Una mañana tranquila.


Por favor, decídme que no es martes... ¿Cómo puede ya ser martes?
Otra semana que pasa volando...



Estoy sentada frente a la ventana de la cocina (y mira que tengo un cuarto para escribir pero desde que sé que aquí cabe el neetbok, no hago más que escribir sobre la encimera), y en el patio están haciendo ruido porque este edificio es antiguo y hay que reparar las tuberías. 

Estaba repasando unos apuntes, me preparé un café y me puse a pensar.

Tengo que mandar unos informes, que están ya hechos, solo que requieren un repaso. Siempre te dejas alguna cosa (es imposible, incluso con los manuscritos, no enviar algún pequeño error). Una vez cambié un té por una coca-cola, jajajaj! El editor me dijo: "has cambiado esto y ... por cierto, ¿le cambias el género a un secundario sin darte cuenta?" Ah! Pues sí. Dos errores en 201 páginas. A veces pasa. En general, repaso 3 veces y mando las cosas "bastante limpias". Pero eso viene de mi época de publicista porque hacía las notas de prensa. Y esas se publican tal cual, así que sino quieres ver un error garrafal en una revista de tirada nacional que luego te haga esconder la cabeza, más te vale repasar. No eran cosas importantes, pero... por lo menos que estuvieran cuidadas. (Por cierto, si veis errores garrafales en el blog, es porque escribo del tirón y no repaso, esta escritura es más como la de un diario al que no prestas atención...)

El otro día, alguien me dijo: "¿Sabes que Olalla te nombra en los agradecimientos de El Jardín de Hipatia"? 
¡Jajaj! Pues sí, allí estábamos los compañeros de la Tertulia de las 7 y 7. Qué buena tertulia literaria. Todavía veo a Jorge entrar por la puerta, sentarse, pasarse la mano por el pelo y decir:

-No sabéis lo duro que es que vuestros sueños se hagan realidad...

¡jajaaj! Y yo miré a Jorge y pensé: "¿Le lanzo el vaso de bebida o me espero... porque lo está diciendo en serio?".

7 u 8 escritores. Cada cuál en su momento. Qué buenos tiempos. Alguno era profesor, yo apenas había autopublicado (y sin saberlo, fue una amiga la que subió mis cuentos a internet), pero ganaba muchos concursos. Cristina tenía una novela (qué anécdota tan bonita nos contó de un señor que la iba leyendo en el metro y ella le preguntó si le estaba gustando, jajaja), Felix era poeta. Tenía una mirada tan intesa (ojos grandes de color azul), que no había quien la soportara más de unos segundos. Parecía que veía la pared que teníamos detrás. Luego estaba un científico famoso que dejó el tema libros y siguió en el tema ciencia. Y el que la organizó. Ah! Y, por supuesto, Javier Oliva. 

Llegamos a aquel café de Tribunal y al sentarnos uno miró el reloj y dijo:

-Bueno, habíamos quedado a las 7. Son las 7 y 7 minutos. ¿Os parece bien que llamemos así a la Tertulia?

-Por mí genial -dije.

De tal forma... ¡Que empezábamos siempre a las 7 y 7 (dando, claro está, esos 7 minutos de margen para que llegáramos todos).

De todos nosotros, la mejor era Olalla.
Y lo sigue siendo.
Jorge escribía juvenil. Yo no lo sabía, pero también iba a publicar con Espasa, en aquel momento él estaba sacando Fabuland. Luego yo seguí con Hidra, con la que cómo sabéis, aún sigo, y él trabajó de guionista (creo) y también tuvo contrato de "negro editorial" (como el que tengo yo con él o la Youtuber).
Los demás... pues mira, hubo quién lo dejó. Cris ha publicado hace poco un libro de cocina y creo que algún cuento infantil. Y Jorge se acabaría pasando a Amazon, donde ganó un premio de autores indi, y luego me echó un un cable (lo hace, todavía) cada vez que yo tengo una duda sobre temas editoriales. Jorge me hizo la presentación de la novela (estando yo aterrada) y, la verdad, es también un referente. Lo bueno que tiene es que se sabe vender muy bien. Es tremendamente divertido.
Y Olalla también me ayuda cuando lo necesito.
Javi se declinó por la editorial pequeña. Está contento, le tratan bien y ha publicado 8 novelas. Pero la distribución no tiene nada que ver con la que puede tener Hidra, por ejemplo. Y no me preguntéis por qué, pero yo siento que lo más importante es estar al alcance del lector. De nada me sirve una editorial pequeña, yo quiero y deseo estar con las grandes. Esto es así, y da igual si soy la más pequeña y olvidada de las autoras de dicha editorial. 

Hay varias cosas de Olalla que siempre he admirado, pero sin duda, aparte de su humildad y de lo buena persona que es, me llegó mucho a través de un libro llamado Las Puertas de Seda.

Tiene varios de temática histórica, nos contó alguna anécdota con el editor (para eso hacíamos la tertulia, para darnos ánimos) y cosas que yo con el tiempo entendí (lo estresante que puede ser escribir con un plazo de entrega). Y eso que yo escribo rápido y escribo juvenil y eso no me cuesta. Son novelas cortas. Aún así, ya veréis, te ponen una fecha y empiezas a ver "desvanecerse" tus fines de semana. Eso, por no hablar de que necesitas que tu "pareja" o la persona que esté a tu lado, lo comprenda. Porque como tengas al lado a alguien que no entienda que necesitas tiempo para escribir, entonces vas fatal... pero fatal....

Al margen de eso.. Y ese libro me dio pistas útiles (y bueno, vamos a decir que tengo un recuerdo de ese libro que no creo que se borre ya). El caso es que es la historia trata sobre una incursión persa en una polis griega, y el secuestro de dos muchachas. La prota, y su esclava. Aunque, paralelamente, te cuentan la historia del eunuco del harén y otro montón de cosas más.
Lo verdaderamente fascinante de Olalla es que llega un punto en el libro en el que habla persa y no necesita traducir. Veréis, eso es tratar al lector de inteligente y es un hermoso halago y no se da mucho. Requiere dos cosas, primera, seguridad, y segunda... querer hacerlo así.
Es como el final de Tuareg. El autor ahí no te está diciendo sólo lo que sale en el libro, se está presentando. Va más allá de la historia (qué cabreo se pilló una amiga), es imposible acabar el libro sin pensar el autor (aunque sea para lanzar la obra por el balcón), son libros que trascienden. Por ejemplo, cuando en Middlesex sale la escena del personaje que sigue "conduciendo" y te pone algo que no es real, pero hasta que ves que no es real, te engaña. ¿Cómo construyes así? Sabes a posta que estás engañando al lector... y sabes a posta que cuando le presentas algo incoherente el lector va a decir: "¿qué?" y va a retroceder en el párrafo pensando: "¿se ha vuelto loco el autor o yo he leído algo mal?". Pues eso. Estas rompiendo el ritmo a propósito. Estás cruzando al surrealismo, a propósito. ¿Por qué? ¿Para qué? y sobre todo... ¿cómo es que te atreves a hacerlo?

Con Olalla pasa que al final habla persa y lo entiendes. Sé que es un recurso no tan extraño. Pero no traducir esas palabras... a mí me está halagando. Como lectora. 

Bueno, eso y Pulqueria, que como sabéis, siendo un personaje que está ahí sin pretensiones y que seguramente lo leería de nuevo y tendrá muchas cosas que no me gusten, la forma de adaptarse, sí me gustó. 

Es un personaje gris. Ni malo, ni bueno. Primero es esclava en Grecia, luego lo es en Persia. 
En fin, tiene su aquel.

Ayer viendo la serie de True Blood pensé que antes de escribir una buena historia, hay que visualizar a los personajes de manera muy vívida. Porque así los presentas mejor al lector y luego en los diálogos es más fácil separarlos y que no parezca que está hablando siempre el mismo (el autor).

En fin, todas esas cosas os cuento hoy... 

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