En el que me siento donde el compañero.

 


Bueno, resulta que por casualidades de la vida... me tenía que sentar en su misma parte de la oficina. Pero resultó que luego no era así, porque él se movía de lugar. Así que nada más entrar en esa parte de la oficina, al amanecer, me fui directa a los puestos de atrás.

Veréis, dado que Coso ("cosa indeterminada interior") no usa palabras, pero yo le entiendo, voy a transcribir esta historia escribiendo lo que suele ocurrir... y es que le vais a entender por mis respuestas. Porque yo pienso una respuesta que sí, va con palabras. 

Tal cual entro en la oficina y me dirijo a los puestos de atrás, noto:

(*******)

Eso en asteriscos es Coso hablando. 

Y pienso:

"Pues no sé si es atrás, pero desde luego, donde él no me voy a poner...."

Y esa Cosa dice:

(********)

Y yo contesto:

"Pues porque no puedes ponerte en su sitio. Ese es el sitio de Él (y él brilla y es un Maestro) y yo no me voy a poner donde él. Ese puesto es Sagrado, ¿de acuerdo?"

(********)

"Que no, pesado, que no es ahí. Yo me siento atrás. Atrás hay sol y ventana... ¡detrás es donde voy!"

Me siento, abro la oficina virtual, inicio el sistema. Contesto correos. Todo la mar de bien. De repente, llega un miembro del Equipo al que doy formación. Nos saludamos y pregunta:

-¿Dónde nos ponemos?

Contesto:

-¡Pues mira, ya que lo has preguntado, vamos a mirar el mapa! Nuestro grupo se sienta en....

Contemplo perpleja que el número de la mesa y el número del mapa... no coincide.

Chequeo otra vez.

No, no coincide.

-Ahm.... -titubeo-, bueno, según esto.... Según esto... espera un momento...

¿He leído el mapa del revés?

Me levanto, sigo el mapa y... ¿adivina, adivinanza? (Sí), me toca sentarme en la mesa del Compañero. No en la que estoy, sino en la que estaba él.

"Hay que fastidiarse...."

Suspiro.

Coso suele tener razón, a veces. Importante: otras veces, no.

-Pues... ¡justo vamos allí! -señalo-. ¡Venga, me voy a cambiar! ¡Me he sentado donde no es!

Me cambio a la mesa del Compañero.

Su mesa.

Miro la mesa. Miro los papeles de la mesa.

"Los papeles... con sus secretos para triunfar"

Se me pone esta cara:


"Papeles...." 

Papeles llenos de secretos.

"Para ser un líder"

Y pienso: "Mira...¡¡¡mira!!! Sus papeles.. Y su letra... Qué letra tan bonita.... Ah, no, espera, esta no es suya. Es la letra de su Equipo. Mmmmmmh.... Bueno, a ver qué hay aquí"

(**********)

"Claro... no los habría dejado a la vista. Ya me conoce. ...Así que puedes cotillear. Sí, aquí están los secretos de la magia. Ya verás"

Levanto un papel. Lo leo. Lo estudio.

"Cielos, esto es un plan de acción".

(**********)

=(¡jajajajaja!)

Levanto otro papel.

Matemáticas.

Levanto otro.

Estrategia, hora a hora.

Frunzo el ceño.

Y le digo a Coso:

"No son... no son mantras secretos de la india... es ¡trabajo y esfuerzo diario! ¡Pero será posible!"


(**********)

=(¿quién dice que ahí no está el secreto que buscas?)

En un lugar remoto de mi Mente, noto regocijo y risa. Vamos, que le iba a decir a Coso lecciones de magia y eso es: trabajo constante diario y mundano. ¡Será posible!

Con ojos ansiosos me quedo enganchada a todas sus buenas ideas.

"Copia-copia" le digo a Coso. "Copia-copia-copia"

Coso-copia toma nota del asunto. De todo. Me giro para dejar las cosas en el armario. 

Coso anota hasta la rugosidad del papel. Qué fue antes el material y qué será será... lo nota todo, lo capta todo.

Son papeles.

"Mira", le digo, "letra redonda de matemáticas. ¿Has visto? Tiene la mente analítica. Tú, no".

Me levanto, guardo el bolso que había dejado en el suelo en un armario, convenientemente abierto.

Taza de corazones.

Esto me hace dar un brinco. Esta casual taza de corazones es la misma taza de corazones que guardo en mi alacena, lo que hace que cada vez que la vea mi mente se da un paseo por Casa. Y no estoy en casa, estoy en la oficina. El efecto es igual que si te sacudieran el alma. Sé que es raro, pero es así. Una especie de vaivén porque alguien ha dejado ahí, casualmente, una taza rara que yo también tengo en casa. 

Cierro el armario.

A Coso le gusta jugar al escondite. Le gusta jugar a la casualidad.

Pasa una mañana de locos (me he quedado con un papel, a él no le importará) y de repente, en el cambio de turno, aparece el compañero.

Le indico que he cotilleado todos los papeles. Lo sabe. Saber que sabe lo que yo haría, me hace gracia. Empiezo a entenderlo, creo... no sé, la palabra es: ser estratega. Yo sé jugar al ajedrez pero no soy estratega con las personas. Eso se me da mal.

Sí sé que hay cosas asombrosas, como el otro día, todos los carriles libres salvo un camión que va detrás de mí y un coche derivado de turismo tipo camión pero más pequeño que va delante, y a la derecha. 

Y Coso de repente, dice algo:

(********)

"Ya voy"

Lo entiendo perfectamente.

¿Veis? Ni siquiera discuto con esa verdad, porque a pesar de que no hay señal alguna en el cosmos que explique esto... sé lo que va a pasar. Marco un cambio de carril al central sin venir a cuento de nada. El camión que va detrás de mí ni se inmuta. Me paso al central. Avanzamos, avanzamos, de repente el derivado de turismo que estaba abandonando la carretera pone los cuatro intermitentes y se echa al carril que yo ocupaba. El camión frena bruscamente. 

Ese conductor de camión podría pensar: "¿Y cómo es que ella lo sabía?"

¿Sentido arácnido?

Pues sí.

Ni me preguntes. No soy yo, es... esa cosa que sabe cosas.

Volviendo a mi oficina. 

-Te he cotilleado los papeles -digo.

Veo que no le molesta demasiado. Le hago una pregunta porque hay cierto precepto budista que me genera dudas. Él, claro, no lo sabe. Tiene que ver con algo que he encontrado en el armario pero no es mío. Pensé: "Esto sería bueno para..." y esa cosa interior me preguntó si no contradice el precepto aquel de "no tomes lo que no es tuyo". Ante la duda, pregunto al compañero.

Debe de ser la pregunta más "random" de la historia. Responde:

-Sí, puedes. Sin problema.

Más o menos. Con otras palabras.

Así que, misterio resuelto.

"Puedes" (le digo a Coso)

Bien, acaba la jornada laboral no me voy, me engancho a darle vueltas a un tema porque me surgen dudas y cosas, fuera de hora, y tralarí tralará me engancho de mala manera a las cosas,... como siempre.

Estoy sola, llevo muchas horas trabajando... 

(********)

"Da igual" me digo, o respondo, "estás sola... no hay nadie. Así que olvídate, acaba esto y ya..."

Justo aparece el compañero.

Salto.

"¡¡¡¡Aaaahhh!"

pánico.

"Jobar, estoy horrible. ¡¡¡Llevo trabajando muchas horas!!!! ¡Puñetas, qué mala suerte! ¡No me mires que estoy horrorosa! ¡Necesito una ducha!"

Entiendo que mi compañero no comprenda por qué su presencia me da semejante susto... pero es que no dejo de pensar que tras diez horas laborales sin parar (ni os imagináis) ni a desayunar... pues estoy hecha un desastre.

Al "debacle" emocional que sucede a su presencia, me digo a mi misma:

"¡¡Bueno, él también necesitaría una ducha si llevara diez horas corriendo como loco!!!"

(********)

Eso en cursiva viene a ser... ¿cómo explicarlo? Mi yo interior señala algo sobre él. Y yo me enfado y señalo otra cosa. 

(-¡¡¡Mira, los humanos olemos así después de doce horas de trabajo!!! ¡A sapos!)

Mi compañero abre el armario....

Y tenéis mi palabra de que de repente huele a cerezas y fruta.

¡Jajajajajajajajjaajja!

Da igual si lleva o no lleva colonia, nadie huele a cerezas. Nadie. Es imposible.

A no ser que llevara un árbol de cerezas bajo el brazo... cosa que no es.

Como soy un ser lógico y no estoy nada loca, al menos que yo sepa, pienso: "Venga ya, en ese armario hay fruta".

Mi compi se va.

Yo abro el armario.

"¿¿??"

Husmeo.

"¿¿¿¿....??????"

"¿Pero qué puñetas?"

Me giro.

"Se acabó. Me niego a seguir en la oficina en este estado".

Cierro todo.

"¡Me voy a casa!"

Mientras recojo le pregunto a mi yo interior, alias Coso, que si tantas cosas sabe y tan listo es... por qué no me avisa cuando mi compañero va a aparecer. No sé, con un poco de antelación podría peinarme, adoptar una postura adecuada y no estar encorvada como un buitre sobre el ordenador enganchada a algo que no debería obsesionarme .... estoy cerrando todo y saliendo por la puerta reprochando a mi yo interior de qué sirve no sentir al compañero NUNCA.

¿Sientes cambios de carril a futuro y no eres capaz de verle a él? Nunca. Imposible. Cada vez que aparece doy un brinco.

Es entonces cuando me doy cuenta de algo...

¿De no haber aparecido habría dejado de trabajar obsesivamente?




Ainssss...

Me voy a comprar una colonia que huela maravillosamente bien para poder hacer doscientas mil horas extra...

No, espera... creo que esa no es la Enseñanza.

¡Jajajajaj! 

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