En el que soluciono un problema de estrés laboral...


La semana pasada hice un descubrimiento asombroso. 
Al comenzar el año 2015 uno de mis propósitos (o deseos) era conseguir que el trabajo no me afectara tanto. Podría decirse que yo tengo dos ocupaciones en mi empleo: atender al público y ser formadora (de nuevos empleados). La parte de formar me gusta mucho, me siento útil, ayudo a la gente, aprendo a la par que explico cosas e incluso me ayuda luego porque al cliente trato de "enseñarle" (en la medida de lo posible)

Ahora bien, mi parte de atención al cliente conlleva también unos objetivos. Supongo que todos trabajamos por objetivos (estéis donde estéis) y este era el problema al que me enfrentaba. Una jefa que tuve hace tiempo me señaló que tenía un problema con el estrés, que había notado que si nos decía algo que había que mejorar yo pensaba de inmediato que era culpa mía (cuando, añadió, muchas veces lo decía por todos menos por mí), y que me obsesionaba demasiado con el resultado y me volvía loca con los objetivos. Me dio un par de pistas que me hicieron pensar pero todavía estaba lejos de la solución (a varios meses)

(CC) Pixbay.com

El problema de base era una idea errónea. Confundía el resultado con la valía como persona. Me explico: imaginaros que tenéis que construir una pared (como profesión) de ladrillos de colores. Vosotros llegáis cada mañana, os ponéis a amontonar cemento y ladrillos sin descanso, y levantáis la pared más alta, más bonita y más colorida del barrio con mucha ilusión. ¿Bien? De acuerdo. Pues hay días que durante el atardecer, llueve, y al llover, esos ladrillos especiales se deshacen y la pared se derrumba ante vuestros ojos atónitos. De acuerdo, permitid que lo ilustre de esta manera: si este fuera el ejemplo para entender la historia a continuación yo os diría lo que me pasaba a mí. Yo miraba la pared deshecha y pensaba: "soy un fracaso, algo he hecho mal, tendría que haber puesto más cemento...". Y me desesperaba y lo pasaba fatal. Ojo a la palabra "fracaso" porque suena así de fuerte y es realmente terrible. 

Como es de suponer, a nadie le gusta irse a casa pensado que ha fracasado, que no es buena en lo que hace, que seguramente la van a despedir y un largo etcétera de pensamientos erróneos y nada útiles. Y aunque llevar 5 años en una empresa es prueba más que suficiente de que algo estás haciendo bien, ni con esas era capaz de echar a bajo esa idea terca y cabezota que me estaba haciendo mucho daño.

Como siempre, pensé que la solución era observar a los demás, ¿y ellos cómo lo hacen? Y pensé: "pues igual vale quejarse". "Igual vale enfadarse"... 

Podría deciros que he observado, estudiado y meditado las conductas, frases y soluciones de todos cuantos me rodean pero no conseguía que las respuestas de ellos me diera una solución a mí. Desde el "qué más da" que me sonaba derrotista a frases ciertamente correctas pero que no interiorizaba. Y luego están, las mentiras. (Existe una idea errónea de que mentir es mejor que decir la verdad pero, al menos en mi caso, no me vuelve más productiva)

Era un dilema para mí muy complicado. Como lo son todos los dilemas personales.

Hasta que hallé mi propia respuesta. No sé cómo porque... ufff, no sabéis lo obstinada que soy. Pero encontré de algún modo la idea errónea y una vez descubierta era tan simple que ahora me hace reír. La lluvia de mi historia va a suceder, puede que un mes no, pero otro sí. O puede que siete meses no, y uno sí. Lo que quiero decir es que yo no puedo controlar el tiempo. Sólo puedo elegir qué hacer cuando llueve
Antes intentaba controlar el tiempo. Y lo peor de todo es que si el tiempo era malo lo sentía como un fracaso personal. Y eso no es cierto. El hecho de que llueva o haga sol y yo sea igual de estupenda ^_^ elimina por completo mi problema de estrés. Porque más que nada era un problema de auto-estima. 

Veréis, lo que a mí me gusta de mi trabajo es que puedo hablar con mucha gente (y aprender) y puedo ayudar. Siempre me han gustado las empresas grandes. Más que las pequeñas. Y si hay muchos departamentos y se puede aprender qué se hace en otros, pues mejor. Lo que me hacía mucho daño era el tema del éxito-fracaso en función de cosas que no dependen de mí. Y os lo cuento porque supongo que eso lo tienen muchas profesiones. Si por ejemplo eres médico y salvas a diez pacientes pero se te muere uno, y ese uno te haces a la idea de que ha muerto "por tu culpa", pues probablemente no seas capaz de volver a ejercer. ¿Entendéis? Por poner un caso dramático. O si eres veterinario y salvas cien mascotas pero se mueren dos, o si eres vendedor de coches y tu empresa cierra y te echan... estamos rodeados de cosas que no podemos controlar. Lo cuál a mí me cabrea sobremanera. Pero bueno, ja ja ja... eso ya lo dejamos para otra entrada.

Así que, mi consejo, y aunque sé que decirlo a quien lo necesite pues tampoco va a servir porque la solución la tenemos que encontrar nosotros mismos: intentad tener pensamientos buenos y positivos y útiles. Porque si os cuidáis un poco, seguramente trataréis mejor a los demás. También he aprendido que "la queja" es un abuso de confianza, (salvo que se haga a alguien que puede ayudaros) Yo antes las quejas las disculpaba, las escuchaba e incluso me parecía que era síntoma de confianza, que si la gente me contaba sus cabreos era porque me consideraban su amiga. Nada más lejos. Hay que rodearse de gente positiva y procurar tener experiencias positivas. Y fomentarlas, a mí me gusta mucho organizar cosas para que la gente se junte y pase un rato agradable (lo próximo, el teatro). Si os relajáis con vuestros seres queridos y procuráis que las reuniones sean felices y se hable de cosas interesantes y divertidas, ¡vuestra vida mejorará un montón! No os centréis en lo negativo, en las discrepancias o en las discusiones. 

Y me callo ya, que si sigo escribiendo no voy a llegar al trabajo.
¡Sed felices! (y como dice el anuncio: haced felices a otros)
Saludos!!!!
Nelly. 

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