El Cluedo.
Ayer sábado fui a mi segundo Cluedo interactivo en La Caja Lista. Importante: si vais a ver la obra "Asesinato en el Berlín Express" no podéis leer esta entrada. Os lo digo de corazón.
La primera vez que fui a ese teatro, decidí bajarme en el metro Cartagena e ir andando. Tengo un sentido de la orientación pésimo. Di un millón de vueltas y llegué a donde debía, un tanto mareada. Esta segunda vez, uno de mis amigos preguntó:
-¿Quedamos en Prosperidad a las cuatro y media?
Prosperidad es la parada de mi Templo Budista. Ese, al que hace meses que no voy.
-¿Cuánto se tarda desde Prosperidad? -pregunté.
Teníamos que estar en la taquilla cuando abrieran.
-Diez minutos.
-¡Ok! Pues quedamos allí.
Él llegó tarde y nos dijo que los que estábamos (otro amigo y yo) fuéramos al teatro. Mi otro amigo abrió Google Maps y señaló hacia el auditorio nacional.
(No)
Aquel no era el camino. Lo supe en cuanto dimos la espalda a la plaza y echamos a andar.
"Qué raro" pensé, "si yo bajé de Cartagena y subí hacia arriba, el lugar no puede estar más arriba que Prospe. Debería estar entre Prosperidad y Cartagena".
A mis inquietudes, me respondí mentalmente: "Bueno, igual estás confundida y es por otro camino."
Mi amigo dudó. Momento que yo aproveché para abrir mi Google Maps. Vi que señalaba hacia abajo. Y cambiamos de dirección, él me pidió perdón por confundir el norte con el sur, sin embargo, yo solo pensaba: "ese dichoso lugar está a la izquierda del templo y en un amalgama de calles indescifrables. Tiene que estar como a diez minutos hacia abajo".
Desde Prosperidad sólo había 500 metros, señalaba el Google Maps, es decir que se llegaba en 4 minutos. Y así fue. Al llegar mi amigo observó el escaparate mientras yo miraba el móvil para mandarle el localizador al que llegaba tarde. Entonces levanté la cabeza y vi un cartel morado familiar. Y un tráfico familiar.
"El templo debe de estar por aquí pero... pero si eso es... Esa es la calle que.... pero si...."
Lo que estaba viendo era el Templo.
Estaba viendo el templo desde la calle adyacente.
"¡Jajajajajajaj!"
Lo de mi sentido de la orientación no es normal. La última vez que fui a la Caja Lista, di mil vueltas y subí mil calles y tenía ubicada La Caja Lista más abajo, a la izquierda, y en calles escondidas. Ahora resulta que si salía del Templo (que está en perfecta cuadrícula con Cartegena) y miraba a la derecha, me daba de frente con La Caja Lista. Es como si aprendes a ir a Teruel, y cada día trabajas en Barcelona. Para ti ir a Teruel es un jaleo mental grande, y un día levantas la cabeza desde Barcelona y ves que Teruel esta enfrente. Puedes andar un minuto y llegar a Teruel. Cosa que no habías hecho nunca porque siempre vas desde Madrid.
Lo voy a ilustrar con otro ejemplo de hace años: el auditorio nacional está detrás de Prosperidad. Yo sé llegar al auditorio en metro, y sé llegar a Prosperidad andando. Lo que no sabía es que tras Prosperidad estaba el auditorio. Juntar dos lugares que conozco (y esto me pasa por vivir en Madrid) hace que sientas algo muy raro "en el cerebro". Y esos son mis mapas. Ahora sé que entre Prospe y mi templo está la Caja Lista. Una vez más, hago mapas tipo "kender".
Entramos dos a la función, el amigo que faltaba llegó un poco más tarde y no le dejaron entrar.
La función es un Cluedo interactivo. Es el segundo al que voy. Para el amigo que sí entro conmigo, era el primero. El que llegaba tarde ya había hecho tres, tan buenos son que repetimos.
Tras el primer acto, teníamos que hablar con los actores.
-Usted... usted oculta algo -dije a uno de ellos, que llevaba sombrero y tenía una cara de buena persona tremenda, unos ojos enormes de color azul y una voz preciosa.
Era mi segundo Cluedo y aprendí que hay que jugar un poco, si te quedas cortada, no funciona.
Me miró sin salirse del personaje. En el primer Cluedo sí hubo momentos en que se salieron del personaje pero es culpa del público. No es fácil este tipo de teatro.
-¿Que yo oculto algo?
-Usted es un espía. Viaja por Europa en época de guerra, su origen, el apellido, la filiación de su familia a un partido republicano.... Pero espero que no sea el malo porque (valoré decirlo todo tal cual lo pensaba, pues cuando estoy nerviosa...) porque es usted guapísimo.
Y lo era.
El actor se sonrojó.
-Y usted tiene unos ojos azules muy bellos -me dijo.
Estupendo. Pues anda que los suyos.
-¿Ha visto los ojos que tiene? -le preguntó a otro asistente-, el color y el brillo.
Genial. Si vamos a hablar de mis ojos yo desaparezco.
Me acerqué a otro personaje y le dije:
-Usted es un farsante.
-Y usted una impertinente -contestó.
¡Jajajajajajajaj!
Ay, Señor. No sé, estábamos en un tren lleno de nazis en el que había muerto un sobrecargo.
-Usted no es quien dice ser -añadí mirándolo-, usted ha vivido con quien dice ser y se está haciendo pasar por esa persona. Puede que lo capturase en el frente. Quizá... quizá usted es ruso. No lo sé, pero desde luego, no es quien dice ser.
-¿Le parece normal llamarme mentiroso a la cara?
El actor me sostuvo la mirada. Yo era la detective más titubeante de todos.
-Señor Dupont -dije mirando al investigador-, sé quién es el asesino.
El público, algunos, me miraron. Y mi amigo, también.
-¿Sabe quién es el asesino?
-Bueno, sé cosas. ¡Él es espía y tiene un secreto! ¡Él un farsante! y ella....
El público se sorprendió y él también. Y los actores, también.
"¿Cómo sabes todo eso?" me preguntó al oído mi amigo.
No era por "Coso". Coso estaba bien calladito durante la función. Solo "hizo" una única pregunta.
-Por ser escritora -musité.
Volviendo al sitió, pensé "puñetas, di a tu amigo cómo sabes todo lo que sabes".
-Mira el arma homicida -dije a mi amigo-, de ser ella habría empleado otra cosa (ya que dispone de otra arma). Si bien el primer muerto murió con dicha arma, por tanto ella es una asesina, pero del alemán que ha muerto hace días, no del sobrecargo. Ahora mírale a él (al actor guapísimo), su edad, viaja por Europa, la tapadera que utiliza. Él oculta algo, no solo vende zapatos. Dirás que no es una tapadera pero lo es. Miremos al otro nazi. Su trama y su manera de ser... es para caer mal al público, se que él es un farsante. Pero esa es ya su trama, no creo que haya nada más. Por tanto, queda sólo un sospechoso. Es fuerte, puede usar el arma que ha usado. Me consta que discutió con el revisor porque lo primero que le pregunté es si recuperó su pasaporte. Por descarte, él es el asesino.
En el siguiente acto se descubrió que el de los ojos bonitos era un espía. Me acerqué a hablar con él. La única pregunta que me hizo mi "yo interior" durante toda la función fue cuando argumenté que el farsante ya tenía trama y por tanto, no tendría una segunda trama. Lo descarté y mi yo interior pregunto: ¿por qué? y se lo expliqué y pasé a otra cosa. "No creo que sea un farsante con trama por descubrir y luego además el asesino. Creo que está puesto para caer mal y despistar".
Hablando con el espía, con el actor de los ojos bonitos, que estaba junto a Dupont, les dije:
-He resuelto el caso.
El espía me miró. Yo lo miré.
-Espero estar en lo cierto porque usted me cae muy bien y no quiero que sea el malo.
Bajó la mirada al escenario y sonrió.
-¿Le ha preguntado al oficial lo que lleva en el maletín?
Miré al espía.
El espía me miró a mí.
-¿En el maletín?
-Sí,... por qué no le dice de mi parte que lo muestre. Dígale que se lo ha dicho el señor Castro. Que quiere saber qué guarda ahí.
Me acerqué al "farsante". Roja como un tomate.
-Di-disculpe.
-Usted.
-Sí. Verá... ¿qué lleva en el maletín?
-Me ha llamado farsante, dice que no soy quién digo ser. Que no soy un oficial nazi. ¿Cree que se lo voy a enseñar?
¡Jajajajaj!
-Verá... me lo ha preguntado el señor Castro. Dice que de su parte.
*****ambos actores se miran.
Y ese, amigos míos, ese momento de la función fue más importante y relevante de lo que yo pensaba.
Uno increpa al otro, discuten.
Y aquí, internautas, yo no tenía ni la menor idea de lo que estaba pasando.
Regresamos al sitio y fui la única que acusó al italiano. Por descarte.
Que el español era un espía, lo acerté. Que la rubia había matado al general alemán, lo acerté. Que el farsante era un farsante, lo acerté.
Pero entonces descubren que también era el asesino.
Perplejidad.
"Ah, dos tramas para el mismo. Bueno"
(Con dos tramas me refiero a dos ideas detrás del mismo personaje. Un farsante y un asesino. En este caso, relacionadas).
La genialidad es el móvil.
-¿Nadie se ha dado cuenta de qué canción estoy tarareando en 1943?
Perplejidad.
-¿Ninguno de ustedes ha vuelto a preguntar por ese sonido extraño...?
-¡Jajajaja! ¡Es un reloj! -exclamé, pensando "brillante".
Genialidad.
Y luego pensé: los detalles.
Pregúntele qué lleva en ese maletín.
Me estaba ayudando. ¡El personaje español, me estaba dando una pista!
Y el pique entre ellos (dígale que va de mi parte) era un guiño. "Me ha dicho el señor Castro que me enseñe lo que guarda en el maletín". Por eso le miró significativamente. La mirada era: "¿qué estás haciendo, colega?" ¡JAJAJAJAJAJA!
Así que al espía le caí bien.
¡Jajajajaj! Porque su amigo actor me estaba ayudando a descubrirlo. Porque desde el inicio de la obra yo le dije que era maravilloso (es maravilloso, tiene una voz y unos ojos...) y quería echarme un cable.
Fallé la trama principal. Acerté todas y cada una de las secundarias.
La principal es una genialidad.
-¿Quién ha escrito esto?
El guionista de los otros Cluedos. Ya le conozco porque es el director y actúa.
Ahora bien, os digo algo, esta trama es copiable. Suena fatal, lo sé, pero da pistas INEQUÍVOCAS que descartas por creer que no estás en un género.
Eso es una brillantez.
¿Os acordáis de la novela aquella de Houllebecq? No sé si se escribe así, pero seguro que me entendéis. ¿Os acordáis cuando dije, ¡cielos!? a pocas páginas del final porque... cambia de género literario.
Eso es una genialidad.
Es más, tu cerebro ignora deliberadamente las pistas que señalan lo imposible. Las ignora. "Esto será un error", "este sonido pues vete a saber...". Las descarta.
Hasta la chica que da paso a la función te da una pista: "Imaginen la cara que se le quedaría a las personas de 1943 si oyen un móvil".
Pista. ¡PISTAAAAA!
Bien, pues la historia es tan buena, que cuando oyes tú el móvil, ni te paras a pensarlo. Estás en 1943 y pasas por alto detalles brillantes.
Es una genialidad.
Lo que pasa es que ahora que os lo he contado, no voy a copiarlo (sería un libro-juego maravilloso) por respeto.
Pero tengo que volver a escribir.
¡FIN!
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