Nelly y la araña



Vale, tengo un problema. 

Regresaba yo tan feliz de Navalagamella, con ánimo de pintar y empecé a escuchar un pitido en el bus. Pero me pareció que por debajo del pitido había música. (Y ahora que caigo mejor no os cuento porque esa música diría yo que acabo de escucharla en una película...)

Cerca ya de la ciudad, abrí los ojos y me desperecé.

-¡Qué bien se duerme en este autobús!

En realidad, después de 9 kilómetros de marcha, se duerme bien en cualquier parte.

-¿No te molestaba ese horrible pitido? -preguntó mi amiga- Me preocupaba que te despertara.

Era cierto. El pitido sonaba fatal si estabas del todo despierta, pero medio dormida, había música.

-Oh, no, no me molesta porque... ¿no oyes, por debajo del pitido, cómo una melodía?

-¿Una qué? 

-Sí, es como un... tarará, tarará, tararí...

-¡Jajajajaj!

-¡Jajajajaj!

Nos reímos las dos.

Fuera bromas, es sorprendente como nuestro estado de ánimo puede cambiar la percepción.

Y llegué a casa pensando que mi amiga -cuando una chica vino pedirnos ayuda-, se la prestó (en la estación). Mientras que a mí me venció la desconfianza y no se la presté.

"Mentí", me dije. Entiendo mis motivos pero... "¿está mal, está bien hecho? ¿significa que soy un ser humano poco evolucionado* o qué...?". En estas andaba pensando, cuando metí la llave en la cerradura y entré. "¿Realmente importa? A ver, la desconfianza a veces ayuda... pero desde luego está claro que como prueba he fallado". Los budistas miden a los seres a veces por su "evolución". Cuanto más feliz eres, menos daño haces. Creo que a veces el Universo te pone pruebas si investigas este camino. Por ejemplo, el otro día me desperté y tenía una arañita en el cabecero de mi cama. Era tamaño mini. Pero en cuanto me "notó", levantó las patas delanteras y elevó su cuerpo. Yo miré para ella, fui a la cocina (no matar, dicen los budistas) saqué un vaso de la alacena, volví a la habitación y en cuanto la araña me notó cerca se creció aún más y levantó amenazadora las pinzas (patas delanteras más cortas).

Y yo pensé: "¡A ver, valiente, que mides menos que la nariz del presidente en un penique norteamericano!". Seguramente ella no se daba cuenta de lo chiquitita que era y lo ENORME que era yo. Así que le planté el vaso encima, usé una servilleta de papel para cerrarlo y la llevé afuera.

Y muy contenta y orgullosa pensé: "No la he matado".

Mientras meditaba sobre que había mentido y "¡Ay! Hay que ver qué mala persona eres", encendí la luz del baño y allí, a plena luz, me encuentro la araña más grande del toda la pandemia.

Enorme.

Peluda. (Bueno, no, tanto no...)

Gigante. Del tamaño de la yema de mi medo gordo (oh, sí. O más grande)

Y entonces el lado evolucionado de mi cerebro se puso a discutir con el que no.

-¡Horror! ¡Bicho!

-Ehhh... sí. ¿Qué hacemos? ¿Vaso y servilleta?

Nada más pensarlo, la araña eleva las patas delanteras (otra enseñando las pinzas y elevando eso que tienen como mandíbulas) y se mueve bien despierta.

-Esta no está nada "atolondrada"

Paralizada en la puerta, me visualizo intentando meterla en un vaso.

-¡¡¡¡Con ese tamaño!!!!

-Ya, calma, calma. No...

La araña se mueve.

"Es demasiado grande", pienso.

Voy a por el spray que la matará mientras, no sé porqué, repaso todas las Guerras Mundiales y, de verdad, me empiezo a poner de los nervios. 

Pero se lo echo encima (pobre), la araña va de un lado a otro. 

:(

"Igual no se muere" me digo.

"A lo mejor, si se atolondra, la podría meter en un vaso..."

Algo me sugiere que esa araña no está nada contenta. Si me acerco a ella me dará un mordisco.

"Pues sigue sin morirse... espera, voy a ver si..."

Patapum. La araña se da la vuelta, estira las patas, las encoge y se muere.

Diez minutos después estoy sentada en el sofá y necesito un profe budista. Me reconcome la conciencia.

-Bueno, bueno... -me digo-, a ver, ¿acaso no comes carne? ¡Eso son animales que mueren!

A lo que mi mente puñetera contesta:

("Ya pero, ¿los matas tú?")

Uy.

No.

Mi mente puñetera pregunta cuándo fue la última vez que maté un animal.

Y no se refiere a sin querer, con el coche, (mosquitos), sino como lo había hecho ahora. Siendo plenamente consciente.

Cielos.

Me pongo una película, me dedico a otros menesteres. Finalmente, enciendo el ordenador: "Cómo limpiar tu karma si matas una araña", busco. A lo que mi mente puñetera pregunta: "¿lo importante es limpiar el karma o evitarle sufrimiento futuro a ese animal?"

Pero si está muerto.

¿Y si le ofrezco una meditación o algo? (en serio, es un problema)

Y de pronto va Google y me muestra esto:

"Monje budista mata un mosquito sin querer y para calmarse pincha 162 neumáticos" (clic al artículo)

Me ha dado un ataque de risa leyéndolo (y me hacía falta, la verdad).

Pero también os confieso algo, por primera vez desde hace mucho tiempo he pensado que igual sí necesito un maestro budista. O profe, o guía. ¡No quiero acabar como ese! ¡Jajaja!

Y ahora que conocéis la historia de la araña, bueno, el que crea en estas cosas, por favor que se reencarne como algo noble y bueno, y (no sé, ¿un perro?) que no tenga que arrastrarse por los suelos de los baños provocando miedo con su aspecto feroz.

¡Saludos!

Posdata: si hubiera sido un poco más pequeña, de verdad, habría intentado sacarla fuera. Pero con ese tamaño no me vi capaz. 

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