De meditaciones y casualidades.

 



A mediados de semana pensé escribir una entrada con momentos de series que me hacían reír mucho, porque pensé que eso me distraería. Hablaba de un momento en Big Bang Theory cuando Sheldon usa la palabra falacia para referirse a un evento sobre la bandera norteamericana que me hace reír mucho, por cómo lo dice (culpa, quizás, del doblaje...) y porque se enfada mucho con la creencia común errónea de quién inventó la bandera. Acabada la entrada, donde hablaba de Los Simpsons, de economía y de más cosas me dije a mi misma: "No puedes publicar esto".

Mi "yo interior" a menudo contesta sin palabras. Pero lo que yo le digo a él sí se expresa en un pensamiento:

"¡Pues porque a nadie le interesa que te haga gracia el uso de la palabra falacia! Así que borra la entrada y se acabó!!!".

Y borré la entrada.

Esa noche soñé con mi compañero de trabajo. Le contaba, muy estresada, lo que me preocupaba y él me decía: ¿por qué te enfadas? y se ponía a cantar.

Casualmente, al día siguiente, fui a verlo y le conté, muy estresada, lo que me angustiaba (además del sueño) y él no sólo me escuchó y me dio buenas sugerencias, sino que además dijo:

-La xxxxxxx es una falacia....

¡Jajajajajajajajaja! 

No se me va a olvidar esa frase. No os la voy a revelar entera, por si me lee. Además, estoy de acuerdo con su afirmación. Cierto se que puedes hacer varias cosas si unas van en segundo plano, pero es realmente estresante hacer varias en primer plano, a la vez. Es más, es imposible.

Fue el uso del término "falacia" lo que me hizo reír muchísimo porque es poco habitual. Y me dije a mi misma: "Falacia..., qué casualidad". Y le dije: ¡qué casualidad! y él me corrigió. Creo que no cree en las casualidades. Me dijo que no lo era. 

Al llegar el viernes, por la tarde, fui a meditar. Antes de ir, mi compañero me dijo: "¡Cuidado con el escalón!" refiriéndose a cierta tarea laboral y le dije: "Descuida".

Pero resulta que me tropecé dos veces ese día por la tarde. Y me dije a mi misma: "Si te dice que tengas cuidado con el pañuelo rosa, vería pañuelos rosas por todas partes. El truco es que cuando te dicen que no pienses en algo, piensas en ese algo... Así que ahora te darás cuenta de cada vez que tropieces porque él ha dicho algo de un escalón... cuando el evento del que habla se ha pospuesto y no lo sabe".

Así argumentaba yo para mis adentros mientras iba a meditar.

Debo decir que la meditación no salió como esperaba. Llevo ya dos días en el Templo que acabo con un dolor terrible cuando medito. La primera vez culpé al cojín. Era muy duro, pensé. En esta ocasión me fijé en que la guía había puesto unos cojines diferentes... pero como a los cuarenta minutos o así de empezar la práctica yo...

Me empecé a sentir fatal. Y claro:

"¿Qué es? ¿Es el cojín?... ¿es el estómago??? ¿Pero qué pasa??"

Y cada vez peor y cada vez peor y cada vez con más nauseas y entonces:

"Me he envenado", ¡Jajajajajaj!

No, en serio, el malestar tomaba cariz de corte de digestión, o algo. 

Os doy mi palabra. Allí, tumbada, pensando: ¿¿¿qué tomé que me sentó tan mal??? ¿el agua? ¡Oh, cielos, voy montar una escena si interrumpo una práctica porque me dan náuseas! "El agua no era potable" Me obsesionó la idea. 

Aguanté como pude... realmente como pude, y cuando sonó el ¡gong! salí como un rayo, tras una despedida brevísima, y salí a la calle y pensé: "Por favor, que no te de un jamacuco aquí!" Que yo soy una chica muy vergonzosa y no entendía lo que me estaba pasando. Unas ganas de vomitar terribles.

Regresé a casa muy, muy, muy, muy, muy, muy despacio. Los caracoles a mi lado eran de carreras. 

Y pensé: "Vale, la siguiente meditación te la saltas".

Medito mucho en casa pero no encuentro explicación para lo del Templo. Es como si el aire estuviera muy cargado. De hecho, al salir el aire de Madrid estaba demasiado sucio. Y me dije a mi misma: "No empecemos con el exceso de sensibilidad". Y, afortunadamente, había contratado una excursión fuera de la ciudad así que.... ¡menos mal!

Al respirar en el campo el aire era diferente. Lo noté llegar hasta donde tiene que llegar. Aire limpio. Campo, nieve... un río. No sé qué niveles de contaminación tenía Madrid el viernes pero os aseguro que era irrespirable.

Antes de llegar a la montaña, ocurrió otra cosa curiosa. Una de las cosas que me había "ofendido" esta semana pero que no le había contado a nadie es que una chica del trabajo entró en la oficina pidiendo dinero para pagar un taxi.

Alcé las cejas sorprendida. Y le dije a mi yo interior: "Ni se te ocurra..."

Mi yo interior contestó sin palabras y yo repliqué en forma de pensamiento: "Porque ya es el colmo usar un taxi para venir a trabajar sin tener dinero para pagarlo".

Es el colmo del caos. Del desorden. Y me enfadé. Entre bolígrafos que prestas y no vuelven, paraguas que dejas y no vuelven... ya el colmo era "déjame dinero para un taxi". 

A lo que siguió un apasionante debate con mi yo interior sobre cómo puedes coger un uber sin llevar dinero para pagar.

Para ir al punto de encuentro del viaje al campo yo pensaba usar el autobús. Pero al salir de casa me dije a mi misma: "Bueno, igual debería tomar un taxi". Con tal intención llegué al portal. Pero dio la casualidad de que me fijé en la opción de tomar un Uber. Sabía que llevaba 20 € en el bolsillo. Y me dije: "Bueno, pues úsalos para el uber que siempre es más barato". 

Encargué el viaje. Me dispuse a esperar y entonces me dije a mi misma: "Voy a revisar que lleve esos 20 euros, no sea que me pase como a la compañera que..."

Al revisar compruebo con estupor que solo llevo 10. Y el viaje cuesta 12.

-¡Jajajajaj! -oh, señor.

"¿Quién toma un uber sin llevar dinero para pagarlo? ¡Es el colmo de la irresponsabilidad!". Las palabras acudieron a mi mente no exentas de ironía.

Pues yo misma.

Esto, interanáutas, es una improbabilidad cósmica bastante curiosa. 

Pero no me enfadé.

Es más, se disparó mi parte creativa.

-Podría subir a casa de nuevo...

(¿En un minuto?...)

-No, cierto. Es poco tiempo.. ¡ya sé, le digo que me lleve a un cajero!

Eso hice. Pero ya en lugar de ser un viaje serio, fue un viaje distendido, hablando sobre aplicaciones, viajeros olvidadizos y demás. 

Lo gracioso es que en veinte años de usar taxis/ubers y demás, jamás he subido a uno sin tener la certeza de poder pagarlo. Me preguntaréis: ¿y por qué no usaste la tarjeta? Pues porque precisamente lo tengo puesto solo para efectivo. Y me diréis lo que me dijo el conductor de Uber: ¿por qué no cambias el método de pago? Pues porque lo hicimos pero misteriosamente la aplicación no lo aceptó. Cosa que le dejó a él tan sorprendido como a mí, o mejor dicho, a mí no me sorprendió porque son el tipo de cosas extrañas que me ocurren. Como que el compañero use la palabra falacia por primera vez en 14 años de relación laboral, justamente el día posterior a que yo me pase diez minutos reflexionando sobre el término.

"No lo creas, es una falacia."

Ya puestos a aclararlo, el personaje de la serie estaba muy disgustado y sin venir a cuento dijo que la creencia popular de cierta persona había inventado la bandera norteamericana era una auténtiiiica falaaAcia... Lo que me hizo gracia por cómo lo dijo.

El caso es que llegué a la montaña, hice amigas en el trayecto (no sé, nos juntamos cuatro en el punto de encuentro e hicimos buenas migas) y nada más entrar al refugio de montaña, caminado despistada me salto un escalón y no me voy de bruces de milagro, pensando, eso sí, mientras me caía:

"¡Esta no cuenta!"

Refiriéndome, claro está, al compañero y su advertencia: Cuidado con el escalón.

Y diciendo mi "yo interior" que claro, claro, no cuenta...  Y yo reiterando que es todo casualidad.

Subimos la montaña partidos de risa porque el guía sumó 4 kilómetros más a la ruta y si aquello era un "nivel principiante", el viaje de Frodo a Mordor era un intermedio... Yo no hacía más que pensar en que me parezco a Bilbo Bolsón cuando sale de viaje... Llevaba una mochila exagerada, cargada con agua, comida, fruta, ropa de abrigo, una muda... como si me fuera a la Patagonia y dio la casualidad de que tomé tres desayunos. Como los Hobbits.

Fue muy divertido.

:D En conclusión: nunca subas a un Uber sin dinero y por si acaso no lleves la contraria al compañero. 

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