Noche en blanco: historia de una araña.

 Se ha encendido solo el ordenador, palabra. Yo estaba sentada en el sofá, se terminó la película y justo en ese momento, cual si una mano invisible lo hubiera tocado, el ordenador que estaba en una mesa delante de la tele se ha puesto en marcha con una imagen bellísima de una playa y una puesta de sol.
Y el caso es que no se apaga.

Como no se apaga, y por si acaso hay algún insomne, os voy a contar lo que me pasó hace dos semanas, al llegar a casa.

Me llevé un susto en las escaleras, y al entrar y dejar las cosas, fui a la cocina, encendí la luz y me encontré la araña más grande que os podáis imaginar, tratando de esconderse en mi cocina.

-¡AaAAAAAAH!

Era enorme. 

Y ahí empezó un diálogo con mi "yo interior" en el que más bien sólo se me oía a mí pensar: "...¡¿y cómo quieres que la salve con ese tamaño?!". Una puede respetar ciertos animales, pero cuando lo que tienes en casa da terror pues...

Fui corriendo a por el "matamoscas" en aerosol. Y gaseé a la pobre araña.

"Útil sólo con moscas y mosquitos", ponía en la etiqueta. 

(La voy a emborrachar)

Mientras trataba de envenenarla ella volvió sobre sus pasos e intentó subir por la pared con aquellas ocho patas peludas, y mientras yo le echaba encima el insecticida con cara de pánico y pensando: "¡¡Lo siento, lo siento, lo siento!!".

Y el pobre bicho empezó a resbalar y a moverse como si estuviera borracho.

-¡Lo siento, pero eres enorme! ¡ERES ENORME! ¡Te tengo que matar porque das mucho miedo!

Y entonces paré.

Y la araña paró, mareada y gaseada, en la pared.

No era tonta la invasora, cuando me vio iba directa a ocultarse bajo la nevera pero la asusté tanto con el aerosol que regresó hacia la pared y ahí, acorralada, trató de subir y no podía. Y estaba asustadísima. La araña, digo. No sé, se le notaba, de verdad. Si yo estaba asustada, la araña más.

En esa estúpida pausa en la que yo me paré y ella se paró, me quedé mirando fijamente aquel monstruo de ocho patas y dije (esta vez en voz alta):

-No puedo creer que vaya a hacer esto.

Miré a mi alrededor. Lo normal es asustarse y darle un pisotón. Eso es lo que hace todo el mundo. El problema es que algo en la forma en la que se movía me hizo darme cuenta de lo asustada que estaba ella también.

Respiré hondo.

"Se llama Creatividad." me dije buscando una solución al problema. 

Abrí el armario.
Saqué un vaso.
Dejé escapar un suspiro.

"Por una araña", me dije.

Coloqué el vaso sobre la araña. La tapé. Casi no cabía en su circunferencia, de lo grande que era. Corté un trozo de papel de cocina. Empujé el vaso hacia el papel de cocina que había depositado en el suelo.

-No puedo creer que vaya a hacer esto -repetí.

La araña era lista, al notar el cambio al papel no le gustó. Pero hizo caso y se movió.

Una araña, un vaso, un papel y una humana aterrada.

Abrí la ventana.

"No va a funcionar...." pensé.

Tiré de las cuatro puntas del papel hacia arriba, a la par que levantaba el vaso.

Llevé el vaso, el papel y a la araña hasta el aire acondicionado (que estaba afuera), dejé el vaso, el papel y a la araña sobre el aire acondicionado. Levanté el vaso... Y aquel bicho enorme salió con sus ocho patas super levantadas: pim, pam, pum y se perdió en la oscuridad.

Me quedé pensando. El aerosol no le había hecho daño, no estaba tan mareada como aparentaba, y desde luego, era feliz de quitarse del medio.

"Y yo casi gaseo al pobre bicho", me dije "y todo por el miedo".

Esta historia me sirvió para una cosa y fueron esos tres segundos en los que dejé de estar asustada y tener impulsos homicidas, que están muy bien, claro, pero si dejas de asustarte... a lo mejor encuentras otra solución.

De todos modos, la amenaza no era, supongo, muy grave.

FIN! 


























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