Este hombre era un genio...

 


Ya os dije que al acabar Stephen King (22/11/63), me puse con Charlie y la Fábrica de Chocolate.

He llegado a la escena en la que desaparece el primer niño, y pensé: "¿de dónde me saqué yo, siendo pequeña, que el autor mata a un personaje?" Ese puntito malvado y travieso del que os hable, que no es tal, pero que cuesta definir. Y de repente leo:

-¡Contagiarás ese resfriado que tienes a un millón de personas en todo el país!

JAJAJAJ. Aléjate del río, ¡Salvadlo! Llevo puesto mi mejor jersey, ¡No te quedes ahí parado! ¡Ya estoy haciendo algo! ¡Socorro! ¡Asesinato! ¡Policía!

Y, mientras leo, pienso: "Fíjate en los conectores".

No sé si se llaman así o, francamente, me lo acabo de inventar, porque esto es para aprender y son cosas que me digo mientras leo o veo películas. Ayer repasando el manuscrito de Hidra, eliminé un montón de frases, porque no hacen falta. Cuando estás construyendo, tu mente muchas veces está en "sujeto" (¿quién?) "verbo" (la acción) y "descripción". Cuando lees, no. Es decir, los grandes autores me cuentan una historia sin usar eso todo el tiempo. Y cuanto más fluida es, más se mete dentro el lector. Hay frases que son una simple sílaba. Y hay otras en las que escribes "Corrió hacia la montaña" y no hace falta poner quién, cómo era la montaña o si sólo escuchaba el ruido de su respiración mientras lo hacía. Lo malo es que cuando te atascas, como autora, sientes que estás tirando de un autobús con una cuerda. La clave es: deja el dichoso autobús y piensa sólo en la rueda. Piensa en la acción y deja lo demás. Pero no lo haces, porque no sabes qué escoger y qué contarle al público. Y eso pasa si piensas demasiado. La historia debe fluir.  

El señor Dalh no me da todos los detalles de la escena, me la cuenta hablada. Lo que es fantástico para un público juvenil. Así que cogí el manuscrito y taché cantidad de cosas que yo sé y el lector no, pero es mejor que se las figure. Porque aligera el ritmo muchísimo. Sobre todo si las cambio por diálogos.

Este señor era irónico y criticaba la sociedad pero también tenía mucha, mucha fantasía. Me lo imagino sentado pensando en los diálogos del señor Wonka, que adora su fábrica (porque la adora) y dice algo que me ha recordado al mago Howl: "yo necesito estar rodeado de belleza" ¡Jajajaj! "No soporto la fealdad" añade. Entiendo que tuviera cariño al personaje. 

Salud2!!

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