Y, en general, diría que he dormido enojada. Al menos un buen rato. Este sueño me enfadaba lo suficiente como para despertarme. Pero ... no sé si lo interpreto bien.

Tengo una cobaya centenaria. Tiene cien años (cobayos), o, por lo menos 88... En realidad tiene unos ocho años humanos. En una cobaya, es una barbaridad...

Se llama Puca. Ya he hablado de ella anteriormente. Y es macho, aunque yo siempre la llamo: Puca-bola, bicho-bola, bonita, linda, "yavoypesada" o "quéquierespesada"... ella todas esas cosas las entiende.

Habla. 

Y medita. Escucha mantras, al menos. En tibetano. 

Toda la Comunidad de Amigos de las Cobayas le tiene gran aprecio y no saben cómo vive tanto. Debe de ser por los mantras.

En este sueño, me daba cuenta de que le atacaban unos pequeños parásitos. Como puntitos negros que saltaban por su largo pelaje. Y pensé: "Uy, Puca, ¡pero si tienes bichos!".

Saqué del armario la loción "antibichos" y se la eché.

Hasta aquí... pues nada es raro. Puedes echarle loción anti-parásitos a tu cobaya, es de hecho, algo que se debe hacer.

Lo malo es que aparecieron más y más y más bichos. Puntitos negros en realidad. Aparecieron de repente, dando saltos por su bonito pelaje. No se veían más que puntos negros molestos.

- ¡¡Pero Puca!!

Claro, la cobaya se puso muy inquieta. Corría por toda la casa y yo corría detrás.

- ¡Para un momento! -gritaba corriendo tras ella.

Cada vez más enfadada ella, y cada vez más enfadada yo. Conseguí por fin encerrarla en un baño.

- ¡Ven acá! -la detuve-, le eché más poción -médica-milagrosa y entonces todos esos puntitos negros se volvieron locos.

La mordían a ella y me mordían a mí.

- ¡¡Ay!!

Retiré la mano. La izquierda, tiene gracia, en el sueño me fijé. Yo iba para zurda... ya lo decían mis padres. Pero, je je je, de niña se empeñaron todos en que usara la otra mano.

Miré mi mano izquierda toda mordida.

"¿Pero qué bichos son estos?"

Los bichos no provocan yagas. Casi eran quemaduras. Alergia grave.

 Y recuerdo que en el sueño esa línea de pensamiento que a veces ayuda, me indicó lo siguiente:

"Claro... si durante años esos parásitos viven con un ser vivo que los tolera y de repente lo quieres echar todo fuera... no esperarás que no se defiendan."

¿Qué? ... ¿Cómo?

Perdona, ¿qué los bichos qué?

Puerta del baño cerrada, Puca que corre hacia la bañera y se pone (voluntariamente, esto jamás lo haría) bajo el chorro de agua fría y limpia de la ducha. No para de hacer "cui-cui-cui" todo el rato.

Tomé a la cobaya en la mano y pensé: "¿Que los bichos esos se ..."

**Nota de la autora: se ha quedado congelada la página, he tenido que reiniciar y casi pierdo toda la entrada. Son esas cosas mágicas de la informática.

Por donde íbamos, ah, sí... los bichos y el final del sueño. Con la cobaya en la mano pensé para mi misma: "¿qué los bichos esos se defienden?" ¿Que ellos se defienden? Muy bien. ¡Pues si ellos se defienden yo hago limpieza!

- ¡¡No salimos de aquí hasta que no quede ni uno solo!! ¡Me da igual cómo se pongan los parásitos esos! ¡Voy a dejar a la cobaya libre y reluciente! ¡Ducha, agua, loción y lo que haga falta...!

Del cabreo que me entró me desperté.

Me desperté enfadada.

Luego intenté buscarle el sentido al sueño. Quitamos "bichos" y pongamos "malas costumbres". ¿Puede ser? En realidad el sueño va de una mascota aparentemente feliz y sana, y un ataque de molestos parásitos que en realidad estaban ahí, pero que hasta que no me empeñé en echarlos fuera, no empezaron a defenderse.
Yo monto en cólera, digo que voy a hacer una limpieza que no va a dejar pie con bola y me despierto.

Para mí habla de cambios.  Eso en lo metafórico.

En lo... literal... creo que esta tarde le voy a comprar a Puca una de esas telas que imitan el césped. Creo que voy a montar una especie de ginkana de cajas y lugares donde esconderse y creo que voy a dejar que corra por el salón. No es que ya corra mucho.
Tiene cien años.
(cobayos)


Es una edad respetable.