¿Qué puñetas puedo contestar a "si es por ti las adobo"?? ¿¿Deme media docena?? 

Pasé 5 años sin comprar a un ser humano. NO merece la pena, ¡si lo paso fatal!

Hace pocos meses, fui con mi madre al mercado. Qué complicado juego de malabares y bromas entre el que compra y el que vende. Y qué experta y divertida era ella. Nada que ver conmigo. Pero como aquello de emular se me da muy bien (ni os imagináis), me dije: "Bueno, venga, a partir de ahora, este va a ser mi mercado!"

Y de ahí vengo.

Al llegar había como cien personas entre las dos tiendas. Me acordé de mi madre, diciendo "y no voy en fin de semana, porque se llena mucho". Aaaah!. Vale. Le cedí mi número de la pescadería a una señora que tenía uno menor que el mío. No quería esperar tanto, tenía como veinte clientes delante. ¡Pero resultó que ella iba más avanzada! lo que me hizo reír. (Primero, si a mi se me acerca un desconocido doy un brinco y segundo, ¿juzgaste que la señora te necesitaba porque era más mayor? ¡Pues va más adelantada que tú!)

Saqué un número de la carnicería y esperé.

Bien mirado... allí se vendía "carne". Trozos de carne, me dije. Trozos de seres muertos. ¿Somos un poco raros, no? Comemos carne. Al girar la cabeza una señora china me estaba mirando, desde un asiento, muy atentamente. Yo pensaba en cuántos años viviríamos en el futuro disponiendo de un sistema de  "aniquilación" y alimentación tan eficiente. ¿Por qué la naturaleza es tan cruel?

Miré a la señora. "¿Qué está mirando?"
Me miraba a mí.
No aparté la vista.

Porque la señora me miraba a mí pero yo no sé que veía ella. Sé que ella estaba cansada, y por eso se había sentado. Es normal, dada la cola de clientes.

Entonces, la señora china, sin dejar de mirarme, sonrió... casi maternalmente.
E inclinó la cabeza un poco, como si me saludara.

"Anda", "no le caigo mal" pensé.

Sonreí. Y seguí a lo mío. Observando.

Hasta que, de repente, escucho a mis espaldas: 

- ¿Y esta pieza... cómo es?

Me giró. La voz proviene de la charcutería, donde un señor muy estirado de delantal impoluto (nada que ver con los carniceros) contesta: "Ese... ese es un poco caro pero le garantizo que CALIDAD, CALIDAD. De la buena."

En medio de aquel silencio administrativo interior de pronto pienso (y me lo digo a mi misma, pues así es como yo aprendo):

("¿Y qué le va a contestar? Es un vendedor. En realidad... la señora no le está preguntando por la pieza. La pieza es maravillosa. Claro. La respuesta siempre va a ser la pieza es maravillosa, pero cara. En realidad la señora está diciendo dame una justificación para llevarme algo más caro, pues es lo que quiero pero necesito que me convenzas. ¿Te das cuenta? ¿De lo que acaba de pasar ahí? La pregunta no tiene sentido. ¡La pregunta en realidad es otra cosa!")

Esto no es un mercado. Esto es un laboratorio de humanismo.

Fijémonos en la diferencia entre el charcutero y los carniceros. Si miras a los carniceros, todo son "chanzas". Aquel es el más pícaro, y el más malote. Ese no lo es tanto. Aquel... es inocente.

Es como si pudiera ver "dentro de ellos".

En serio, siento que estoy absorbiendo un montón de información de una escena cotidiana, que a nadie parece resultarle fascinante.

De pronto llega mi turno. Pero antes de que eso pase, me han mirado tres personas más. Y me doy cuenta de algo.

("Llamas la atención")

Pero, ¿por qué? ¿Tengo esa cara de "ojos redondos" que digo yo? (cuando no comprendes algo, o lo ves pero no le das sentido todavía)

Tendré que prestar atención a los detalles si quiero comprenderlo. El carnicero me llama "joven". Si supiera mi edad seguramente no lo haría. En segundo lugar, me pregunta cómo voy a hacer el plato. Cuando se lo digo, me informa de cómo debe preparar la carne para ello. Es decir, me aconseja.

"Me quiere enseñar".


- Y voy a querer un kilo de...

- ¿Qué pieza?

Entonces interviene otro carnicero. Más joven, pelo rizado y negro:

- ¿Esta, verdad?

Ah, amigo. Estabas observando.

- ¡Quiere esta! -le dice a su compañero.

Nunca se ayudan en las peticiones de los clientes.

Al menos, no, desde que estoy allí.

"Les llamo la atención" me digo.

Jijiji... ¿debería usar mi poder para hacer el bien o el mal..?  jajajaj!

Hay una frase de Cheadler, el de Friends, que siempre me ha gustado. Como nadie le hace caso, pregunta si es invisible. Y como siguen sin hacerle caso, entonces dice a sus amigos: "¿debería utilizar mi invisibilidad para hacer el bien... o para practicar el mal?" Es como la frase de Faramir de "Heme aquí en estas soledades..." Yo soy muy friki. Y muy de frases.

Salgo del mercado absolutamente fascinada.

Pero, sobre todo, por lo que ha pasado con la señora de la charcutería. "Cómo es esta pieza". En realidad es: joven, justifíqueme que me quiero llevar algo más caro.

Veréis, soy muy fan de las palabras. Pero detrás de las palabras hay otra cosa. Esa otra cosa, ese contacto, ese... esa energía... (¿Por qué pienso en el Muso? )... esa...no sé. Es el "desde dónde me habla el emisor" y "si el receptor lo comprende bien". Es un mundo fascinante, y no es más que comunicación.  Pero qué grandes maestros hay de comprender desde dónde me habla el otro.

Y lo saben aprovechar.

Esa es una de las grandes  maravillas humanas. El ser capaz de comprenderse.

^_^
Creo que voy a volver más veces a ese mercado.



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