Diario de una escritora.


 -¿Qué te inspira? -me preguntó una compañera de las clases de teatro.

-Vosotros.

Todos y cada uno de ellos son susceptibles de aparecer en mi próximo libro. Depende de lo que digan. Los observé uno a uno con detenimiento.

-Tú eres estudiante todavía, ¿verdad? -la más joven del grupo asintió.

-¿Qué crees que estudio? -preguntó, divertida.

Hum. (¡jajajaj! ¿lo hago?) Le pregunté mi yo interior. ¿Jugamos? ¡Jugamos!

- Haces algo relacionado con cuidar... Trabajadora social, o terapia ocupacional...

Los ojos de la chica se abrieron como platos.

-¿Cómo.. por qué? ¡¿Cómo sabes eso?!

Ni puñetera idea. Lo sé igual que sabía que la que tenía enfrente trabajaría muy bien en mi empresa. Que la que estaba a su lado siente curiosidad por las terapias y la mente, que el que estaba a mi derecha era informático. 

-Tú eres informático -le dije.

La reacción fue la misma.

Y que ninguno de ellos tenía tanto afán de interactuar como yo. 

El teatro me aporta mucho, muchísimo. Yo había trabajado con ese chico -el informático- esa tarde. La primera vez fue un desastre, me miró a los ojos y se perdió. La improvisación quedó en pausa, él dudó, y no nos salió bien. La segunda vez conectó. La segunda vez... yo me interpreté a mi misma (eso ayudaba) y dado que no suelo expresar ciertas emociones, de repente me vi en el escenario subiendo el tono, enfadándome y diciendo lo que llevaba dentro y el profesor emocionado, dijo:

-¡Llora! ¡No te cortes! 

"¿Llorar?" "¿Esta de guasa?". Mi yo interior no lloraba. Y de nuevo el profesor gritó:

-¡¡Stop!!! Te acaba de destrozar la vida J.C. ¡Quiero verte enfadado!

Yo le miré a él. El profe dijo que siempre hacía de "pollito mojado", y la clase se echó a reír. Pero al mirarle él conectó y tras un silencio elevó la voz, la elevó como nunca había hecho, porque me miró, me entendió y se sintió seguro. Sólo era un juego. Un juego donde yo estaba dejando salir lo que sentía. De temas que no son el teatro, precisamente.

Y lo bordamos.

Lo bordamos porque yo nombré al secundario en medio de la confusión (a otro) y el público ató cabos y se hizo la historia. Entenderéis que la parte narrativa no me cuesta, no así, de esa forma. Sí tengo más problemas con interpretar, porque el profe... me dice que pruebe y es mi tercera clase. Yo no sé interpretar... sé modificar una historia en una frase. Pero no sé regular mis emociones. Acostumbro a bloquearlas.  

Al acabar el ejercicio, a él lo felicitó mucho y a mí me dijo:

-Has metido tantos sentimientos y tan reales para la situación que, de verte mantener todas esas bolas en el aire como una actriz experimentada, tendría que hacerte una reverencia. Bravo... porque es verdad que se mezcla todo eso... aunque... ¡es difícil!

Y yo pensé ("¡Vaya si lo es!") Pasé de la negociación al enfado, de la queja a la súplica, del llanto a la alegría en una sola historia, en unos pocos pasos.

El teatro es conflicto.

Al día siguiente, quedé con mi mejor amigo a desayunar. Hablamos de nuestras vidas y no sé como de Frankestein y de Ícaro. Y del ideal romántico en la época victoriana. Entremedias acudí a un concierto de jazz con un pianista y otro amigo mío. Y tuve largas conversaciones telefónicas.

Y por la tarde, me puse a ver series.

No estaba de buen humor. Y no porque no haya seres alrededor maravillosos y atentos. Era otra cosa. Pero en lugar de ofuscarme, recogí la terraza, podé las plantas que están muy hermosas... y de repente... empezó a llover. Yo me senté sobre mis rodillas, con el ordenador encima de una mesa portatil que puedo apoyar en la cama. Es extraño, pero trabajo muy bien sentada como una japonesa. Con el clue... perdón!! ¡jajaja! Casi desvelo la novela... Con la novela de misterio abierta (ya en formato galerada) me puse a corregir. Estalló la tormenta. La metí en el libro. Era, sencillamente, perfecto. Y la voz en mi cabeza que leía la historia era la del actor que pone voz a Hotch en Mentes Criminales. Me hizo gracia que la corrección fuera tan fluida y pensé: "¿por qué?" Estaba viendo la serie pero.. ¿¿¿por qué ese narrador para mi libro??? Hay más de 7 personajes. Y entonces me pregunté: ¿Qué tiene de especial esa voz? 

Igual que yo le pregunto cosas a mi intuición, a veces es ella la que plantea preguntas pero más rápida que el pensamiento y sin usar palabras..

"Es inflexible" pensé. Y me sorprendí de la respuesta. No era, por tanto, una elección al azar.

"¡¡Ay va!! ¡¡Narra igual un asesinato que un proverbio japonés!!" Todo es dramático y aséptico. 

-¡Aaah! ¡Por eso es tan fácil corregir así! -me dije mentalmente.

Al corregir, primero tienes que dejar pasar un tiempo para poder leer la historia como si no fuera tuya. 

Pero con esta técnica tan creativa... la historia no es mía sino que me parece que me la están contando a mí.

Buen domingo!!




4 comentarios:

David Hernando (Davidel) dijo...

Una de las cosas que siempre agradeceré de haber estudiado interpretación es lo que me ayudo emocionalmente. Aunque no me gusta aplicar el método stanislavski, he de reconocer que me sirvió de mucho. Todos interpretamos en la vida, tenemos en según que ocasión diferentes actitudes. El teatro dirige esa interpretación en escena.
Algo curioso me pasó el otro día con una buena amiga. Me rozó la mano y al hacerlo pudo adivinar el cumpleaños cercano de uno de mis hijos. Menuda bruja!! o adelantada a su tiempo? jajaja.
Feliz domingo!

Nelly dijo...

¡Jajajaj! A lo mejor le echaron algo al sirope que traían sus tortitas...

Davidel dijo...

Oh Dios, acabo de averiguar que es lo que la pasó. Mezclo tortitas con huevos, beicon, patatas con sirope de chocolate!! Eso la hizo tener alucinaciones y entró en shock...como cuando Homer viaja a su interior y habla con el zorro jajajaajjaj que grandes los Simpson

Nelly dijo...

jajaja! bueno, ya sabes lo que dicen... un buen desayunooooo.... =D! es lo mejor para empezar el día con energía. Los poderes extra-sensoriales (curioso nombre) gastan mucho.

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