Sueños.

 

Hace menos de 48 yo viajaba hacia mi oficina con mi coche. Por motivos varios en los que no voy a entrar, pues tal como enfoco la historia, no son relevantes.

Al llegar a la incorporación de la M40 vi por el retrovisor lo que sólo puedo nombrar como "trailer doble". No porque ese sea su nombre, sino porque quiero que entendáis qué tipo de camión era. Imaginad la cabeza tractora más grande que se os ocurra y su remolque, y ahora a ese remolque, añadidle otro. ¿Qué tenemos? Un trailer "doble". La cabeza era blanca y azul oscuro y la verdad es que era bonita, porque parecía moderna. Pero era mucho más grande que mi coche, y mi coche es de los que imitan los todocamino, o sea que no es del tamaño de un turismo, sino más alto. En realidad mi coche es muy pequeño pero sacaron un modelo "alto" para imitar a otros más caros y teniendo en cuenta los agujeros del descampado en el que yo aparcaba, pensé que sería buena idea comprar esa versión. 

Al incorporarme sin problema al carril derecho, viendo acercarse el camión por detrás, en el carril central, aminoré. No sé, me puse a 90 cuando la carretera es de 100. El camión, que debía de ir a 97, alcanzó mi posición sin problema. Y yo,... aminoré más. Esas bestias mueven tu coche con el viento que generan. Al tapar completamente mi costado, me asusté. Mi coche no llegaba ni a la mitad de su radiador.

"Imagínate lo que puede provocar semejante bicho", le dije a mi yo interior. O a mi pensamiento. O a lo que sea con lo que yo hablo cuando pienso cosas. 

Esa cosa interior contestó sin palabras.

Seguí mirando el camión. "No se trata de que el conductor haga algo bien o mal" pensé, "se trata de su tamaño. Si tuviera el más mínimo descuido, ¡imagínate lo que le haría a este coche!".

Lo visualicé. Sólo de imaginar el accidente me puse de los nervios.

Mi intuición interior volvió a contestar pero ni sé lo que dijo, ni desde luego le hice mucho caso.

"¿Ves? Ya se está cambiando al derecho... " pienso poco después y puse el intermitente y salí al central "¡Si es que para qué vas por el central, si el central no es el tuyo!" pensé refiriéndome al camión.

Adelanté al gigantesco trailer. Me puse a más de cien. Me dio igual. 

Ahora veo, con la cabeza más fría, que ese camión gigante iría por el central debido a que tiene un trillón de salidas en ese tramo de carretera, en el carril derecho, luego hizo lo que juzgó mejor: quitarse del medio. Ir por el central era, por tanto, correcto. Más que correcto era cortés, evito que más gente se lo cruzara al tratar de incorporarse a la M40.

Lo adelanté y siguiendo mi camino mucho más adelante, seguía fascinada mirándolo por el espejo retrovisor. Allí iba, subiendo la cuesta en curva, con su enorme tamaño.

"Mira que hacemos máquinas grandes" pensé.

Llegue a la oficina, tras hacer una serie de cosas, puse rumbo al lugar en el que había quedado y me paré a tomar un café. Me llegó una foto de mi mismo coche pero en otro color (el de mi hermano), con toda la parte trasera abollada.

Claro, imaginad. Miré la foto sin dar crédito.

"No, estoy bien" "sí, tranquilos", "todo ok".

Vuelvo a mirar la foto (vaya! he cambiado el tiempo verbal a presente! siempre me ocurre cuando algo me impacta. Permitidme este error narrativo y sigamos...). Es el mismo coche que el mío, pero en un bonito color azul, y en la foto brillaba porque incidía el sol sobre él. Y es entonces cuando reparo en la luneta trasera del vehículo.

Esta reventada.

Trabajo en seguros.

Tomo un sorbo de mi café.

En mi mente se agolpan todas las conversaciones de 10 años atrás que ha empezado por: "Su perito dice..." o "Los daños no coinciden con..." 

Y pienso:

"Esos daños no coinciden con un alcance trasero leve, que a su vez es lo que él dice que ha pasado. Un alcance trasero leve no hace reventar una luneta".

Llamo a mi hermano mayor.

-Te ha destrozado la luneta o la luneta ha reventado. No ha sido tan leve como dices. ¿Estás bien de verdad?

-Sí, Nelly, es que ha sido un camión.

(¿¿???!!!!!!!)

¿Os acordáis del trailer? Un camión. Madre mía. Madre míaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa....

-¡¿Estás bien?!

-Sí.

Dejamos aquí este capítulo.

Vamos con el capítulo dos:

Es sábado, estoy haciendo mis cosas cuando llega un mensaje con una noticia triste de la oficina. Lo leo... y esto no es nada estupendo decirlo, pensé "Nah, no es verdad".

Sí, sé que no es una respuesta valiente hacer eso. Yo no he dicho nunca que sea una chica valiente.

"No es cierto", digo soltando el teléfono móvil, eso no ha pasado... Varios compañeros me llaman horas después para ver cómo estoy. Bueno, teniendo en cuenta que "no ha pasado", estoy bien. La extrema frialdad en momentos duros puede dejar a los demás un poco... descolocados. 

Mis compañeros sí lloran. 

De camino a casa de mi hermano (para ver qué tal está) me rellama uno de ellos.

-¿Sabes lo que estaba haciendo anoche, Nelly? -me dice-, estaba leyendo un artículo de una chica de Tenerife que murió por una alergia. ¡Anoche! Y al levantarnos... ¿No es increíble? ¡Son señales! ¡El Universo está lleno de señales!

(camión)

-Oh, no, no -contesto- qué va -con total seguridad.

Es para verme a mí,... contestando esto.

-Te equivocas, Menganito -digo-, y si vas por ahí pensando que hay señales, vas a ver señales en todos lados. Las señales no existen. No hay magia, ni señales, ni cosas de esas...

Hago una pausa y sigo:

-No son señales,... son casualidades -digo.

Y me quedo tan pancha.

YO, que monté en un tren por error y mandé al actor la misma foto del mismo atardecer que me mandó él (en el mismo instante), porque tomó otro tren por error. Y en un tren que yo jamás tomo en una hora que jamás uso, y él en un tren que tampoco tenía que tomar, nos encontramos. La misma foto, a la vez. 

Esa soy yo. La de las cosas increíbles. La de las casualidades en todas partes. Y héme ahí diciéndole eso a un compañero.

Cuando de sobra entiendo lo que está sintiendo y lo que le ha pasado.

Capítulo tres: el sueño

Me despierta un sueño del susto que me ha provocado y veo entrar claridad por la ventana. Pero mi agitación se desvanece pronto, ya que cierro los ojos, respiro hondo y me vuelvo a dormir.

El siguiente sueño tiene que ver con el anterior, es una continuación y no voy a entrar en detalles. Lo cuento sólo porque en un momento dado, justo antes de despertar, el personaje con el que lo compartía me dijo:

-¡Te hace falta pintar con más tiza en el suelo, eh?!

¿QUÉEEEEEEEEEEEEE???

Se levantó y se fue y volvió.

-Tu círculo blanco -dijo.

-¿¿¿Qué???

Bien, internautas, sí le había oído. El círculo blanco es algo de lo que yo hablé al Muso estos días atrás. Es un espacio en el que apartar las cosas que te preocupan. Debatí mucho con el Muso sobre su utilidad. Es sólo que no esperaba (ni sabía que yo estaba durmiendo) que otra persona me soltara algo así. 

-No sé de qué me hablas.

Sí lo sabía.

Lo sabía muy bien.

-¿Alguna vez dices que no a alguien?

Golpe bajo de mi cerebro. Ese personaje era malo. Malo-malo-malo. 

Abrí la boca para contestar, pero no dije nada. Veréis, en los sueños las cosas se ven más claras. No estaba diciéndome si digo Sí o No, a los demás. Me estaba preguntando si sabía lo que quería. Si de verdad disponía de ese círculo. No tenía círculo simplemente porque no me conozco.

El personaje se fue. Y volvió.

-No te equivoques -dijo-, no tengo absolutamente ningún interés en que cambies.

Me desperté. Del susto.

¡Será posible!

Aprovechando que podía volver a dormir, lo hice, pero está vez para convocar a cierto personaje de mi Ciudad Imaginada. Un sueño controlado.

El cartero.

Reunión en la casa consistorial. ¡Ya está bien de tanto desmadre!

Hacía meses que no convocaba una.

Y allí estaba yo, y estaba ese niño que lo sabe todo.

-¿Cómo puedes mandarme un sueño así?

No os he dicho de que iba el sueño. No voy a hacerlo. 

-Querías entender -me contestó el cartero. Salimos fuera, yo me senté en un banco y él sobre un muro.

-Ya, pero si no he vivido algo, ¿cómo puedes mostrármelo en un sueño? No puedes mostrar cosas más allá de lo vivido. ¿Cómo me puedes enseñar lo que es si yo no lo he vivido?! ¡!¡!

Más que nada, porque se supone que él y yo y los sueños, somos la misma persona. Es decir, que todo soy yo. Es como cuando escribes, ¿no? Todo esto es mi imaginación. Los sueños, y el niño.

El personaje no contestó.

-¿Puedo hacerte otra pregunta?

-Sí.

-Es sobre mi compañero.

-¿Quieres saber cómo murió?

Repito de nuevo que en los sueños, todo es más claro. El "cómo" no me interesa. Hay muchos "cómos" posibles. El cómo que fue lo más preguntado ayer, es irrelevante. Es sólo el mecanismo que lleva a que se pare un corazón. 

-¿Quiero saber por qué? -pregunté.

Esa sí es la pregunta. Por qué. ¿Por qué se muere alguien de repente cuando no tendría que morir? Es una buen pregunta.

El cartero se levantó.

-Deberías preguntárselo al Muso.

-¿¿¿¿Él lo sabe?????

-Sí.

Ah!...

¿Seguro? Dudo que sobre la faz de la Tierra un ser humano tenga respuesta a esa pregunta.

Me desperté del todo, la claridad ganaba terreno.

Así que debo preguntar al Muso porqué se muere la gente y comprar una tiza para pintar en el suelo, ¡jajajja!

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