El sueño que tuve hoy me dio una pista. Pero fue casualidad el preguntarme por el mensaje en vez de enfadarme. Y el sueño decía: "No son bienintencionadas o limpias las intenciones que hay a tu alrededor". Y al volver a casa y aparcar, me di cuenta de una cosa. El veneno no es el insulto inesperado o las palabras que hieren, sino la amabilidad. Y eso me ha sorprendido muchísimo y me aclara muchas cosas.

Existe una norma no escrita que es "no dañar". Así que... para seguir esa norma, para no dañarme, esa persona y yo no debemos tener comunicación. 

No es la parte mala la que debo rechazar, sino comprender que la buena -por ser falsa-, es peor. Así, cuando aparece la mala, no te hace daño.

No sé si consigo explicarme. Imaginad un precioso oso panda. Uno muy bonito, y encantador. Pero que de repente te da un zarpazo o muerde. Luego pone ojitos y es encantador y dices: "¡ay, qué panda tan lindo!" jajaja! Y de nuevo te hace daño.

Hoy he comprendido una cosa, no quiero un ser amable que luego te hace tanto daño.

Yo quiero un ser que sea amable siempre. En eso sí se puede confiar. 

Por tanto, se acabó para siempre la comunicación. Ha sido un fracaso. Creo que el más grande de toda mi vida. Muy triste, de verdad, muy triste, con una "religión" de por medio. Pero más vale entender tarde, que nunca. 

=) 

Posdata: que la solución sea el silencio también me anima. No tengo que hacer nada, más que imaginar que nunca existió. Y esas cosas se me dan bien. Le pongo una urna encima, se corta la comunicación y se ignora.

Es como que aprietas un botón y esa cosa desaparece. Mi psicóloga se llevaría las manos a la cabeza pero es que son soluciones muy efectivas. Y, sinceramente, creo que es acertadísima. A nivel interno, esa persona deja de existir. Se convierte en otra cosa. Y ya nunca te puede hacer daño. Me apena tener que usar eso con él pero es que  me confundí. Y es lo mejor.