La frase más importante de la novela que voy a mandar.

 Soy muy puñetera como escritora, porque me escondo. Y de las 71.000 palabras de la historia que inspiró el Muso (pues él me dio la idea), la frase más importante, las palabras más importantes, de esta novela, para mí, son:

... le daba igual como estuviera todo siempre que él formara parte del conjunto.

Esa frase, esas pocas palabras son -secretamente-, lo más auténtico. Lo demás es todo... el envoltorio. Lo bueno, para mí, de cómo escribo, es que nadie sabe qué es envoltorio y qué no. En esa escena de la habitación de XXX, lo que estoy narrando es lo que me pasa a mí con la gente. Con los chicos, en realidad. Pero los nombres están cambiados. La escribí hace mucho tiempo y ha sido ¡jajajaj! extrañamente irónica. Le dije a mi "yo interior" cuando ideaba la historia que me diera un nombre "fuerte" pero lo bastante inusual como para que el lector no se sintiera ofendido. Me dio el nombre del actor. Recuerdo que pensé: "¡Genial! ¿Dónde voy a conocer yo a un...?! ¡Nunca conoceré a nadie con ese nombre! ¡Es perfecto!" Es un nombre muy raro. Cuando un año después le conocí, la cosa me hizo mucha gracia. Le conocí antes de saber su nombre, claro. En fin. Son cosas extrañas. Le dije que era una casualidad. Ya había acabado la novela. Las casualidades, pasan.

-Eres "el malo", -le dije hablándole de esta historia- ¡pero no lo eres! ¡No el "malo" más malo! Lo que pasa es que el personaje...

No puedo acabar la frase, os contaría cosas reales y no está bien. Lo que ese personaje hace y lo que el actor hace, a veces y muy de lejos, podría considerarse lo mismo. Y lo que me pasa a mí y lo que le pasa a la prota podría considerarse -de lejos- muy similar. Salvo en esa escena en la que "el bueno" es lo que en la vida real sería el actor, y esa frase está, por tanto del revés (*es normal que no entiendas nada al leer esto, lo hago a posta).

 En la novela, la prota está ante el personaje que tiene el nombre del actor, y se siente fatal. Cuando nombra al que es "bueno" y añade -reflexionando- el narrador: "siempre que él formara parte del conjunto". Eso me pasaba a mí con el actor en la vida real. Da igual cómo esté todo, siempre está bien.

Ay, señor. Debería dejar de escribir, hacer la maleta y mudarme al planeta Neptuno.
A ver si tengo más suerte como alienígena que como humana... 

Es poco probable que si algún día el libro sale y llegara a manos del actor, supiera que estoy hablando de él en sentido inverso, es decir, cuando la protagonista o más bien el narrador se refieren a Elías, delante del personaje que lleva el nombre del actor, en realidad estoy diciendo lo que ella siente (lo que yo sentía), cuando estaba con él. Apenas dura esto un segundo, pues luego el personaje que lleva el nombre del actor hace y dice algo que él sí me ha dicho a mí en la vida real. Ganándose, dicho sea de paso, la antipatía del público.

Es este párrafo:

Le daba vueltas a cada palabra que decía y a cada gesto, sintiéndose muy inferior a él. Por el contrario, cuando se encontraba en presencia de Elías le daba igual cómo estuviera todo, siempre que él formara parte del conjunto.


Esto, es lo que sentía yo con el actor. La última frase.

Es más, empiezo a pensar que es la definición del amor: todo está siempre bien.

Ains. ¿Por qué no nací con un manual de instrucciones del Mundo Humano? ¡Jajajaj! 

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