El el que hago un taller "muy de Alicia"
Lo que está muy bien pero para darle más emoción, el otro disparador vendrá de ciertas.. fuentes. Tarjetas, tarjetas... son tarjetas.
Veamos, pues, lo que puede pasar:
Ellos van a elegir 1 disparador, escrito por ellos (para eso llevo unos papeles) y luego el otro organizador o quizás una mano inocente va a elegir unas tarjetas. Y luego yo tiraré unos dados o quizá otra persona.
Del acto saldrán dos números, o lo que es lo mismo, uno de dos cifras. Y ahí es donde llega el segundo disparador. Que puede ser, por ejemplo:
23 Te voy a contar mi vida en dos minutos.
61 He descubierto un nuevo continente
42 Yo fundé la Asociación de Adoradores de la Coliflor.
13 El fin del mundo será este martes.
43 Estúpido loro
48 Hoy hipnoticé a un conejo
Etc. Etc.
El juego se llama "El día que adopté a un ñu"
(..todos los patos estaban ya cogidos...)
A ver qué sale.
A mí improvisar no me importa. De hecho, uno de los mejores relatos que he escrito últimamente era un error en los envíos de Shein (jajajajaj) la cosa terminaba con unos neandertales en el escaparate de una tienda y unas ropas nuevas en el Museo de Ciencias Naturales.
Improvisar es divertido.
Lo que me preocupa es que tengo 18 apuntados al taller y 26 en lista de espera.
Pero bueno... si fuera necesario, puedo dividirlo en dos espacios, aunque prefiero que no. Igual si coloco un banco de esos largos... en vez de sillas, lo podemos solucionar.
En ese taller yo escuché a Adrián leer un relato con su poderosa voz (¿sabéis que casualmente trabajó también en mi empresa, tiene gracia, la cosa... pero lo dejó y luego le fue muy bien,...) y el relato en sí era una cosa hasta que al final... resulta que es una declaración de amor. "Cómo le digo yo a este votante de Ciudadanos...!"
Y ese final fue tan tremendo.. que yo todavía le doy vueltas.
Y Adrián se ríe.
De cómo llegué yo a los talleres es una cosa interesante. Fue por Matar a un ruiseñor. Creo que en esa época mi compañero de trabajo me recomendaba muchos libros. No estoy muy segura, pero este me gustó mucho. Habla de la ley y lo correcto. Así que me apunté a un debate o taller y al llegar resultó que era en Moncloa. Tardé un poco, encontré el sitio, entré y vi a unas treinta personas en una mesa "cuadrada" (varias mesas en rectángulo) y a Adrián.
-¡Qué bien, he llegado! -pensé.
Y resulta que era en inglés.
¿¿¿Qué????
Los miré. Me miraron. Adrián se río.
-Quédate -me dijo.
-Pero YOOOOO....
-Bueno, di lo que puedas.
El caso es que hablé en inglés una opinión de un libro. En inglés. The lawyer...
( Y pensando: "¿Tú de donde te sacas que lawyerrr sea abogado???")
La gente asintió y Adrián me dijo: "Pues muy bien, para no saber inglés..."
Y luego me ofreció organizar.
Yo me negué.
-Es que creo que te gustaría -me dijo.
¿Yo? ¡pero... ¡pero qué dices! ¡No me conoces! ¿Yo? ¡pero si no sabes... !
-Te gustaría -repitió.
Y ya son 8 años.
¿?
Salen buenos relatos, no os penséis. Pero siempre digo lo mismo: al ser algo abierto al público... a veces hemos tenido problemas. Luego, se unieron los actores de doblaje. Luego vinieron las grabaciones, los violines, las tardes con cincuenta personas en la residencia y la gente guardando silencio al vernos porque estábamos grabando cuentos.
Casi morimos de éxito.
Luego vino la pandemia, y todo se congeló.
Y ahora estamos en la post-pandemia.
Dado que Adrián viaja de China a París, de París a Tokio, de Tokio a España... no siempre puede venir. Yo, ya sabéis, odio los cambios. Yo no cambio... ellos sí.
Tampoco digo que un ligero cambio con ciertas advertencias, avisos e indicaciones previas como sueños y demás... esté mal. Es decir... si te quedas como Lui o Lestat congelado en el tiempo, ya verás lo que pasa.
Pero bueno, me estoy extendiendo y esa es ya otra historia...
Voy a imprimir el manuscrito que quiero revisarlo y mandarlo mañana. Y después de eso me pongo con el libro Cozy que mi compañero preguntó por él y cuando lo hace lo hace por algo.
Saludos!!!
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