En el que voy a comer a un restaurante y paso la tarde jugando a juegos de mesa.



Era la primera vez en cinco meses que salía a comer fuera. Y la verdad es que me hacía ilusión. Pero estando allí sentada me dio la sensación de que iba a ser muy complicado contener la expansión del virus.
La comida estaba riquísima y acabamos hartos. Tan hartos, que yo por lo menos no cené después.
Por cierto, ese restaurante era un poco un símil de la sociedad. Me refiero a que, estando allí, era fácil comprender que -aunque vivamos en una burbuja-, estamos necesariamente involucrados en lo que le ocurra al resto del mundo.
Después, fuimos a jugar a juegos de mesa a casa de un amigo.
Y mientras esperábamos a otros amigos, vi una extraña película argentina de una chica guapísima cuya directora de teatro no la dejaba dormir, a fin de que fuera creativa en su papel. La actriz que interpretaba a la directora era española. Y qué personaje tan malvado. No os hacéis una idea.
No pude ver el final, pero sí que os destripo esto: tenía que estar sin dormir 108 horas consecutivas.

"¿108? (***) sí.. yo también creo que ese número es significativo"

Lo que va en asteriscos es algo que noté pero sin palabras.

-108 -dije en voz alta, pensativa.

-¿Qué? -mi amigo estaba medio dormido y se incorporó un poco-, ¡sí, jo, qué sueño!

La pelí iba de volver locos a los actores. Para abrir un portal en sus cerebros o algo así. Me dio mal rollo. Y como empezamos a jugar justo cuando ganaban los malos... ahora no sé el final.

"Todos locos" me dije. Volviendo al salón a hurtadillas y observando que la tele había sido apagada y me quedaba sin ver la conclusión de la historia.

Y hablando de conclusiones de historias. Empecé el manuscrito definitivo para Barco de Vapor. Y al cerrarlo hice clic en la X que cierra documentos, de manera despreocupada. Lo hice porque sé que cuando trabajo en libros, grabo periódicamente. Y porque además, si no lo has grabado, el sistema te lo pregunta: "¿quiere guardar?" Y si no te lo pregunta es porque ya lo has guardado. Siempre es así.

Bien, pues la prota de mi manuscrito se llamaba Alicia. Lo cerré.
No apareció la pregunta de "desea guardar"
Y no tengo ni puñetera idea de dónde está... el manuscrito.
He revisado el escritorio, documentos, documentos recientes, .... Ni rastro.

Sencillamente no está.

Yo estas cosas me las tomo muy bien. Porque sé que si se lo pido a esa otra parte más intuitiva de mi cerebro, lo puedo repetir. Es decir, sé que puedo reescribir esas diez páginas sin problema. Pero es algo que... por algún motivo no me cabrea, cuando sí debería de hacerlo. A fin de cuentas, eran dos horas de trabajo. Y no están.

En fin, café, lunes y a ponerse en marcha!

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Juegos de Mesa a los que jugamos:

Escape Room El Despertar.
Lizzy es hija del protagonista y se ha dormido (está en coma). Su padre (o sea, tú en la historia) tiene que viajar a otra ... vamos a decir dimensión, para tratar de despertarla. Lo dejamos a medias porque una de las chicas se aburría jugando. Yo estaba más entretenida porque me dieron el Libro del Narrador. En otras palabras, cada vez que resolvíamos un acertijo tenía que narrar lo que iba ocurriendo. 

Hanabi
Colaborativo, de montar 5 cartas en escalera de color. Se trata de imaginar que eres el encargado de organizar los fuegos artificiales del emperador de Japón. Tú no ves tus cartas, los demás sí. Ellos sólo pueden aportar un tipo de información: número o color. Se trata de conseguir que el otro eche la carta correcta en el orden correcto. Empecé muy bien, porque estaba centrada. Tanto que les dije a mis compañeros qué cartas tenía y sorprendidos asintieron con la cabeza. Pero al final, me pasó justo lo contrario, me puse nerviosa, y de repente dije: "Espera, ¿qué carta me habías dicho que era esta?". Fue tan cómico que nos echamos los 4 a reír. Esto, que puede parecer simple, a mí me dio una información tremenda sobre cómo funciona mi cerebro. Ahora ya sé porqué recuerdo la combinación numérica de un candado que me dijeron hace tres días. Y si me pongo nerviosa, no sé dónde dejo las llaves. Es como tener una librería de recuerdos, con mucha información visual disponible. Pero si hay nervios o estrés, esa habitación con la librería... de repente se inunda de una sustancia rosa y viscosa... con la que es imposible acercarse a las estanterías o leer los títulos de los archivos. Por eso recuerdo las extensiones de una hoja de papel leídas sin carga emocional. Y sin embargo, jajajaj! ¡pierdo el móvil a cada instante!

Misión Cumplida.
Colaborativo. Fue el último al que jugamos.
Cartas de colores y una serie de misiones a cumplir.
Lo ganamos.
^_^

Alguno me preguntó, ¿cómo sabías (en el Escape) que la respuesta a este acertijo estaba en la Caja fuerte? ¡Llevamos horas dando vueltas en la habitación!

jejejeje! 
¡Pasapalabra!


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