El poder de las palabras.

 



Érase una vez que la Alcaldesa de la Ciudad Imaginada de los Cuentos estaba sentada, mirando el mar. Desde su despacho sólo se veía la plaza Octogonal de la urbe, pero recientemente había encargado una ventana que daba al mar y no importaba en qué habitación la construyeras, siempre, al otro lado, se veía el vasto océano. 

Encantada con su nuevo elemento arquitectónico, contemplaba el ir y venir de las olas como si fueran discos de yo-yo impulsados por un dios marino. Embelesada en su incesante baile, no prestó atención a la llamada en la puerta.

El cartero penetró en la estancia sigiloso, a menudo pasaba inadvertido, y se acercó a ella. A pesar de no haber hecho nada por delatar su presencia, la alcaldesa no se sobresaltó al escucharle hablar:

-¿Contemplando el mundo?

-Bueno, es el océano -contestó la Alcaldesa.

-No sabía que ya tenías esta ventana. 

-¿Te gusta?

-Es muy especial.

-¡Se oyen las gaviotas!

Guardaron silencio.

-Qué extraño... por un momento me pareció escucharlas. Qué raro, ¿no? Las gaviotas están cerca de la tierra y esta ventana no parece dar al océano cercano a la costa. Más bien parece alta mar. 

El cartero miró al horizonte.

-Lo que escuchas no son pájaros... son palabras.

-¿Palabras? -ella agudizó el  oído-, no creo que sean palabras.

-Sí, escucha atentamente.

Escuchó.

-Yo no oigo nada...

-No seas tan impaciente, Nelly. Siempre eres muy impaciente contigo misma.

Silencio.

De pronto le pareció que las olas del mar traían un rumor a cuestas. Una especie de sonido confuso, que poco a poco se fue aclarando.

-¡Sí! ¡¡Son palabras!! ¡¡Es alucinante!!

¿Y qué le dijo el mar? Susurró todas aquellas cosas que no parecían ir dirigidas a ella, sino al propio cartero que la acompañaba siempre. 

"Sé quién eres en realidad", le había dicho un compañero de trabajo.

"¿Me das permiso para...?", le había dicho el actor.

"Todo lo que merece la pena hacer en esta vida, es para los demás", le había oído decir a Einstein.

-Son palabras hermosas -dijo Nelly.

-Son cosas que llevan a algo. 

-¿Y están todas en ese mar? -se inclinó sobre la ventana, como si intentara tocar las olas-, un mar de palabras, es un poco... extraño. ¿Qué más hay en ese mar?

-Yo. Y tú... y todos.

Ella pensó que se había vuelto loco.

-Ah, claro, claro... -dijo, con una sonrisa congelada en los labios-, es un "mar de gente". Sí, seguro que es eso...ejem, tengo que volver al trabajo...

-¡Sshhh! ¡Escucha!

Se quedó quieta. Y callada. Y prestó atención.

-¿Qué más oyes?

-Nada. 

-Escucha un poco mejor...

Nelly acercó la oreja al exterior.

-Sigo sin oír.. nada. ¡Pero mira! ¡Allí hay algo! 

Antes de que el cartero pudiera impedirlo, Nelly asomó todo su cuerpo fuera, apoyándose en el alféizar peligrosamente,  y en menos de un suspiro perdió apoyo y se cayó por la ventana.

No fue, en honor a la verdad, algo del todo inintencionado. En realidad pensó que sería buena idea arrojarse al océano en aras de salvar algo que en principio pensó que era una persona, pero que en realidad era una sirena. Al verla caer al mar, el cartero supo que dos cosas iban a ocurrir a continuación. La primera, tendría que saltar detrás, la segunda, había cometido un error.

Nelly atravesó el agua superficial con un sonoro chapoteo y pensó, equivocadamente, que aquel era un océano normal, con olas normales. En cuanto intentó dar la primera brazada hacia la superficie notó cómo era arrastrada al fondo por algo que no supo interpretar, pero que le pareció el peso de todo el Universo. No lo era, realmente, apenas era un insignificante trozo de la tristeza del planeta Tierra. Pero bastó para que, humana como era y por tanto poco habituada a aquellos entornos, fuera empujada al fondo con una fuerza que apenas había experimentado en toda su magnitud. El cartero sí, por eso saltó detrás. Se zambulló en el agua como un ave marina y con gran habilidad llegó hasta la alcaldesa. La agarró del brazo y tiró hacia arriba, mientras la sirena traviesa perdía aquella apariencia semi-humana y se convertía en lo que era en realidad, un ser mucho más oscuro.

A duras penas consiguió el niño sacar a Nelly a flote y la ayudó a subir a un barca que convenientemente llegó flotando hasta ellos.

Una vez a bordo, esperó a que pasara el ataque de tos.

-¡Lo siento! -dijo Nelly, cuando pudo hablar-, pensé que se estaba ahogando.

El niño dejó escapar una risa con un matiz duro en ella.

-No se ahogaba, Nelly, pero sí esperaba a que te ahogaras tú.

-¿Por qué?

-No lo entenderías. Lo único que has de saber es que tú vives en la superficie y tienes un cuerpo y ese ser no lo tiene. Al menos, no uno como el tuyo.

-¿No tiene cuerpo? Pues qué guay, ¿no? ¿Es invisible?

-¿A ti te ha parecido invisible?

-No.

-Pues ya está. No tiene un cuerpo como el tuyo y no vive donde tu vives. Y ambas cosas, digamos, "le llaman la atención". Así que cuidado con saltar detrás de "qué cosas" y cuidado con meterte en aguas que no entiendes.

-¡Bah! ¡Eres un aburrido!

-¡Jajajajaj!

-No, es verdad... Lo eres. Es un mar de palabras, ¿no? ¡Mira, si lleno un cuenco podría hacer una sopa de letras! ¡Jajajajaj!

-¿Te gustaría ver hasta dónde llega el mar?

-Hum... Bueno, depende. ¿Va a sitios bonitos?

-Sigámoslo.

El cartero señaló el agua y Nelly se asomó por encima del costado de estribor y vio una serie de palabras bajo la superficie:

Logro - Aventura - Viaje - Destino

-¡Ah, vamos por aquí!

-Marca tú el rumbo. Decide y la corriente nos impulsará.

Comprobó entusiasmada como bastaba elegir una u otra dirección y la barca obedecía a sus deseos. Se volvió hacia el cartero completamente feliz.

-¡¡Qué maravilla!! ¡Qué maravilla! ¡Pero si es muy fácil!

El niño no dijo nada, solo miró para ella con expresión neutra. De repente, por delante de ellos, en la proa, cruzaron una serie de palabras diferentes:

Juicio -critica-desesperación

La barca comenzó a balancearse.

-¡¡¿Qué pasa?!! ¡Cuidado! ¡Qué ocurre!

-No sé, Nelly, yo no he hecho nada.

Desesperada, la alcaldesa cambió de posición en la embarcación. Y se siguió asomando y siguió leyendo cosas cada vez que lo hacía.

arco-iris, flotador, salvaje, victoria, amenaza, desvaído, ventana, bosque

pacífico, confuso, radio, alpargata

zapato, ralentí, morera

dinosaurio, abejaruco

alambique

soñador.


La barca se detuvo.

Se quedó como "anclada" a esa palabra. Nelly miró al niño que a su vez miró la palabra, y después a ella. 

-¿Por qué está en cursiva? -preguntó con suspicacia la alcaldesa.

-¡Jajajaja! ¡Jajajaja! -el cartero se echó a reír-. ¿No esperarás que conteste a esa pregunta, verdad? Algunas palabras siguen a ciertos seres...

-Pues... diría que la barca se ha quedado "enganchada" a ella.

-Y haces bien. Esa es una "palabra-ancla". Recuerda el concepto. 

Nelly frunció el ceño.

-Te lo acabas de inventar.

-Puede que sí, pero te será muy útil. ¡Mira! ¡La galerna!

Se levantó un furioso viento del sur que traía consigo ráfagas de lluvia casi horizontal. Los dos sufrieron poco después la fuerza de los elementos en mar abierto. Nelly se asustó, pero el cartero no mostró temor. Sólo un poco de desazón pues pronto estallaron los relámpagos y se escuchó un ruido extraño procedente del cielo.

-Tenemos que volver. Otras criaturas rondan por estos espacios y no todas son amables con los humanos.

-¡Pues entre sirenas falsas y seres gritones, no sé yo quién es amable en este lugar!

-Sigues sin prestar atención. ¿Acaso no has visto la corriente? ¿Acaso no hay lugares más serenos donde reinan conceptos amables y palabras llenas de armonía y calma? 

-¡Pues no!

El cartero suspiró, se diría que algo impaciente.

-Muy bien, pues para volver tendrás que mover tú la barca.

-¿Yo? ¿Y cómo esperas que haga eso?

-Tienes que crear tu propia corriente..., de vuelta a la casa consistorial. Ya sabes cómo hacerlo. Tú eliges por donde ir y la barca te lleva. Depende principalmente de en qué te fijes. Si te quedas mirando "remolino", irás hacia esa dirección y no podrás salir....

-¡Ah, muy bien! -estalló la alcaldesa-, ¡ahora resulta que mando sobre mi atención! ¡Esa sí que es buena! ¡Veré lo que tenga delante! ¡No me voy a vendar los ojos!

El cartero tuvo el impulso de saltar por la borda y dejar a Nelly sola, pero no lo hizo. Había demasiado potencial sobre la quilla de la embarcación como para abandonar tan pronto. Algún día, ella podría guiar a otros. Paciente, se sentó a su lado y miró al cielo.

-Date prisa o nos pillará la tormenta.

-¡Vale! ¡Está bien!

Nelly miró a su alrededor. Por la amura de estribor vio "zapato, bizcocho, linterna..." y dejó de investigar ese lado del barco. Se asomó por la popa y leyó en el agua: melancolía, tristeza, culpa...

-Por ahí no es... -murmuró el niño.

-¡Muy gracioso! ¡Ya lo había notado!

-Busca, sigue buscando...

Resoplando asomó la cabeza por encima de los imbornales de popa.

Generosidad

"Esta es una palabra bonita", pensó Nelly. Y el barco empezó a girar lentamente en la dirección adecuada.

A no mucha distancia, leyó: armonía.

Y pronto distinguió el camino que quería seguir:

ILUSIÓN - Sueño- Esperanza - Mente -Cuerpo- Estrella- Noticia- Amparo - Empathic...

-¡Ey! ¡Esa palabra está en inglés!

-Similar corriente, distintos idiomas... -contestó el cartero.

Amaeru -.... 

La barca se balanceó con violencia la pasar sobre esa palabra.

El niño miró a la alcaldesa como diciendo: "¿seguro?" Nelly se sonrojó. Algunas palabras desestabilizaban el devenir del barco. Pero ella era muy cabezota y su mirada viajaba de una palabra a otra, según lo que le llamaba la atención; su mente inquieta iba de un concepto dibujado bajo una ola, a otro. Algunos eran hermosos, otros "caprichosos" y otros le resultaban desconocidos. Sin embargo, al cartero no. 

-Estas guiando tú también el barco -dijo al ver aproximarse la ventana.

-Claro que sí, Nell. 

-¿Y por qué guías mi barco si me has dicho que lo debo guiar yo?

-Todos necesitamos de todos, siempre. Lo que ocurre es que no te das cuenta.

Por fin, bajo la ventana, el cartero silbó y una escalera de cuerda apareció de la nada. 

La alcaldesa subió despacio, un poco insegura, con pasos torpes, hasta alcanzar la ventana. Se aupó con la fuerza de sus brazos y la atravesó. Por fin a salvo, se dio la vuelta para extender la mano hacia el cartero, y con enorme sorpresa descubrió que ya no estaba allí. 

-¿Dónde te has metido?

Nadie respondió, solo el viento. 

Cuando estaba a punto de cerrar la ventana, un papel llegó volando y se coló en el interior del ayuntamiento. Nelly lo agarró a la altura de sus ojos y, tras estirarlo, leyó el mensaje que tenía escrito:

Recuerda que tus palabras forman parte del océano de todos y que según qué digas, y cómo lo digas, puedes ayudarte a ti y a otros a encontrar o perder el rumbo. Procura siempre que tus palabras embellezcan el mar y no lo contaminen.

-Oh, qué bonito -se dijo. 

Cerró la ventana y dejó de prestarle atención, mientras, en lo más profundo de la tormenta, el cartero con otro aspecto y otras habilidades, peleaba contra una criatura formidable, capaz de acabar con la esperanza y la luz de todo el litoral. 

Pero esa, claro, es otra historia...

FIN. 

6 comentarios:

Davidel dijo...

Maravilloso!!

Davidel dijo...

Maravilloso!! No sé de donde sacas estas historias tan bonitas y originales, pero dejame ilustrar un cuento sobre esta historia y tendrás en tus manos algo precioso.
Que tengas un gran día!

Nelly dijo...

¿Quieres hacer un cuento de esta historia? Jajajaj, ¡vale! Jajajaja.

Davidel dijo...

Chiiii. Tengo mono de dibujar. Tengo un gorila a mi espalda que dice: "dibuja, dibuja"
Ya te dije que algo quería hacer este verano y mientras leia tu relato, lo estaba visializando. Mola mucho tiene de todo jajajaja!!
Pues a por ello!!

Cabrónidas dijo...

¿Hay una moraleja?

Nelly dijo...

MMMMMMmmmmmh...¡Pues no lo sé! :)

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