El Muso, a juicio - Cuentos del Niño Mensajero.
Nelly y el cartero de la ciudad, charlaban al atardecer en la plaza:
-"bueno es aquello que te haga crecer..." Es útil.
-"eso lo has aprendido pero no lo entiendes" es mentira -respondió Nelly-, al menos si interpretas que él te está diciendo que lees cosas que no entiendes. Cuando me dice esas cosas me siento menospreciada.
-((No sabe quién soy))
-Ni siquiera cree que existas... Pero.. ¿por qué te has puesto como una moto con el final de la conversación?...
-((Si estas buscando refugio no es momento para ponerse a discutir sobre si fuiste, eres o no, profesora))
-Ya... ¡jajaja! ¡Menuda estupidez!
Silencio.
-Igual su intención no era mala.
((sin duda))
¿Y ahora qué? ¿enemigo?
((...))
No hay respuesta.
-¿Amigo? ¿enemigo?...
((háblale sólo de datos))
-¡Cajitas! Vale. ¿Y qué hago con todo ese afán de aprender?
(Libros)
-¿Y qué hago si me cuestiona?
((depende))
-¿De qué?
((de si quieres que me vea o no))
-¡Jjajajajaj! ¿Vas a jugar al escondite con el Muso?
Esta es buena.
-No, en serio, necesito un plan. Eso no es un plan.
Silencio.
-Imagina que tengo un día horrible... y no va a estar él para pedirle consejo, ¿qué hago?
((sentir que todos son malos))
-Guay. Eres un consejero estupendo, no sé cómo hemos llegado tan lejos.
(qué haces si no está él?)
-Juzgar a media humanidad. Eso no es solución.
(tampoco va a cambiar las cosas, cambia cómo las ves)
-Punto importante. ¿Qué hay, que no sea el Muso, que me haga ver las cosas desde otro ángulo?
((Nada.. ¡Jajajajaja!))
-Se acabó. Mensajero, estás despedido.
Silencio.
-Vale, plan b: una semana de ser aséptica y hablar sólo de datos. ¿Te parece bien?
((sin aprender))
-Te pongo a Bach mientras trabajas. Te compro libros. Te compro un chubasquero virtual para que te importe tres pepinos lo que digan los demás. Pero al menos así no os enfadáis. ¿Trato?
((trato... pero él no me enfada, me enfada lo que tú dices que dice él))
-¡Y a mí me enfadáis él y tú! ¡Lo hacemos así, y punto! Él no tiene ni idea de las cosas que me pasan, las cosas que me dicen, lo que siento o cómo soy. ¿Está claro?
Más silencio.
-Vamos a ver si lo dejo claro: no cree en ti.
"Ni en las cosas raras que pasan, ni en los sueños raros, ni en las intuiciones y eso de la naturaleza que le conté tampoco lo cree. ¡No cree nada!"
-Y encima va y me suelta lo de encontrar a no se quién. Qué sabrá él.
((dile que no existe))
-Díselo tú, que te has quedado callado cuando lo ha puesto por escrito.
((optaste por una cortina de interrogantes. Mejor que no sepa, dijiste))
-Bueno, ya está. Él no sabe nada y tú, tampoco. Nadie sabe nada. Es el mundo de la ignorancia. Si me disculpas, voy a poner cosas bonitas en la casa consistorial.
((No olvides cerrar bien con llave, tres vueltas y cuatro candados...))
-¡Gracias, lo haré! Y pondré un cartel bien grande que diga: NO MOLESTAR SINO VIENES CON COSAS BONITAS.
Nelly se alejó presurosa hacia su casa mientras el sol desaparecía tras los edificios y el cartero se ponía en pie... con una enigmática sonrisa en el rostro.
FIN.
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