Las cosas de Nell.
El otro día (ayer) me paré delante de una supervisora y le dije:
-Tú estás preocupada por algo de un familiar, hoy. Lo noto. Estás aquí pero parte de ti, está allá. Es algo que está "por debajo". Por debajo de tu "tú" del aquí.
La super lo negó. Pero ayer me paró mientras pasaba por su lado.
-Oye, ven un momento. Tengo que preguntarte una cosa -me dijo-, lo del otro día... ¿cómo? ¿cómo pudiste saberlo? Lo del familiar.
Y yo eché a correr hacia el compañero de curro.
-¡Jajajaja!
Me senté junto al compañero de curro y me calmé, porque la presencia del compañero de curro es muy especial.
Hasta aquí, todo bien.
Que a veces sé cosas es algo que ya sabemos.
Os pongo esta "introducción" porque esta cosa la entiendo. Lo que viene a continuación, no.
Sé que los humanos tenemos micro-gestos y que en ellos, o en el aura, ¡Jajajaj! bueno, no aura, sino lo que nos rodea... energía, se perciben cosas. A veces. Y esas cosas, vale, las entiendes.
Pero mi cerebro me está mandando el mismo sueño una y otra vez y esto no lo entiendo.
Este sueño es una variante de otra variante de otra variante. El original era un ascensor. Por lo menos, hasta donde yo sé. Tú quieres ir a un sitio (¿qué hay más lógico que un ascensor?), le das al botón, el ascensor (que es una máquina que no siente) te deja en el sitio, y ya está. Pero en este sueño tú marcas el tres y el ascensor sube al cuatro. Piensas, "vaya, se habrá equivocado", pulsas el tres y el ascensor baja al cero. A veces, sube gente que si logra llegar a su piso. Pero luego le das tú y el ascensor no te hace ni caso. Normalmente, me enfado, salgo y voy por las escaleras. Salvo en los .... horribles casos, en los que el ascensor (sigue bajando al llegar a 0). A plantas que no existen.
No soporto eso, me entra el pánico.
Esta hermosa pesadilla me dejó en paz hace tiempo (mucho) y tras esto empecé a soñar que tenía que volver a aprender. Me había dejado una asignatura en la Universidad. Así que empecé a aprender de nuevo con el compañero de trabajo y ese sueño me dejó en paz.
Entonces llegó la casa sinfín.
Segunda variante del ascensor, más suave. Básicamente, es una casa que no termina nunca. Tras un cuarto hay otro cuarto y otro cuarto.... Al principio tiene su gracia. Cada uno es de una época y estilo de decoración. Así que, vale, es como La Mansión Gigantesca. Es sólo que las casas sin fin no existen. En esta variante he tenido sueños de miedo (me asusto, me da terror porque la casa no está cerrada. Es demasiado amplia) y luego sueños de exploración (¡esto no acaba nunca!) y, finalmente, se ha incorporado a la nueva variante.
Tengo una casa sinfín. Vale.
La tengo, en otros sueños.
No pasa nada. Son cuartos y más cuartos. Pero en la nueva variante la casa está en un piso. Y para llegar a ella necesitas un ascensor. Algún lector perspicaz se hará una idea de las trampas que me pone mi subconsciente nada mas empezar este sueño. NO hay manera de llegar a donde quieres (a tu casa), en algunas versiones del sueño pero la de hoy se lleva la palma.
Llegar, llegas. Esto ya lo he soñado más veces.
El problema es cerrar la casa. El problema es que se pone en duda que sea tu casa.
Me explico. Una casa es una casa. La cierras, la abres. A voluntad. Pero en esta casa ocurren cosas raras. Para empezar, el actor vivía en el piso de arriba. Lo que me enfadó porque resulta que para llegar a él había unas simples y cortas escaleras. Bien, soñar con un ex- NUNCA es una buena idea. Nunca. Y mi cerebro me está friendo con el tema. El actor, el actor, el actor, el actor... El actor se fue. ¡Qué pesado es mi cerebro!
En segundo lugar, (no, no subí las escaleras), la casa cambiaba a voluntad. Lo que hoy está en el tercero mañana está en el cuarto. Así es imposible. Lo mismo te encuentras una terraza en la cuarta planta que un hotel en la del medio. ¿Sabéis lo agotador que es preguntarle a gente de vacaciones y de fiesta que por dónde se llega al tercer piso? O al quinto.
Pero vale, lo entiendo, dentro de lo ilógico del asunto. Entiendo el galimatías porque dos cosas del pasado han vuelto a mi vida de repente. Dos elementos (el de ayer fue sorpresivo, la verdad) y me acosté un poco "revuelta", supongo. Entiendo el sueño si el sueño dice: las cosas están más cerca de lo que piensas. Pasado-presente-futuro, vale... (Dos cosas de hace muchos años)... ha sido casualidad. Pero vale, lo entiendo. Lo entiendo si el piso es... ¿la construcción de nuestra propia vida?
Pero vamos a la segunda parte.
Este piso no se cierra. Es decir, yo lo cierro varias veces. Pero vuelvo y me encuentro dos vecinas envidiosas hablando en la puerta. Que antes vivían ahí. Que quieren pasar. Que si una vive en no se dónde. Que si la otra dice que esa antes era su casa. Que si quién soy yo y por qué vivo ahí. Que si estaban de alquiler y se dejaron algo dentro.
Vale. Entramos.
No me interesan sus vidas. Lo que quiero es cerrar el piso a cal y canto. Y en medio de este caos oigo una pelota contra una pared. Así que busco la fuente del ruido y me encuentro a un niño.
Vosotros no lo sabéis, pero el cartero de mis cuentos procede de mis sueños. Me echa un cable cuando no entiendo nada en los galimatías de mi imaginación. Este personaje, si aparece, suele ser un guía.
-¡Hola!
-Hola. ¿Qué haces aquí? -pregunto.
-Entro y salgo cuando quiero.
Madre mía. Es que no sabéis los cabreos que me pillo en los sueños.
-¡¿Qué?! ¡Está es mi casa! ¡Cómo que entras y sales! ¡Si esta cerrada!
-Pero yo entro y salgo cuando quiero.
-¡Qué está cerrada la puerta! ¡Cerrada!
-No necesito puertas para entrar en las casas. Hay otras formas.
Me quedé en silencio y luego pregunté:
-¿Puedes entrar en mi casa cuando está cerrada?
-Sí.
-¡CÓMO!
-Ven, te enseñaré.
El niño está jugando con una pequeña pelotita roja, de esas que puedes lanzar contra una pared y rebota. Por cierto, en esta versión, era oriental. Así que sigo al niño y al otro lado estás esas vecinas envidiosas que hablan de cosas mundanas y me preguntan algo. Están tomando café.
-Ahora no puedo -respondo-, el niño me va a enseñar cómo entra y sale por no se qué puerta invisible.
-¿Qué niño? -me preguntan.
Como no... el niño pasa corriendo por varias habitaciones pero se vuelve transparente.
Queda su risa y el ruido del balón. TON-TON-TON...
-¡Ese niño! -señalo, pues aunque medio transparente yo sí lo veo.
Las otras, se encogen de hombros y siguen a lo suyo.
Así que echo a correr detrás del niño por la casa...
-¡Eh! ¡Oye! ¡La puerta! ¡Enséñame la puerta invisible....! ¡Eh! ¡Oye! ¡Tú! ¡Enséñame cómo lo haces!
Y me desperté.
Enfadada.
Por más que mi mente me mande sueños donde todo está más cerca de lo que crees y la casa no tiene fin y todo eso. De qué sirve si no capto el mensaje. Me paso los sueños intentando cerrar la casa a cal y canto con ocho llaves. ¡Jajajajaj!
La próxima vez que sueñe con esto en lugar de entrar y tratar de llegar al dichoso piso(casa) infinito pienso irme a un parque a dar de comer a las palomas.
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