Vivimos en un Universo de cambio donde los seres con los que compartimos "vecindario" a veces nos pueden hacer mucho daño. Voy a ignorar esas frases tan sabias que dicen "sólo si te dejas" y tonterías así porque cuando eres vulnerable te dañan, ahí radica el problema de la vulnerabilidad. Y creo que nos ha pasado a todos.

Me he encontrado muchas personas que, para evitar ser dañados de nuevo, se encierran. A lo mejor no hace falta buscar eso de manera proactiva, ocurre de forma inconsciente también. Así que... busquemos una manera o mejor forma de sobrellevar que te hagan daño.

A ver, los más sabios me diríais: aprender. Pones barreras mentales con esa persona y te olvidas del asunto pero, ¿y si la persona no te cae mal? ¿y si cada vez que habla te confunde?

Lo mejor entonces es distancia física medible en metros pero, ¿y si no se puede?

Os hablo de admiración, no de una pareja. En una pareja, te vas y pones distancia.

Quizá dejar que el desengaño gane grandes dimensiones hasta que... se vaya la tristeza. No parece una buena solución. ¡Ay, si yo descubriera cómo! Me haría rica con libros de auto-ayuda.

Hace poco me leí un libro que dice: se pasa mal y ya está, no tiene remedio.

Creo que es correcto. Te desengañas y aprendes a no confiar. Aunque lo de "no confiar" yo lo llevo mal, porque presuponemos en el otro las intenciones con las que vamos... y, en general, ser una buenaza hace que pienses lo mismo de la gente. Lo que añade que te sientas más vulnerable, lo que hace que te sientas fatal.

Pero no tiene remedio. Cuando alguien te adelanta con el coche o te saca de la carretera,... que tú te sientas mal no le suele influir. Lo único que puedes hacer es saber que existen esas cosas y tratar de ir con cuidado.

Pero sí, lo digo hoy como lo dije hace varias décadas: los seres humanos no son confiables. Parece que te aprecian y luego se largan. Desaparecen. Es una triste, triste verdad.

¡Tened cuidado con eso!