Enseñanzas del fin de semana.

Al final el sábado resultó ser una visita a "otro mundo" y no me refiero a mundos planetarios, si no que resulta que la sociedad humana está divida en curiosas .... ¿capas? No, no... vamos a decir "mundos". Y no puedo explicaros más porque si no los visitas no hay forma de explicarlo. Tienes libros y películas, pero realmente no te los crees hasta que... Y mira que los has visto desde pequeña... Pero piensas "bah" y pasas de largo.

Os cuento esto porque pude trabajar mucho en mi manuscrito pero, sobre todo por el hogar de la anfitriona. 

Bueno, al margen de esto...

Me levanté de mal humor, pedí ayer una cosa... y esa cosa ocurrió. No deja de ser extraño. En serio, es como quien escribe una carta a Dios y Dios le contesta. Pero además, de verdad. Imagináos que hacéis algo y durante tres días no recibís respuesta, lo que es una brutal falta de educación. Primero, lo ignoras, luego lo justificas... y ya pasados tres días piensas: "¿en serio....?" y hablas con Dios. (Llámalo Dios/Universo/Todicidad...) y al día siguiente va y te llega el mensaje que esperabas.

¿?

Pero yo ya estaba de mal humor. Medité... me salió fatal. Refunfuñaba y gruía y refunfuñaba más... y entonces fui a Taichí.

En lo primero que me fijé es que en el suelo había una piedra. Triangular y resultona. Casual. Pero como me voy encontrando piedras (=estáte presente) en momentos muy raros. Muy, muy raros. Me refiero a abrir el coche y encontrarte el mismo tipo de piedra allí en mitad del asiento de modo muy resultón. Pues... bueno, me puse a hacer los ejercicios.

De repente se me fue todo de la cabeza. Los gruñimientos, los enfados. Y miré arriba cuando el movimiento lo exigía y vi... ¡¡¡¿grullas???!! ¿¿Patos??... No. Eran dos cigüeñas trazando círculos. 

"Ay, qué bonito!"

Y pasamos al siguiente ejercicio y entonces me perdí porque tuve que dar una vuelta lenta y entonces la que quedaba delante era yo y no podía mirar a la profesora y entonces cruzó una mariposa de manera muy "random" (casual) mi campo de visión y al seguirla (era preciosa) me giré y me topé con los demás compis y su movimiento, pero lo más gracioso de todo es que al girar para ver la mariposa yo había hecho, sin querer, lo necesario para no perderme. Y me pude reenganchar al ejercicio.

Volví a casa con un montón de energía. ¡Muchísima! ¡Paré en una pastelería a comprar un regalo para mis familiares! y volví super-contenta.

Mirad, yo no sé por qué será. Os aseguro que, visto desde fuera, el taichí no tiene nada de especial. 

(Hoy la profe dijo algo que me llamó la atención: "No es ballet" "Las manos van con fuerza...¡Así!")

El caso es que tiene una velocidad perfecta para pasártelo genial y aprender. Porque va lento. Pero va lento como algunas cosas yo veo que van lentas en la naturaleza y no son lentas en realidad. En realidad son... pues como deben ser. Me gusta ese movimiento.

¡Saludos! 



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