Menos mal que no había tráfico.

 

Estaba soñando un sueño maravilloso.

-Tienes este libro, y este más…

Un montón de títulos interesantes.

-¿Pero de qué van?

-Te van a gustar todos -me dijo el sueño-, todos son muy buenos. Este, por ejemplo, va de una familia del oeste pero…

TTTITO TIOTITO TITOTITO

¡El despertador!

-¡Noooo!

¡Los títulos! ¿Cuáles eran los títulos?

¡¡¡Nooooo!!!

Ains. Suspiro.

Me arrastro hasta el cuarto de baño con el ánimo en los pies. Luego hasta la cocina. Luego hasta la cama.

“No voy”, “a la porra”, “Paso”.

Ains. Suspiro.

Me arrastro hasta que me preparo el desayuno.

“Bah, sin prisa… total, es verano, no hay casi tráfico”.

Salgo de casa con mi vestido rojo. En el garaje me topo con un vecino.

-¡Hola!

-¡Buenos días!

(Qué madrugado)

Monto en mi coche y me encuentro con otro vecino que se va a trabajar.

Me saluda con la mano.

(Cuántos vecinos)

Subo la calle. Acelero.

“Ya, ya… hay prisa, he salido tarde”.

Freno el en paso de peatones. Giro y …. Barullo.

Me paro.

Coche-coche-coche-furgón-moto-autobús.

“Bah, tan lentos no irán”

Y entonces ocurre. Se pone rojo el semáforo del cruce.

Nunca, jamás, nunca, nunca nunca, ese semáforo se cierra antes de dar tiempo a pasar a todos los vehículos del cruce.

Ahora, sí, refunfuño en voz alta.

-¿¿¿Pero qué haces??? ¡¡¡Qué haces!!!

Aparentemente, no hay problema. Salvo porque estoy en medio de un cruce. A la izquierda hay 3 carriles que el mío corta en perpendicular.

¿Qué va a pasar si se abre el de la izquierda?

-¡¡¡Pero qué haces!!!! -digo al semáforo-, ¿¿¿Pero estáis tontos???  (digo al que maneja el semáforo)

-¡¡¡¡Pero se puede ser más tontos!!!!! ¡¡¡Pero abrir el semáforo, pero qué hacéis!!!

Nadie me entiende… hasta que se abre el otro sentido.

Pitan.

Ya.

Veréis, no hay recuadros naranjas o amarillos en ese suelo porque nunca jamás se cierra el semáforo con coches parados en ese cruce. Es un cruce de “doble semáforo”. Pero es obvio que si abro un semáforo a tres metros de otro semáforo, lo mantengo lo suficiente como para que no queden coches atrapados en el medio, habida cuenta de que hablamos de tan solo tres metros de recorrido. ¡Tres!

Que piten no me molesta. Es decir, yo entiendo lo que ellos ven, y ellos ven… un coche blanco obstaculizando el paso de un carril (el derecho de ellos está libre y su izquierdo es obligatorio de giro, y poco usado en general por los demás coches). Yo lo entiendo. Así que, que yo lleve dos minutos gritándole a un semáforo y que a nadie le haya molestado hasta que de repente ya gritan todos, pues no me afecta. Entiendo el posicionamiento. Y no hay maldad. Y no ven, obvio.

Un señor en bicicleta me señala otro carril.

-Métete al interior.

No tengo tiempo de explicarle: “No podía, señor, allí había un bus. No sabe usted el nudo que tenía el cruce y por qué se ha cerrado el semáforo porque cinco coches no han sido capaces de aclararse y nos han demorado a los tres que quedamos aquí.”

No da tiempo a explicar eso. Agradecí y sonreí. No podía cambiarme ya.

De todos los pitidos, solo hubo una cosa que sí me llamó la atención.

-Pero ¡avanza!

Era una mujer, de mi edad. Veréis, yo las distancias las calculo en función a no darme de bruces contra otro coche, es decir, precavida de más. Ese “avanza” implica: “pégate más al de delante” Y pensé: ¿¿¿Puedo???

Sí, en eso reconozco que fallo. Lo siento, internautas, yo le di una vez a dos obstáculos en un garaje y desde entonces… soy en extremo precavida con las distancias. Lo soy, siempre. Y no creo que calcule mal, solo que sé el espacio que necesito para maniobrar. Y evito accidentes porque alguno ha usado mi distancia de seguridad para no tragarse a otro coche. Intento facilitar, siempre. 

Arrimarme un poco al de delante no me parece que resuelva mi obstáculo hacia los demás pero si a esa mujer le hace feliz. Lo hago. Me doy cuenta de que me gusta no molestar a la gente, cosa que puedo constatar al ceder el paso a todo el que lo necesita cuando viene una incorporación.

Por fin se pone verde el semáforo… ¡por fin! Y mientras avanzo escuchando mantras mi yo interior me pregunta “si no me enfado”. Contesto que no. Añade algo y yo me digo mentalmente:

“Aunque empezar en el amanecer con gritos no es que sea muy… ¡ja ja ja ja ja!”

No sé por qué no me enfado. La verdad, no lo sé.

Bien, nada más arrancar, se ponen rojos dos semáforos.

¿¿??

“Vale, tenemos a un novato dirigiendo la calle Alcalá” ¡Jajajajaj! Pienso, divertida. Me sé la cadencia de los semáforos y hoy están bailando el mambo.

Nada más pasar a otra avenida se cierra otro semáforo. De acuerdo, voy por el central, miro atrás y luces de policía.

“Van por el central” pienso.

Se hunden en el cambio de rasante, pero yo ya las he visto. Van en alerta y van a avanzar pese a estar rojo el cruce.

“Ainssss, vaya día de obstáculos”

Intermitente e izquierdo. Tengo un coche delante… ay, pobre. Ya no puede quitarse cuando se da cuenta de que llega la policía, se salta el semáforo. Y se pone en diagonal delante del que va delante de mí.

-Pues sí que estamos bien hoy.

El semáforo se pone verde, el de delante, pita al de la diagonal. El pobre no ve.

Avanzamos.

Giro y veo el amanecer. No logro entender cómo el Sol estaba más alto dos días atrás, siendo más temprano. Llevo dos días volviéndome loca con eso. ¿¿¿Ha cambiado la posición de la Tierra o hay un fallo en Matrix. 

Llegamos a la gran M40 y ¡¡¡es un atasco!!! ¡UN ENORME ATASCO!

Me incorporo a 70 entre un lío de coches impresionante y me digo a mi misma:

“¡¡¡Pues menos mal que no había tráfico!!!” jajajaja.

El cielo está dorado y azul. Huele a lluvia. Llego a trabajar y me encuentro con la señora de la limpieza.

-¡Buenos días!

-¡Buenos días!

-¿Quieres que empiece por tu mesa?

(Ay, qué amable)

-¡Claro!

Se me cae el ratón, el teclado, la agenda, los cables se enredan.

 

-Hoy estoy de lo más cableada -le digo.

 

Este chiste me lo enseñó mi compañero de trabajo. Me preguntó hace unos días si conocía la diferencia entre “cabreado” y cableado.

 

-¡Jajajajajaajajajaj! -ríe la señora de la limpieza.

-¡Jajajajajajaja! -río yo.

-¡Jajajajaja! ¡No te has cabreado, te has cableado!

-¡Jajajajajaja!

Francamente, es mejor cablearse que cabrearse.

 

imagen creada con IA. 

Buena jornada!!

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