En el que replanteo la biblioteca..


Bueno... no tenía intención de hacer esto, pero ... se me ocurrió abrir las puertas de ese mueble de Ikea que tengo en el estudio (dos librerías, ¿billy?) y ... una cosa llevó a la otra...

No me gusta la librería que tengo. No es que esté mal (en casa hay tres, dos "billys" de seis o siete baldas y luego tengo otra, en el salón, que me regaló mi hermano y soporta "el peso de un elefante"). Bien, veréis,... no es que la librería esté mal. Es que no ha cambiado en años. Y necesita un toque más... se me ocurre decir "adulto" pero no sé si es la palabra que estoy buscando.

Contiene libros que no voy a leer. No me gusta El Palacio de Cristal, lo he empezado como tres veces y no le hago caso. Lo tengo porque leí Seda y ese lo releo cada pocos meses. 
Me leí el del Calpurnia Tate pero ya está, no siento la necesidad de releerlo y no me vale como fuente (Gramática del corazón, por ejemplo, sí). No sé por qué tengo dos ediciones de Carrie (habrá que tirar una), ambas se caen a pedazos. Y dos ediciones del Talento del señor Ripley. Lo mismo. Hay que tirar. Me gustó Ziz-Zag pero si conservo La Dama Número 13 es sólo porque hace juego con el formato del primero. Tampoco es un libro que haya que releer. Los de la Dragonlance... bueno, son un adorno y a la vez no... porque la Dragon tiene la manera de escribir más comercial del mundo. Es útil, (mucho) en novelas de personajes que viajan en grupo.  

Tengo casi una docena de libros de amigos autores. Y claro, ellos tienen los míos. Lo que me lleva a otra docena de libros míos (más) que ocupan todo un estante. Que si edición en catalán, que si segunda edición, que si... está bien (pensé, ya el colmo es quejarse de tener libros publicados) pero... "¿qué hace la fantasía juvenil mezclada con Somoza?". Ese es el problema. Vas a buscar qué leer y tengo un libro para niños al lado de una novela de terror. 

Mis amig@s lectores me ven las intenciones y se llevan las manos a la cabeza. "¡No tires!". Para empezar, no tiro, reciclo. Eso lo primerísimo de todo. No puedo donar porque ahora mismo no aceptan ni ropa ni libros, por el coronavirus.

En segundo lugar, desechar una edición de Carrie que casi pierde páginas no me parece incorrecto. De verdad, tengo libros ahí que carecen de la funcionalidad para la que han sido fabricados: leer. Y a mí eso me da mucha pena. 

Y, por último de todo, está el cambio. Necesito dejar espacio a obras nuevas. Cuando mi "Muso" me recomendó "La verdad del caso Harry..." pasé dos semanas super-feliz y enganchada. Ese libro, llega un punto en que cada página el asesino es uno, y cada vez que vuelves la hoja, cambia. Tiene una manera de mantener la intriga asombrosa. Pues bien, quiero eso en mi librería. Quiero ... retos, quiero obras... geniales. Quiero descubrir.

Y en lugar de eso abro la puerta y veo los mismos cómics que coleccionaba con trece años. A ver, que sí, que está bien, que soy una chica super-cuidadosa. Pero... a la vez no lo está.

¡¡Hay que cambiar!!

Dentro de dos horas tendré al menos dos estantes vacíos. Estas manías mías nadie las entiende. Pero os aseguro que tienen mucho sentido. Se trata de dejar espacio a lo nuevo. 

clic a fuente (infobae.com)



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