En el que me quedo sin inspiración.

 Me levanto por la mañana.

"¡Venga, gimnasia!"

Y luego, meditar.

Camino hasta el baño arrastrando los pies. "Vaya pelos". Eso de ser "estilosa por las mañanas" no es lo mío. Pero, ¡no importa!

Voy al estudio (es donde escribo las novelas). Extiendo la esterilla. ¡¡Gimnasia, gimnasia!!

Hago 50 abdominales. Y me habla mi yo interior:

-Uno más.

¿51? Pienso. 

"Es un número horrible. ¿Por qué hacer cincuenta y uno, cuando puedes hacer cincuenta?"

(Kaizen)

"Ah... ya". 

Hago (leedme con retintín) cincuenta y unnnn abdominales. 

Mi yo interior indica que podía comprobar en la báscula si lo de comer sólo hasta el 80% de satisfacción, funciona. Le digo a mi yo interior que no se pierde peso tan rápido. 

Me peso.

Vaya.

"Caray, pues sí que funciona esto rápido".

Me pongo a meditar.

Meditando me distraigo con mil cosas a lo que mi "yo interior", señala:

(No estás tan descentrada como crees)

Replico:

"No, claro" (con sorna), "solo llevo diez minutos pensando en...." Enumero en lo que pienso. Mi yo interior, señala:

(Eres perfectamente consciente de todo lo que has pensado, ¿no crees que eso implica estar atenta al momento?)

Hum.

En eso, ... lleva razón.

(Pero mi compañero dijo que no perdiera el foco. ¡Y yo no veo mucho foco si se te va la pinza para todos lados!)

Mi yo interior, señala:

(cambia la atención del pensamiento interno... al sonido)

Lo hago.

(Notas el ruido...)

Pues sí.

(¿Qué diferencia hay entre prestar atención al pensamiento y al sonido?)

Bueno, obvio, una cosa es una cosa interna y la otra cosa es una cosa externa.

(¿Qué diferencia hay entre prestar atención a tus pensamientos y al sonido, si el sonido también eres tú?)

(¡¡Ahí va!!)

Bien. Todos sabéis que si un árbol cae en el bosque... se mueve el aire y provoca ondulación pero el sonido, lo que se dice el sonido, necesita de oídos para ser sonido. Los ruidos de la ventana, en realidad soy yo.

(¡¡¡Ahí va, SOY TODO YO!!!)

¡Jajajajaja!

Mi meditación no era tan mala, después de todo. Porque...

"La sensación en los pies soy yo... la tensión en las rodillas soy yo... el sonido de la ventana soy yo... mis pensamientos soy yo... ¿Y el corazón? ¿¿¿¿¿Por qué puedo escuchar y sentir el corazón????"

Mi yo interior señala algo que no sé si os puedo traducir. Vendría a ser:

(Se juntan muchos factores)

Como que para sentir y oír y sentir todo lo que sentía no es solo "tener orejas", sino que ya hay muchos más factores juntos. No sé traducirlo mejor. Esa "cosa" no usa palabras siempre.

Me ocurrió algo extraño en mitad de la meditación. Esta repasando todo eso y al sentir los brazos y el aire... o algo así, alrededor, entonces noté algo rarísimo.

El Todo.

¿Sabéis cuando os digo que acierto cosas? Bien pues como no os lo sé explicar y tampoco creo que tenga relación alguna con los brazos (sinceramente), lo voy a dejar así. Fue algo rarísimo.

Y entonces rugió mi estómago.

"Se acabó, a desayunar".

Acabado el desayuno, me dije: A escribir.

(mi compañero de trabajo no está)

Me senté, abrí el ordenador. Abrí la novela.

Silencio.

"Amh...... ¿y cómo sigue la historia?"

Página en blanco.

Inicio un párrafo, me detengo.

"Ejem, ejem..." me digo a mi misma, o más bien a mi cerebro, a ver si se da por aludido.

Silencio.

"Bueno, y si..." sugiero una idea.

No me encaja mucho.

"Bueno, entonces..." sugiero otra idea.

Tampoco.

-¡Pero qué puñetas! ¡Eh! ¡Coso! ¿Dónde te has ido? ¡Hay que acabar la novela!

Silencio.

"Debería introducir un personaje nuevo... Y podría llamarlo Lewis".

(no es el momento)

Aaaaaaaaaainsss.

Cierro el ordenador.

Me siento a leer El amante de Lady Chatterley. Necesito encontrar un nombre para una mansión. Y leo... tardo un poco en darme cuenta de algo. En este apartado la prota está visitando los alrededores.

Nombres y nombres y nombres de mansiones.

"Debería poner a Lewis como amigo de mi protagonista... ¡no sé! ¡Me mola Lewis! A lo mejor nadie en Londres se llama Lewis pero me apetece, ¿vale?"

Mi yo interior está muy en contra de usar ese nombre. Muy, muy en contra. Me ha preguntado que por qué Lewis. Que no conozco a ningún Luis que sea referente positivo en mi vida. Y yo erre que erre con Lewis. 

"Pues quiero que empiece por L. ¿Vale? Me apetece. No sé por qué. Me apetece"

Y leo en el libro:

Leslie Winter...

Lo leo tres veces antes de fijarme bien. 

"¿Leslie es nombre de chico?"

Cierro la novela.

¿Por qué no viajo a Londres?  Se me va mucho la pinza cuando me pongo a planear cosas.

¿Qué hago yo escribiendo de Londres si no tengo ni idea de Londres?

Normal que mi "yo interior" esté mudo. Será por eso. 

Se ha ido de vacaciones, como mi compañero de trabajo.

¡Así no puedo convertirme en una buena escritora!



 

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