En el que jugamos al "Fiasco".

 

Decidí llevar a algunos amigos al sitio en el que organizo los talleres literarios. La idea era jugar a un juego victoriano, pero resulta que una amiga no pudo venir... y en su lugar, mandó a otro amigo.

Me estreso cuando siento que tengo que hace de anfitriona para personas tan diferentes.

"Hola, soy D. M dice que llega tarde y yo ya estoy por aquí".

Observé al chico de mi edad que llevaba un rato observando. A la par que decía a Coso, "por favor, dime que no es ese chico". Llevaba un sombrero tipo boina. Como si esto fuera Nueva York en los años 20.

"¿Llevas sombrero?"

"Yep"

"Mochila??"

"Yep".

((Ains)) ((Nos vamos a caer fatal... no le vamos a gustar, ya verás))

-¡Hola, soy...!

-Hola.

Genial... y ahora vienen los momentos incómodos. De camino a donde organizo los talleres les voy contando cosas del lugar, y de repente un amigo mío, de Toledo, le dice algo sobre un juego y el desconocido contesta:

-¡Hombre, sí! ¡Es que tenemos una asociación, en la calle XX!

(Está pegada a mi casa)

-¿En serio? -pregunto.

-¡Sí! Pagamos un par de euros cuando nos reunimos... para mantener el local...

De todas las cosas que se me podrían ocurrir preguntarle, se me ocurrió la más relevante para mí... y también, quizás, la más absurda:

-¿Hay chicas?

-Sí. Hay chicas.

Valoré pasarme... y conocer a la gente.

Más o menos... parecía una buena idea, hasta que de repente mi amigo de Toledo, ya instalados en las mesas donde íbamos a jugar, sacó un globo terráqueo. Unos libros. Muy viejos. Y una pajarita. 

Fruncí el ceño.

-¡Bienvenidos a mi mansión! -expuso-, todavía no me he mudado a Londres porque el tiempo aún es agradable en la campiña y...

Yo sé que mi amigo es master. Así que pues te ríes y tal... Pero yo no sé interpretar. Me puse hiper-tensa, y de inmediato, nuestro querido D., se presentó:

-Mi familia ha invertido en fábricas de acero... yo...

Y se presenta como si llevara toda la vida, siendo un tal... ¿Sir Terry?

A continuación otro amigo, casualmente músico, se presenta hablando de su currículum de músico en el siglo XIX. Y así hasta que me toca a mí.

((Oh, cielos))

Ahm.

-Yo... yo... conozco a Oscar Wilde.

¡jajajaja!

Eso dice mi papel. Una tal Charlotte, escritora (qué casualidad), de buena educación, hija de un poeta.

¿Qué sé yo de Oscar Wilde?

-¿Sabías que Bram Stoker le robó la novia? 

Como había que interpretar, a lo largo de la partida no hice más que hablar de las fiestas de Oscar Wilde y, cuando se me acabó esa baza (la usé para pedir una pista), dije: bueno, también conozco al de Alicia en el País de las Maravillas. Sin pestañear, siquiera, Sir Terry me miró y dijo:

-Excelente matemático.

Y yo me puse roja y le miré y entonces él se rio. Y yo dije: ¿¿¿pero qué??? Y él dijo: "Hago teatro de improvisación".

AH.

Vale.

Disculpad, ¿la mesa para los que NO sabemos interpretar?

Bueno, mi amigo de Toledo nos puso difícil el misterio. Valoré el suicidio desde el inicio pero como eran preguntas de o no, a la pregunta de: "¿el veneno fue usado con intención de matar?" la respuesta fue: sí. Es decir, esquivamos el accidente. Entonces caí en algo. "¿Usado por el propio muerto? Me refería a que no se había suicidado. ¿Pero mi pregunta y su respuesta no sigue permitiendo dicha hipótesis?" Es decir, mi pregunta era si se mató por accidente... ¡Pero tal como la formulé la respuesta seguía permitiendo el suicidio! ¡El lenguaje, de pronto, era poco preciso! Que el veneno se usó con intención no excluía al propio muerto, cosa que yo pretendía preguntar.

Luego, claro, me empeñé en el móvil. Y me di cuenta, durante la partida, que volvía a ocurrir el problema de no escucharnos unos a otros. En mi caso, no no escuchar... sino aprender a aceptar que el lenguaje es tramposo.

-¡Vamos, Lord Archibald, eso lo he preguntado yo antes! 

-Tú has preguntado que si el motivo de suicidarse era la vergüenza.

-¡Por lo de su mujer!

-Bueno, eso no sería vergüenza.

¿Veis que no es fácil? En lo que si salté es cuando se habló de las avispas.

-¡Pero si ya lo tenemos resuelto!

-No.

-¡Por todos los cielos, ¿qué falta?! -pregunté.

-Que me lo cuentes en una historia -dijo el Master.

¡Argh!

-Historia: XX se enteró de que su mujer era infiel y planeó su muerte y luego matarla a ella, ¿¿cómo?? ¡Con las avispas! ¿Cómo? ¡Pues... es lo que me falta, le daría un bastonazo al avispero!... o le puso una trampa. ¡Ya está! ¡Chis pum! el señor Forrester es inocente.

Y el máster:

-Me faltan cosas.

Suspiro.

Tras esto... (es verdad, faltaban cosas, la víctima era mala como ella sola. Es más, no es víctima... en parte, no lo sé...) decidieron jugar al "fiasco". Debo deciros que fue toda una enseñanza y que interactuar con este Máster me ayuda mucho, a aprender cosas. La verdad es que trabajó muchísimo la ambientación y no es fácil dirigir a 4 jugadores en un misterio. Lo hace muy bien.

-¿Os atrevéis a jugar al Fiasco?

-¿Al qué?

-Es como una película de los Hermanos Cohen.

Frunzo el ceño.

No sé como no tengo agujetas de tanto fruncir el ceño últimamente.

Mi yo interior señala (Fargo).

-¿Fargo es de los cohen?

-Sí.

-¿Y me podéis explicar qué tiene que ver con lo que estáis hablando...? da la sensación de que no usan guion, por lo que estáis explicando del juego que habéis propuesto.

-Se usan solo líneas básicas y tienes que improvisar escenas. Luego... la película acaba de un modo inesperado. ¡Es jugar sin saber qué va a ocurrir!

Oh, cielos, improvisación. Toda una tarde improvisación. Queréis acabar conmigo.

-Muy bien -suspiro.

-Vale, elige un nombre...

-Alicia Lancaishire -suelto, sin saber pronunciar el apellido.

Luego, lanzan un millón de dados y me dicen que elija si los números están en el tablero de entre varias opciones de un libreto que establece relación entre mi personaje el de mi derecha.

-Hermanos -digo, sin pensar.

-Eso me convierte en Chester Lancaisher.

Suspiro.

-Pero todos me llaman Chipi.

¡juas! Casi escupo el té.

-¿¿Chipi?? -le miró enfadadísima-, ¿¿¿Chipi??? 

El muchacho se pone la gorra. ¿No hay una serie por ahí llamada Peaky Blinders o algo parecido?

Cuando me pregunta que elija dados, y necesidades compartidas con el jugador de la derecha, elijo "ascender socialmente a cualquier precio".

Todos empezamos a elucubrar una historia. Una historia del fallecido señor Lancaisher (¿Fred?) y sus dos hijos y su malvada madrastra y el testamento falsificado y todo va genial... hasta que Chester se cala la gorra, se pone en pie... y merodea por los tugurios de White Chappel.

-¡OH, VENGA YA! 

A Chippi parece divertirle que su hermana se esté desquiciando con la interpretación, por otro lado brillante, de persona turbia de bajos fondos,...

Paro el juego a las 21:30 porque se están viniendo arriba y el lugar viene siendo un hotel para científicos.

-En serio, nunca nos hemos quedado hasta tan tarde en este sitio -digo-, tenemos que recoger e irnos.

Decidimos ir a cenar.

-Hay un mexicano cerca...

Les llevo allí y les da a todos por cenar. Suspiro. Pido un burrito. La verdad es que en diez años nunca he cenado, solo me tomaba una cerveza, en ese sitio. 

Empiezo mi burrito super-feliz y cuando llevo menos de la mitad mi cuerpo me dice que "pare ya de comida", pero yo me digo: "anda, no fastidies" y sigo comiendo mi burrito, y sigo, y sigo... hasta que ya no hay manera de comer un solo bocado más. Miro a mi alrededor. Todos se han acabado su burrito, incluida una amiga, más bajita que yo. Se lo han terminado sin ningún problema y yo... me he dejado la mitad.

¿¿??

Si soy más grande... ¿cómo es que soy incapaz de comerme este burrito? A ver, ¿me equivoqué de ingredientes? ¿no debí pedir arroz y guacamole dentro del burrito? ¡Pues los de ellos llevan lo mismo!

Regreso a casa, bostezando. Me despierto. He dormido como nueve horas de un tirón.

Y voy a Taichí.

El taichí es maravilloso. Y me encanta la parte de la espada. Uno de los que practica a menudo se acerca y me dice:

-Tienes muy buena coordinación.

¿En serio?

Intento copiar los pasos pero... cuando dan la vuelta, me lío. Porque entonces quedo yo "delante". Además, el segundo ejercicio... no me lo sé. Me encanta cómo lo hace una de las alumnas. Pero yo no lo sé.

La parte de las espadas,... la hacemos dos veces.

No sé cómo explicaros lo del taichí. Es como si volvieras a habitar tu cuerpo. Es muy raro, de verdad. Pero te despeja muchísimo. Y empiezas a ver cosas estupendas... una lluvia de hojas, unos pájaros que están lejos y nadie los ve. De repente es como si el mundo fuera algo ideal. Como si fuera... bonito. Todo el tiempo. No sé qué relación puede haber entre mover las manos como un tigre y la felicidad, sinceramente. O imitar la pisada de un oso. No tengo ni idea. Sé que se basa mucho en la respiración y la precisión. Y os aseguro que luego estás limpiando una sartén y te acuerdas del movimiento de manos y eso que dijo la profe sobre el "jing" y el "jang" ¿¿??

Ahora hago taichí todo el rato. En casa, en la oficina, todo el rato.

En cierto modo, es genial encontrar cosas que te gustan.




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