En el que decido poner Netflix.


No sé si os he dicho alguna vez que no me gustan los cambios.
Cuando encuentro algo que me gusta, me habitúo, y no cambio. Por ejemplo, este Neetbook (yo no tengo ordenador), me hice con él, escribí cuatro o cinco libros con él -y aunque me cabreaba y gruñia con el openoffice y la imposibilidad de maquetar un Tú Eliges la Aventura! con este trasto y estas limitaciones, una vez tuve el primer libro hecho, me dediqué a borrar y escribir encima sin cambiar el formato, para los tres siguientes- de manera al final, una vez que el Neetbook me sirve para manuscritos... lo demás da igual. Porque yo lo que necesito es un procesador de textos con teclado físico y que no pese demasiado.

Y así con todo.

Tenía ADSL, y me iba bien. Tooodos me decían que pusiera Fibra, que si el gasto no era alto, que si... Hasta que al final, una amiga dijo: "Nelly no lo hace por el gasto, Nelly lo hace porque no le gusta cambiar".

¡Eso es! 

Y el cambio llegó el día que la empresa pasó a office 365 y mi conexión se cayó. Literalmente, 8 horas de estar repasando manuales, sin conexión. Esto, en otros tiempos, me habría puesto muy nerviosa. (Escena retrospectiva: hay una huelga de metro y voy a llegar tarde, me enfado, me cabreo, me pongo de los nervios, hasta que una compañera me dice: "No lo entiendo, si fuera por algo que puedes controlar tú, normal que estés nerviosa, pero ahora llegamos tarde por el único motivo que está completamente fuera de tu control, ¿por qué te enfadas?") 

Me dio que pensar. 
Me enfadaba justamente por eso. Lo que era un poco ilógico.

Bien, pues tras 8 horas sin conexión y con mucha calma, en casa (quizá por eso de la huelga que os he contado antes) me dije: "Es el momento del cambio". Y ahí investigué y hablé con varias compañías telefónicas, y con amigos, y en 48 horas (sabía yo que a la primera no iba a encontrar lo que buscaba) resolví el proceso de elección y acabé (qué curioso) con la misma cía con la que estoy, poniendo Fibra. Y eso, tras hablar con un comercial de otra cía mientras bajaba al Retiro en autobús. Uno de esos que explica pero no convence. Uno de esos que te cuenta cosas que deberías hacer porque él las haría porque trabaja en esa cía y sabe qué ofertas hay y qué derechos tengo. Me dijo incluso lo que tenía que decirle al comercial de su "competencia" (son dos empresas, sólo que una es la "marca barata" de la otra). Resulta que tenía derecho a migrar a Fibra por el mismo precio (hablamos de 21 € ya con impuestos) y hasta me dijo la frase que tenía que decir.

Claro que el comercial de la competencia me dijo: "Es que con la tarifa de movil que tienes -que es la más barata de todas-, no te puedo dar lo que me pides en la fibra". Como ya habíamos contemplado esta opción, solicité la del anuncio oficial de la web.

Ahora tengo llamadas gratis en el móvil, sin límite. Y pago por todo 35 euros.

Eso (una caída de red y la imposibilidad de teletrabajar) es lo que propicia el cambio. Hasta entonces yo no necesitaba fibra. 

Y claro, con la fibra llegó la idea que da título a esta entrada.

Tampoco tengo Netflix, HBO, Disney Channel ni nada de eso... Y así he pasado la cuarentena, sin echarlo de menos. Para empezar, no sé qué hago que siempre ocupo mi tiempo. También es verdad que escribía y durante unas semanas intenté hacer una rutina de gimnasia (pero la gimnasia en casa a mí no me funciona, para algunas cosas sí, pero donde esté nadar un rato, caminar o un paseo en bicicleta...). 

Mis amigos me insistieron mucho en lo de poner una televisión pero yo me empeñaba en no hacerlo.

Iba al Ceex, y compraba películas a 1 euro... y así encontré por casualidad True Blood.

Pasada la cuarentena, me dejaron la serie completa y hasta la cuarta temporada me enganché. Una vez Sookie y Eric se han liado... y por cierto, creo que me falta un capítulo, lo demás ya me daba igual. Para mí, ese es el final de la historia, jajajaj!. 

Así que la quinta la voy viendo a saltos... 

Pero sí que me di cuenta de que la televisión apenas la veía. Las pelís empiezan tarde, (o muy temprano), no las veo acabar, no me apetecen, tienen anuncios...  ¡qué pereza!

Y a la biblioteca no se puede ir. 

"¿Me compensaría Netflix?" pensé.

No lo tengo del todo claro. 

Yo creo que sí. 

Es como ese bono de 10 pases del gimnasio. Me costó carísimo. Pero es que me compensa. Porque la zona de spa cuando se podía ir -o la azotea, donde te puedes tumbar un rato pequeño al sol hasta que te dice tu yo interior que te lances a la piscina de cabeza jajajaj! y el agua está congelada pero se agradece muchísimo-, me aporta más de lo que me cuesta. O al menos, está nivelado.

De hecho, aún me quedan 3 pases y en cuanto lo gaste voy a volver a comprar un bono de diez. Me duran un año (¡ay que ver, como pasa el tiempo!) pero para mí van genial.

En fin, antes de poner Netflix, tengo que aprender a usar un Chromecast.

^_^

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