¡¡Por fin me he comprado un ebook!!

 


Era reacia a adquirir un libro electrónico porque soy fan del papel. Del tacto, del peso... y me gusta coleccionar libros... Pero libros que leo y releo miles de veces y que ocupan más o menos una balda de mi librería. Todos los demás que tengo no son especiales para mí. En este afán de obtener y salvaguardar una librería de consulta inicié un proceso de "venta de libros", que me condujo a una librería de segunda mano del madrileño barrio de Quintana, donde por 20 céntimos la unidad, dejé libros que han costado mucho más y están nuevos. Y eso me hizo pensar... 

"Si tengo libros que he comprado en tapa dura, en ediciones caras, o bien que han llegado hasta mí por ser regalo de algunas jornadas literarias en las que he sido ponente...si esos libros luego no valen más que 20 céntimos... ¿no podría tener un método mejor para leerlos que no pasara por comprarlos y luego malvenderlos o regalarlos por no asignarles un valor?".

Entonces pensé en el e-book.

Hay que destacar que el primer libro electrónico que tuve me lo regaló mi hermano. Se quedó guardado en un cajón, procedía de China, y tras muchos años, lo encendí y no funcionaba. Luego conseguí que funcionara pero no le iban los botones. Finalmente, desistí y se lo regalé de nuevo a él. Me dijo que era tan antiguo que ya no valía "ni de pisapapeles". Con esta mala experiencia, no quise tener más.

El segundo libro electrónico que llegó hasta mí fue hace 4 años, aproximadamente. Me lo regaló un ex. Primero me preguntó si yo leía en ebook. Dije que no. Luego me pregunto si me leería sus novelas no publicadas. Dije que tampoco. Luego me regaló un libro electrónico con sus 7 novelas no publicadas. Me pareció una falta de respeto. Y lo guardé.

Pasaron otros tantos años, y me dio pena y lo encendí. El libro funcionaba bien pero si lo conectaba a un ordenador no hacía nada. No se podían cambiar las novelas, ni añadir, ni ver bien, ni nada. Contacté con mi ex por si lo quería, ya que sé que estas cosas tienen valor para los demás. Me dijo que lo regalara. Contacté con mi club literario: "regalo libro electrónico". Nadie lo quiso.

Intenté comprender cómo funcionaba y trataba de manejar los menús pero los libros se veían fatal. 

Finalmente, lo tuve que reciclar.

Y seguí pensando como hasta hace bien poco. Que yo no leo en e-reader. Que no son para mí. Que donde esté el papel se quite lo demás... 

Entonces, por motivos que no vienen al caso, mi madre me dejó el suyo. Cuando lo tuve en la mano, el tacto me pareció maravilloso. Y cuando lo encendí, allí había cien novelas, algunas de Stephen King. Hacía pocos meses que habían estrenado It. Leí el libro por las noches, a la luz de una lámparita que fue mi imagen de whasap y que gustó mucho. ("¿cómo has hecho esa foto? La lámpara está del revés") En realidad, la lámpara era lo que yo veía, tumbada y con el e-book sobre mi cabeza. Me gustaba el tacto. Me gustó ese libro electrónico.

Pero aún así, he tardado desde el estreno de It hasta ahora en ir a por uno.

Kobo Libra H20 -8Gigas.

Me llamó la atención por sus botones laterales. ¡Ese tiene que ser para mí! ¡Es medio analógico!

Pero antes de comprarlo, me dirigí a mis amigos lectores. Fue entonces cuando descubrí que devoran libros. A un ritmo muy alto. Y todos, aún comprando en papel, eran de Kindle o de otras marcas. "¿Qué diferencia una marca de otra?". ¡Ah!, me contestaron, con Kindle sólo puedes comprar en Amazon. No te lo recomiendo, dijeron. Mejor un Kobo.

Buscando, buscando... llegué a reseñas de la marca Kobo. Y tras veinte vídeos de Youtube y otras tantas horas buscando en Internet, llegué a la tienda. Busqué el Kobo (casi no quedaban) y cuando lo tuve en la mano comparé con la sensación de tener el de mi madre y me dije: "¿en serio? No lo recordaba así...".

Al tacto, no tiene nada que ver.

Y es que lo sabía, me dije, yo no soy de libro electrónico. Estuve por dejarlo, si no fuera por el razonamiento que da inicio a esta entrada. Y es que es imposible, cuando llevas tres meses detrás de un libro electrónico en particular, que tenerlo cumpla las expectativas que te has formado.

Tuve que discutir mucho con mi "yo interior", sobre el tema. En plan: "A ver, ¿lo quieres o no? Porque ese momento de lectura sujetando el otro libro no va a volver, ¡eso no se atrapa! Y pertenece al pasado. Lo que aquí hay que dirimir es si quiero o no un libro electrónico. Y este es el dichoso Kobo con botones laterales..."

Psse...

(¡Jajajaj!)

Así no se puede ir de compras. Con un "yo interior" tan exigente e indeciso. 

 Justo dio la casualidad de que llegó mi amigo, al rescate:

-¡Ay va, qué grande es! ¡Fíjate, pero si es comodísimo!

-¿En serio? -pregunté. 

Si tenía una cosa clara del Kobo, es que no iba a leer en horizontal.

-¡Míralo en horizontal, con los botones es una pasada... jo, y para pasada su precio!

(Ains)

Me acerqué, lo puse en horizontal. Tenía razón, era comodísimo. Recordé los tutoriales. "Lánzalo a una piscina y sobrevive". Ni que fuera a leer en el mar. En el fondo del mar, me refiero. 

Toco el Kobo, levanto el Kobo, bajo el Kobo. Le doy la vuelta al Kobo. Lo manoseo, lo enciendo. Me peleo con el menú. Marco una hoja. Me digo a mi misma: "bah" y entonces me doy cuenta de que el tamaño de la letra es variable.

Y entonces me pregunto... si me veo leyendo con ese mismo Kobo, en el futuro, porque es mi Kobo y aún no lo sé.

"Vale, sí. Es mi libro electrónico".

Una vez decidido esto, elijo uno, lo suelto y elijo otro de una caja transparente.

-Perdone -le digo al vendedor-, ¿las fundas?

-Queda esta.

Cuando veo el precio de la funda se me cae el alma a los pies. 

-¡¡30 euros!! -me escandalizo interiormente.

Para eso me compro un producto de gama más alta.

Rosa chicle.

-No quedan más -dice mi amigo.

Me pasa con la funda lo que con el Kobo. La cojo, la manoseo, la dejo, la cojo, vuelvo, me vuelvo a ir. Y de nuevo me dirijo a mi "yo interior". "¡Es que no quedan más! ¿Y si están agotadas en todos lados? ¡Debería cogerla!". Esto sí que es una gran pelea. Pero mi yo interior, que por cierto ahora está en modo rebelde, sólo señala una cosa:

¿r-o-s-a-?

¿una-funda-rosa?

¿quieres?

Me lo pienso mejor.

Cielos, es horrible. Realmente insípida.

¿Una funda rosa para leer libros de Stephen King? ¿Un kobo blanco (pase) con una funda rosa para romper los límites de tus normas y leer e ir más allá? ¿en serio?

Dejé la funda en su lugar. Ni de coña. 

Me dirijo a la caja, indiferente a que no existan fundas en toda la faz de la Tierra. Y entonces caigo en que las venden on-line. Abro la web, localizo una donde pone verde-menta que me hace reír. Vale la mitad de precio.

Compro el producto y doy saltitos en la tienda (eso sí que no me lo esperaba) y chillo:

-¡¡¡Tengo un ebook, tengo un ebook!!

Los de los primeros puestos de la caja me miran con curiosidad y alguno sonríe, supongo, porque con la mascarilla es imposible saberlo.

Mando un sms a mi grupo de teatro y libros: "Café a las 6. Páginas para obtener libros. ¡O libros que tengáis!". Contestan: Hecho.

Salgo a la calle. Una nevada tremenda. En dos horas y ya hay que ir con esquís. Regreso a casa pensando en un amigo cuya familia vive en Canadá y en por qué ha cuajado la nieve tan rápido. En la capital casi nunca nieva, y cuando lo hace, es más bien poco. Me refiero a la ciudad, si sales 20 kilómetros (ejemplo, en mi trabajo) caen unas del copón. 

Llego a casa, busco la funda en Internet y no está.

No puedo creerlo. 

Tengo una foto de la funda en una tienda on-line, pero la busco ocho mil trillones de veces y no aparece. Ya empezamos... con las cosas raras. O han cambiado la web en dos horas o el Universo se mete conmigo.

Otras dos horas en elegir una funda. ¿Mapa Mundi? No. ¿Cerezos? Paso. ¿Olas japonesas? Bah, venga ya... ¿Lisa? Tampoco. ¿Azul? Nada. ¿Con libros pintados? No tiene sentido. ¿Acabado mate? ¿Un elefante?... ¿¿Ninguna??

Cuando estoy a punto de desistir veo una funda del Universo.

"Es está" me digo.

Sé que es esa funda. Mi funda.

Es curioso que tengo más claro lo de la funda que lo del propio libro. La funda sí la veo en el futuro. El libro no...

La compro por Internet... y colorín colorado, ¡esta historia del e-book se ha terminado!

(o eso espero, porque como funcione mal o haya que devolverlo, jajajaj!...) 

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