En el que tengo muy buena intención pero me quedo dormida tras el trabajo.

 

-Voy a hacer esto y lo otro... -le dije a mi compañero.

Cada vez que percibo un posible conflicto en el aire me escapo a su espacio en la oficina. Y él se ríe. Hoy me ha dicho que si te rodeas de negatividad te vuelves negativa. Tiene toda la razón. Pero yo sé que no es solución salir corriendo cuando hay problemas. En parte lo es, claro. ¿Quién no quiere ir a un estanque tranquilo a ver el agua serena en lugar de escuchar enfados...?

Supongo que, de poder elegir, todos elegiríamos el estanque. 

En realidad mi compañero tiene razón... De las negatividades hay que alejarse.

Bueno, el caso es que le dije que iba a meditar y escribir y.... Y al llegar a casa me quedé dormida y me desperté dos horas después. Y fruncí el ceño.

Me dije: "bueno, no importa" y me puse a hacer cosas y es probable que medite un rato pero ya no es la estupenda meditación de una hora porque (¡ay qué maja soy qué bien medito!) que tenía en mente. En lugar de eso me dormí. Me desperté y tras hacer cosas y dar un paseo, me puse a leer...

"Diez minutos" me dije.

Pasaron 40.

Porque estoy leyendo el libro de Anne de Cozy Mystery y al principio tenía gracia que la protagonista de Agatha Christie dijera que quería Un hombre severo y silencioso de Rodesia por marido... al principio tenía gracia. Pero mientras Anne se cae por acantilados y es salvada de manera surrealista por el hombre silencioso me empecé a cabrear.

Como soy "muy visual", mientras da saltitos en el tren sentí el aire de África y cuando se pone a describir agua pulverizada y arco iris mi "yo interior" me dijo algo, sin palabras. Quizá fue porque de repente sentí la escena como si estuviera allí. Como si yo pudiera ser ella. Esa vida ociosa, sin tanta angustia.  Y repliqué mentalmente un poco enojada:

"¡Oh, sí! ¡Ya quisiera yo que mi mayor problema fuera dar saltitos en un tren porque no sé qué hacer durante un viaje por África, pagándome otro toodos los gastos...!"

El libro está bien, se llama El hombre del traje color castaño.

Es sólo que hay cosas que me enfandan.

Por ejemplo, Anne hablando de las naturalezas femeninas y masculinas. Me enfada porque por una parte pienso qué clase de papel tenía la mujer entonces. A mí nadie me paga viajes en tren por el continente africano, en compañía de agentes del servicio secreto de Su Majestad. Hoy en día si llevas dos euros en el bolsillo y te embarcas en un carguero rumbo a África te aseguro yo que no vives esas aventuras.

Eso por un lado.

Por otro, lo que dice es cierto. Dice cosas que no puedo decir en voz alta porque están prohibidas hoy en día. Hoy en día debes ser una mujer empoderada absolutamente ingobernable y en ocasiones tendrás que mantener a un hombre que gana menos que tú, pero has de ser guapa, delgada, femenina, empoderada, madre, o no madre, tener un montón de novios porque la libertad es no tener valores y vivir en un profundo y enorme caos.

Intento decir que el libertinaje de nuestros días no trae la felicidad.

A mí no, por lo menos. 

Anne habla de otra cosa. Habla de un hombre poderoso y masculino que la anda salvando cada vez que se cae por el precipicio y que carga con ella. Hoy en día si un hombre carga contigo os caéis los dos por el precipicio. 

Intento decir que no hay seguridad. Todo cambia muy deprisa.

Pero claro, los hombres severos y sabios y silenciosos de Rodesia no existen. Sólo están en las novelas de Lady Chatterley (me la tengo que comprar otra vez). Ese tipo fuerte que lo sabe todo y que protege a la chica no existe. Y una chica que no tenga que trabajar doce horas para pagar su comida y ropa, tampoco.

Y yo tengo que aguantarme mientras leo como Anne da saltitos por África y le dice a su misterioso elegido amado con el que espera casarse y que está loco por ella, pero del que se queja porque... señala que ha elegido un hombre que cambia de opinión de la noche a la mañana. 

Anne, vente a vivir al siglo XXI, trabaja doce horas diarias, y luego bájate una de esas horribles aplicaciones de citas... Después te quejas de ese que te ha salvado dos veces en lo que va de novela y te pide que dejes su isla porque no aguanta la tentación de tu presencia. 

¿Veis por qué no leo romántica?

¡¡Saludos!! :) 





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