El hurto.
Bueno, no tenía intención de escribirlo pero lo voy a hacer. Han robado a una de mis mejores amigas en una cafetería.
Mirad, yo iba cargada con mi pequeño portatil, un netbook en realidad. Siempre voy a esa cafetería, unas tres veces por semana. Conozco a las camareras, ellas me conocen a mí. Me puse mi camiseta de super-man, y decidí ir a esa para trabajar en la novela. La nueva. Esa cuya idea me dio esa persona tan especial y que tantos sube-baja emocionales me provoca. Al entrar en la cafetería pensando en mis cosas, saludé.
- ¡¡Hola!!
La camarera me contestó:
- ¡Qué alegría traes!
Es curioso, porque yo había pensado lo mismo de ella. Casi me dieron ganas de responder: "pues somos espejos" Porque ella sonreía como un sol y yo pues al verla tan feliz, sonreí yo. Y resulta que ella me dijo que era yo la alegre. ¿Quién está alegre al final?
Como iba cargada, me senté en una mesa que no era la habitual. Nunca nos hemos sentado -mis amigos y yo-, en esa mesa. Nunca. Pero iba cargada. Me senté allí. Dejé el móvil sobre la mesa, la tostada en una mano, el portatil en la otra. Yo soy muy neurótica. Nunca, nunca, me separo de mis cosas. Nunca dejo el movil sobre la mesa. Salvo en mi pueblo.
Respiré hondo y me dije. "¿Ves? Tranquila. No pasa nada. Deja de pensar todo el tiempo en robos. Puedes trabajar en la cafetería y dejar el móvil sobre la mesa, no lo van a robar"
Nunca, jamás, me repito, me permito estas cosas.
Por error, mandé la dirección del café de abajo a mi amiga, en vez del café de arriba. Se llaman igual. Me llamó por teléfono. Fijáos, punto dos de inflexión, me dijo: "No, tranquila, voy al tuyo. Estoy ahí en diez minutos".
De nuevo me senté. Concentrada en la novela, en la corrección. "Qué paz". El mundo desaparece, solo yo y la novela. Acabé mi tostada. El bolso estaba en la silla de al lado. Mi amiga llegó, charlamos.
Hubo un momento... que entró un hombre en la cafetería. Caminó a nuestro lado. Hacia la barra. Al mirarle... sentí algo rarísimo. Él miraba mi móvil. Instintivamente lo guardé. Lo aparté de su vista, fue algo... no sé.
El hombre salió de la cafetería.
Cuando levanté la mirada otra vez, volvía a estar dentro, junto a la barra.
Fijáos que mi amiga también lo sintió. Se levantó y caminó hacia la barra (luego me dijo que temía que aquel hombre fuera a llevarse su café). Entonces sonaron unas monedas.
Montones de monedas.
Lo agarré todo. Bolso, pórtatil, manuscrito, todo, y a la vez miré hacia mis pies. Tenía un chico con sudadera, pendiente, nariz recta, y una gorra roja... a mis pies. Y miles de monedas. "Dos euros" identifiqué, "diez céntimos" ... tlin tlin tlin.. monedas por doquier.
- Señorita, perdone -el chico sonrió, no le vi el rostro, pero lo noté en la voz-, perdone señorita, mis monedas. Ay, mis monedas, señorita...
Al levantar la mirada vi de nuevo al otro hombre. Me miraba fijamente. Me hice una bola como un erizo sobre mi bolso, mi portatil, mi manuscrito. Lo agarré tan fuerte... me daban igual las monedas, me daba igual el otro tipo. El moreno me seguía mirando. Yo a su vez le miré a él. Mi amiga estaba de pie. Él sostenía una...cazadora o camisa negra... como si se preparara para marcharse.
No apartó la mirada de mí. No la apartó. Y pasó por mi lado... y salió.
Vi que mi amiga tenía su móvil en la mano, vi que se acercaba a la mesa. Se sentó.
- ¡¡Tía!! -solté muy indignada- ¡Esos andaban a robar!
Me salió del alma, os lo prometo. Y entonces... jo,... entonces mi amiga dijo:
- Mi bolso.
- ¿Qué? ¿tú llevabas bolso?????
NO lo vi. No lo vi al entrar porque era una mochila. No sentí nada por sus cosas porque vi que tenía su móvil en la mano. Llevaba un bolso negro, nuevo. Una mochila pequeña.
El resto de la mañana, os podéis imaginar.
He aprendido muchas cosas. La primera, el apoyo. Me quedé con ella hasta que pusimos la denuncia, y alguien me dijo: "es lo que debes hacer, apoya a tu amiga". Y como yo ya he estado en la comisaría por otro robo una vez, pues... sabía que podía animarla. Luego en la comisaría pasaron más cosas y acabé muy roja y mi amiga me dijo: "jajaja, tampoco has dicho nada malo" No por el policía sino por.. jajaja, un señor llamado Castiñeiras. Yo hablando de meigas (por darle conversación) y criticando como una maruja a los que creen en la magia (los gallegos esto, los gallegos lo otro). Y el que estaba sentado enfrente se llamaba señor Castiñeiras. Me puse tan roja. A mi amiga le dio la risa. Bueno, si al menos la animaba. Al policía le sorprendió muchísimo mi memoria fotográfica, a mi amiga también.
Al salir le dije: "si yo no hubiera ido cargada con el portatil habríamos elegido otra mesa y no habría pasado"
Todo... todo lo que pasó... era una cascada de cosas que condujeron a otras cosas. Desde el mismo momento en que elegí esa cafetería en vez de la parisina, algo tan trivial como elegir una mesa, por ir cargada con un portatil. Y fui a la cafetería porque a su vez ayer recibí fotos de una biblioteca de un colegio Jesuíta de Asturias.
A su vez mi amiga dijo: "si yo hubiera llegado cinco minutos más tarde, si no hubiera soltado mi bolso,... no hay reproches que hacer y no ha sido tu culpa".
Eso por un lado. Por otro... ¿¿¿cómo diantres lo hemos sentido las dos???
¡¡Cielos un bicho sube por mi miesa de trabajo!! ¡FUERA FUERAA!!!!
(Y con esta interrupción animal... se acabó la entrada)
Saludos y cuidaros mucho todos.
Ciau!!!
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